Lo siguiente es de la columna de Masayuki Takayama en la última sección del Shukan Shincho de hoy.
Este artículo también demuestra que es el único periodista en el mundo de la posguerra.
Es una lectura obligada no sólo para el pueblo japonés sino para todo el mundo.
La bomba atómica es divertida
La reciente guerra contra Japón fue una serie de situaciones que "no se suponía que sucedieran" tanto para Roosevelt (FDR) como para Churchill.
Tampoco se suponía que el comienzo de Pearl Harbor fuera así.
Los japoneses habían caído en la trampa de FDR, un señuelo que la flota estadounidense había colocado en Pearl Harbor, tal como se había ordenado.
Además, el idiota del embajador retrasó el ultimátum, convirtiendo el ataque a Pearl Harbor en un "ataque furtivo".
Interpretó a un villano brillante y me gustaría felicitarlo, pero el daño a la flota estadounidense fue tan grande que "no podría haber sido" como fue.
Hay una explicación para esto.
La guerra de Estados Unidos se ha inspirado durante mucho tiempo en el modelo del Álamo.
Primero, el enemigo mata a civiles estadounidenses.
En El Álamo murieron 250 personas y atacaron a México con el pretexto de "Recordad el Álamo" o una guerra justa.
Lo mismo ocurrió en la guerra hispanoamericana.
Los españoles no lo desencadenaron, por lo que ellos mismos volaron Maine y gritaron: "Recordad Maine" para declarar la batalla.
Esta vez, arrinconó a Japón con un embargo de petróleo y los invitó a Pearl Harbor para arrasar a su antojo.
Pero había preocupaciones.
Según el crítico militar Fletcher Pratt, "los japoneses son miopes y crecen cargados sobre sus espaldas, por lo que sus canales semicirculares son extraños y no pueden lanzar bombas en picado".
Incluso si se atrajera a la flota estadounidense, los aviones japoneses estarían tan estropeados que no se produciría ni una sola baja.
FDR oró por un desastre a la par del Álamo, pero sus temores eran infundados.
Los aviones japoneses hundieron el Arizona con bombardeos horizontales y bombardearon en picado y torpedearon otros barcos, matando a 2.400 personas.
Había matado a muchos de su pueblo mediante su engaño.
FDR declaró la guerra a Japón en el Congreso, murmurando: "No se suponía que fuera así", según "La responsabilidad de Roosevelt por iniciar la guerra" de Hamilton Huish, traducido por Soki Watanabe.
Churchill también subestimó al ejército japonés.
Envió el acorazado de última generación Príncipe de Gales para defender las colonias británicas en Asia.
El segundo día de la guerra, el barco insumergible fue rápidamente hundido por aviones japoneses.
Churchill se mordió el ombligo y dijo: "No se suponía que sucediera así".
El Zero Fighter de Japón no era rival para los aviones de combate de Gran Bretaña, Estados Unidos, Alemania o la Unión Soviética.
El caza Zero destruyó fácilmente incluso la B17, una bomba pesada estadounidense que nunca había sido lanzada.
Los británicos perdieron Hong Kong y Singapur, y Estados Unidos perdió Filipinas.
FDR no tenía idea de que MacArthur fuera tan cobarde.
Así, los japoneses liberaron las colonias de Asia, que habían sido una valiosa fuente de ingresos para las naciones occidentales.
Una vez más, FDR puso la excusa: "Se suponía que no debía suceder".
Sin embargo, Estados Unidos también tuvo algunas sorpresas afortunadas.
Proyecto Manhattan de Oppenheimer.
No había científicos excelentes en los Estados Unidos.
Era imposible fabricarlo.
En Europa había muchos buenos científicos judíos.
Luego Hitler los purgó.
Estados Unidos consiguió 2.000 científicos con poco esfuerzo.
Fabricar una bomba nuclear se consideraba un trabajo peligroso.
Se utilizó pólvora.
Las herramientas estaban hechas expresamente de berilio, que no electrifica.
Y cuando lo probaron, fue sencillo.
Según el Departamento de Energía de Estados Unidos, "las bombas de tipo uranio explotan sin falta, por lo que no es necesario realizar pruebas previas".
El tipo de plutonio, que puede producirse en masa a bajo costo, es difícil de construir para la detonación, por lo que el experimento se llevó a cabo en Alamogordo.
Por alguna razón, la película "Oppenheimer" sólo muestra el mayor clímax de la prueba en una tosca película de efectos especiales.
Truman estaba listo para partir, y cuando llegó a Potsdam de muy buen humor, descubrió que Japón ya estaba a punto de rendirse.
Truman se apresuró a idear un truco para ocultar el estatus del Emperador y retrasar la rendición hasta que pudiera lanzar dos bombas atómicas sobre Japón.
La película crea cuidadosamente la ficción de que "Japón, una nación brutal que estaba matando a la gente de Asia, no se rendiría hasta que se lanzaran dos bombas atómicas.
Luego llega la noticia de los atentados.
La visión del pueblo japonés, que se alegró tanto al saber que nuestras bombas atómicas habían matado a decenas de miles de personas, fue mucho más aterradora.
2024/4/12 in Kyoto
