「蟹工船」日本丸から、21世紀の小林多喜二への手紙。

小林多喜二を通じて、現代の反貧困と反戦の表象を考えるブログ。命日の2月20日前後には、秋田、小樽、中野、大阪などで集う。

Kanikosen. El Pesquero, de Takiji Kobayashi

2010-10-29 22:44:50 | 小林多喜二「蟹工船」を読む
Kanikosen. El Pesquero, de Takiji Kobayashi
Fco. Martínez Hidalgo   15/10/2010
 
 
     Cuando la incerteza devora la sociedad japonesa, diluyendo todas las creencias que justificaban su forma de estar en el mundo, Kobayashi ofrece un faro de luz.
 
Portada de Kanikosen. El Pesquero, de Takiji KobayashiA los treinta años Takiji Kobayashi (1903-1933) moría después de ser sometido a una brutal paliza por la policía japonesa, víctima de la fuerte represión que promovía la alianza de intereses entre el ultranacionalismo conservador nipón y el amenazado imperialismo tradicionalista.

Aquella asociación no era extraña, es más, fundamentaba las bases de su sociedad por aquel entonces –aún conservada muy precariamente en la actualidad. Sin embargo, se sentía por primera vez acosada por varios fenómenos simultáneos e interdependientes que habían surgido en la segunda mitad del siglo XIX: la caída del sistema feudal y la crisis del aparato tradicional de gobierno, el derrumbe de la política aislacionista y la percibida como amenaza occidental, la rápida modernización y el deterioro de su estructura socioeconómica primaria (agrícola y pesquera, fundamentalmente), o la influencia de ideas y filosofías rivales a aquella que legitimaba la aceptada divinidad imperial (el capitalismo y el comunismo, principalmente).

La estructura neofeudal japonesa se resquebraja, la élite se ahoga en su propia necedad, y la desesperanza social brota de la falta de bases conocidas y reconocibles sobre las que poder mirar a los ojos del futuro.

La élite japonesa reaccionaba con gran virulencia ante cualquier alternativa o referencia que pudiese suponer una amenaza a su status quo de privilegio. La alianza de la nobleza tradicional con los grandes empresarios occidentales estaba consolidando un imperialismo nacionalista encapsulado en una emergente estructura empresarial; de la que surgieron los grandes grupos que conocemos hoy en día. Este contexto era el de una hipocresía oculta tras una presunta modernización y democratización que no eran otra cosa, in fine, que una actualización de las viejas estructuras a los nuevos contextos. Un pseudocapitalismo que escondía tras de sí el mantenimiento, prácticamente incólume, del feudalismo que durante siglos mantuvo a la mayor parte de la población japonesa subyugada a los intereses del patrón. Todo se hacía, o se justificaba, en interés de Japón –y de su sibilina élite gobernante.

Dos tipos de reacciones sociales y culturales se dieron en el país ante este profundo proceso estructural de transformación. El nacionalismo tradicionalista, que añoraba las viejas estructuras y formas de vida, entendía este proceso como una corrupción del espíritu patrio. Mientras el discurso socialista, que arreciaba con fuerza en todo el mundo sobre todo después de la Revolución Rusa de 1917, era claramente combativo tanto con las estructuras feudales previas, como con este nuevo pseudocapitalismo.

Takiji Kobayashi era una de las voces más potentes y claras, combativas y beligerantes, del socialismo japonés de las décadas de 1920 y 1930. Sin embargo, aunque su discurso era deudor del marxismo clásico y estaba articulado claramente en el materialismo histórico y la dinámica de la lucha de clases, su base era mucho más humanista que ideológica.

Su obra más relevante, ‘Kanikosen. El pesquero’ (1929, disponible en FantasyTienda), que nos regala en una preciosa edición Ático de los Libros, es la mejor muestra de ello. En la travesía del barco cangrejero Hakko Maru por las gélidas aguas de Kamchatka, en el recóndito noreste ruso, son los padecimientos de los trabajadores la principal causa de desvelo del narrador omnisciente: los olores pútridos y las atmósferas irrespirables, el frío carnívoro que insensibiliza y devora el cuerpo de los hombres, una inanición capaz de someter a la propia voluntad aún en las peores condiciones imaginables… Un sufrimiento personal de tal magnitud que es capaz, por sí sólo, de hacer reflexionar a personas sin preocupaciones o intereses políticos previos, por los motivos de su situación.

Takiji KobayashiEste es el momento, cuando los trabajadores se preguntan por las causas y razones de su dolor, en que la acción de las injustas y despiadadas estructuras de poder entra en juego. Piensan en los motivos del patrón de la nave, Asakawa, para maltratarlos y despreciarlos constantemente. Piensan en el destino de los beneficios de todo su esfuerzo, y el merecimiento de la exigua paga que reciben. Piensan en porqué su vida parece condenada, irremediablemente, a la precariedad y el abuso en todas partes a las que vayan, y en cualquier trabajo que hagan. Entonces es cuando, tras la reflexión, llegan a la decisión que cualquier acción será mejor que la pasividad en la que parece sumidos: contra el patrón, contra la empresa pero, sobre todo, por sí mismos, por una cuestión de supervivencia y dignidad.

Este punto es el que motiva la mayor controversia en la interpretación crítica de ‘Kanikosen. El pesquero’, ¿es la novela de Kobayashi una metáfora de la conciencia de clase, de su justificación y nacimiento?, ¿o es un retrato realista y humanista de los abusos a los que está universalmente sometido el hombre cuando se expone a un poder injusto? ¿Qué prima en esta novela, la ideología, el humanismo o ambos elementos a la vez?

Los jóvenes japoneses, que se lanzaron en masa a descubrir ‘Kanikosen. El pesquero’ desde 2008, alcanzando cifras de fenómeno editorial (más de 1,6 millones vendidos en Japón en dos años) cuando han transcurrido más de 80 años desde su publicación, parecen inclinarse más por su lado humano. La competencia global y el exceso de confianza del ultracionalismo nipón han sometido el país a los dictados del capitalismo. La lealtad a la propia empresa o el trabajo para toda la vida, que distinguía al toyotismo del taylorismo, han sido finalmente derrotados. La estructura neofeudal se resquebraja, la élite se ahoga en su propia necedad, y la desesperanza social brota de la falta de bases conocidas y reconocibles sobre las que poder mirar a los ojos del futuro.

Las voces con la honestidad, la sinceridad y la esperanza de Kobayashi vuelven al primer plano. Más allá de estancarnos en la denuncia social o en los evidentes rastros ideológicos que aderezan la novela, la fuerza descomunal de ‘Kanikosen. El pesquero’ reside en su mensaje directo y personal: la confianza en un potencia transformador que nos convierte a todos en seres capaces de cualquier cosa, la fe en el poder de la unidad como base sobre la que reconstruir el sentido de la humanidad, la credibilidad en el ser humano y su futuro a partir de un diálogo igualitario y solidario entre semejantes…

Cuando la incerteza devora la sociedad japonesa, diluyendo todas las creencias que justificaban su forma de estar en el mundo, Kobayashi ofrece un faro de luz, una salida para el agujero de desconfianza colectiva en que se encuentra sumido el país. ‘Kanikosen. El pesquero’ tiene la fuerza de voluntad que Kobayashi abrigaba en vida y que el tiempo, a pesar de la crueldad inmisericorde con la que se intentó erradicar, se ha encargado de conservar tan vital como el primer día. Una voz honesta, una novela necesaria y un mensaje imprescindible.
 


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