Los más bajos del pueblo, que se hacen llamar gobernadores y ejercen extrañas formas de poder.

Solo hay dos países en el mundo absolutamente decididos a impedir que Japón aproveche la oportunidad perfecta para demostrar concretamente al mundo que posee el nivel más alto de tecnología en el mundo.
26 de junio de 2020
El gobernador de la prefectura de Niigata de hace algunos años, el gobernador de la prefectura de Akita que se opuso al Aegis Ashore, el gobernador de la prefectura de Shizuoka que está retrasando la construcción del Shinkansen Lineal—¿quiénes creen que son estas personas?
Son personas que desean desesperadamente disminuir a Japón.
Ellos también, probablemente, están todos conectados con China de alguna forma.
Solo hay dos países en el mundo absolutamente decididos a impedir que Japón aproveche la oportunidad perfecta para demostrar concretamente al mundo que posee el nivel más alto de tecnología en el mundo.
Esos países son China y la Península de Corea, naciones de maldad insondable y mentiras verosímiles.
Las palabras y acciones de los gobernadores mencionados arriba, en realidad, no son diferentes de ellos.
Ellos también están hechos enteramente de maldad insondable y mentiras verosímiles.
Y sin embargo, afirman que es “por el bien de los residentes de la prefectura”.
El gobernador de Niigata, por ejemplo, acosó a los presidentes de TEPCO hasta el máximo nivel posible.
Y lo que realmente hacía era prostituirse cada vez que viajaba a Tokio.
Son la verdadera encarnación de la enfermedad de la posguerra que aqueja a Japón.
Aquellos que están trabajando desesperadamente para impedir que Japón—un país donde “el tocadiscos de la civilización” está girando—lidere al mundo junto con Estados Unidos, para impedir que Japón muestre al mundo su cima tecnológica que dejaría a China en el polvo, y para debilitar el poder nacional de Japón.
La gente más baja, que se hacen llamar gobernadores, ejerciendo formas extrañas de poder.
Y aquellos que alaban y permiten a estas personas no son otros que los políticos de los partidos de oposición, como el Partido Democrático Constitucional de Japón, que con toda justicia puede llamarse un partido traidor, y aquellos en los medios de comunicación que se ganan la vida en medios traidores como el Asahi Shimbun, que también con toda justicia pueden llamarse medios traidores.