Dios Todopoderoso es mi salvador

Que el amor y la misericordia de DIOS estén siempre contigo

Evangelio de hoy | La obra de Dios y la obra del hombre (Parte 2)

2019-12-07 19:55:43 | Música de Alabanza

Palabras de Dios dice: “Lo que el hombre expresa es lo que ve, experimenta y puede imaginar. Incluso si son doctrinas o nociones, todas ellas las puede alcanzar el pensamiento del hombre. Independientemente del tamaño de la obra del hombre, no puede superar el alcance de la experiencia del hombre, lo que el hombre ve o lo que el hombre puede imaginar o concebir. Lo que Dios expresa es lo que Dios es, y esto es inalcanzable por el hombre, es decir, es inasequible por su pensamiento. Expresa Su obra de liderar a toda la humanidad, y esto no es relevante a los detalles de la experiencia humana, sino que, al contrario, tiene que ver con Su propia gestión. El hombre expresa su experiencia mientras Dios expresa Su ser, este ser es Su carácter inherente y es inalcanzable por el hombre”.

Fuente: Caminando con Jesucristo


Evangelio de hoy | La obra de Dios y la obra del hombre (Parte 1)

2019-12-07 19:48:32 | Música de Alabanza

Palabras de Dios dice: "Lo que el hombre expresa es lo que ve, experimenta y puede imaginar. Incluso si son doctrinas o ideas, todas ellas las puede alcanzar el pensamiento del hombre. Independientemente del tamaño de la obra del hombre, no puede superar el alcance de la experiencia del hombre, lo que el hombre ve o lo que el hombre puede imaginar o concebir. Lo que Dios expresa es lo que Dios es, y esto es inalcanzable por el hombre, es decir, es inasequible por su pensamiento. Expresa Su obra de liderar a toda la humanidad, y esto no es relevante a los detalles de la experiencia humana, sino que, al contrario, tiene que ver con Su propia gestión. El hombre expresa su experiencia mientras Dios expresa Su ser, este ser es Su carácter inherente y es inalcanzable por el hombre".

Fuente: Caminando con Jesucristo


Un Peluquero: Ser una persona honesta, ¡Mi negocio va viento en popa! (I)

2019-12-04 23:26:17 | Reflexiones Cristianas

Yo nací en una familia pobre. Desde donde puedo recordar había llevado una vida siendo discriminado por la pobreza. Pero me prometí a mi mismo una cosa: En el futuro haré una fortuna y tendré una vida con riquezas por encima de los demás, para que la gente me mire con diferentes ojos.

Después de casarme abrí una peluquería. En aquel tiempo cobraba 3¥ por cada corte de pelo. Cada día trabajaba muy duro, tanto que acababa con dolores de espalda cada jornada, pero solo alcanzaba a ganar unas pocas decenas de Yuanes en el mejor de los días, con los cuales llegaba justo para poder sufragar los gastos de mi familia. Al terminar el año no había logrado ahorrar nada de dinero. Sentía ansiedad. Si esto continuaba igual, ¿cuándo podría vivir una vida por encima de los demás?

Peluquero

A medida que avanzaban los tiempos, la gente comenzaba a prestar mayor atención a la alimentación, a la bebida, a la ropa y a la belleza, especialmente las mujeres que querían estar a la moda. Por esa razón me fijé en el negocio de teñir el cabello, y alisar o hacer rizados permanentes. Aprendí que con una botella de tinte para el cabello, la cual solamente costaba unos 10¥ o algo más, podía usarla para teñir el pelo a 5 ó 6 clientes, y el precio de la permanente o alisado del pelo era de 80 a 100¥. Cuando vi que en el resto del gremio todos estaban ganando mucho dinero de esta manera, me sentí muy emocionada. Pronto colgué un cartel en la puerta de mi establecimiento en el que ponía: “Permanente, alisado y tinte del cabello”. Como era de esperar, fueron muchos los curiosos que, atraídos, entraron a mi establecimiento. Aprovechándome de la psicología de las personas y su gusto por escuchar halagos hacia su persona, pronto dominé esta habilidad. Hablaba desde ambos lados de mi boca.También aprendí cómo observar la manera de hablar y el comportamiento de la gente para clasificarlos. Cuando los clientes entraban en mi tienda podía determinar si ellos eran ricos o no, con tan solo mirarlos de arriba a abajo. Y en una primera y corta conversación con ellos, podía determinar si eran del tipo de la gente fácil o difícil de convencer. Inmediatamente hacia mi propio cálculo mental. Los ricos se preocupaban por sus gustos, pero no se preocupaban por el precio. Con ellos podía tratar de hacer mi mejor recomendación al precio más elevado de servicio. Con el mismo razonamiento, a las personas que no eran muy ricas les recomendaba un bajo precio del servicio a fin de no dejar escapar su dinero. La gente fácil de persuadir eran objetivos sencillos para mi, mientras que las personas más difíciles de convencer necesitaban ser tratados con mucho más cuidado, para evitar futuros problemas.

Una vez llegó una cliente. Le eché un vistazo y vi que era una mujer de unos 50 años que quería ser peinada a la moda. Por mi experiencia, me di cuenta que era una mujer adinerada. Entonces, salí de inmediato con una gran sonrisa y le dije: Señora, tome asiento por favor, ¿qué le gustaría que le hiciese en el cabello?. “Yo únicamente quería un corte de pelo”, respondió la señora. Una vez escuchado esto pensé: Aunque incremente el coste del corte de pelo, este únicamente serán 7 Yuanes, ¿por qué no intentar hacer algo más de dinero con este cliente?. Entonces, fingí acariciar su cabello y, mirándole la cara, le dije con una sonrisa: “Señora, usted es muy refinada, y su pelo es demasiado suave. Si usted solo se hace un corte de pelo, le quedará muy aplastado, y esto no lucirá hermoso ni le favorecerá a su bella cara. Si usted se hace una permanente, su cabello quedará esponjoso y parecerá aún más bella”. “¿En serio?. Yo nunca me he hecho la permanente, no sé si quedará bien en mi pelo”, dijo la mujer. Yo he visto y he hecho muchos peinados, seguro que puede quedarle muy bonito el cabello, respondí. Y pronto la convencí de ello. Después de que todo mi trabajo estuviese terminado, ella me pagó feliz 80 Yuanes y se marchó. Entonces pensé: Es muy fácil ganar dinero así. Sólo con decir unas pocas palabras puedo ganar mucho más dinero haciendo lo mismo. Si hubiese sido por su idea original únicamente habría ganado 7 Yuanes, ¡mientras que de este modo he logrado ganar 80 Yuanes en el mismo tiempo, diez veces más!

Y así, fuese quien fuese el que viniese a mi peluquería, trataba de hacer todo lo posible para lograr sacar más dinero de los clientes. Había veces que llegaba gente que únicamente venían como acompañantes de los que querían hacerse algo en el pelo, entonces yo les trataba de persuadir con mi palabrería para que hiciesen gasto voluntariamente en mi establecimiento.

Un día, una chica joven y su hermana mayor vinieron a mi peluquería, pero solo una de las hermanas quería hacerse un alisado en el pelo. Yo pensé: aunque las dos hermanas vienen aquí, solo una quiere hacerse algo en el pelo y yo solo puedo ganar cien Yuanes. Si pudiese atender a ambas hermanas, ¿no ganaría 100 Yuanes más?. Entonces, traté de convencer a la chica:
“Guapa, ¿no te gustaría a ti también cambiar de estilo o hacerte algo en el pelo?”. “No, gracias”, la hermana rechazó mi ofrecimiento en seguida. Viendo que ella no tenía ninguna intención, empecé a usar mi táctica psicológica diciéndole: “Bonita, tu no eres demasiado alta, y tienes la cara redondeada. Si te hicieses un planchado y un tinte en el pelo, estarías aún más encantadora y todavía más guapa”. Pero ella continuaba sin responder. Yo conocía la debilidad de las mujeres en el sentido de que a ellas no les gustaba que otros dijeran que no eran bonitas, y por eso se lo decía intencionadamente a ella. “¡Ah, Guapa, mira que tienes bonita la piel!. Tu cara es realmente tierna. La única pena es que tu pelo está demasiado alborotado, realmente no te hace resaltar estos rasgos a no ser que hagas algo con él. Como todo el mundo sabe, la gente en lo primero que se fija para juzgar a los demás es en el pelo. Siempre que sus peinados luzcan bonitos, ellas están seguras de su belleza”. “Yo hoy no deseo hacerme nada en el pelo. Si el corte de pelo de mi hermana queda bonito cuando esté terminado, entonces yo vendré mañana”. Ella parecía un poco agitada. Viendo que el tiempo se me terminaba, le dije: “Me llevará dos horas hacerle el pelo a tu hermana, y tu vas a estar esperando en vano. ¿Por qué no os hago el pelo a las dos a la vez y ganamos tiempo?. Finalmente, ella accedió a dejarme hacerle el peinado. En ese momento pensé: “todos los hombres de negocios son así; como dice el dicho: “Ningún hombre de negocios es honesto. ‘Un hombre de negocios que no sabe cómo hacer dinero es un tonto’. Esta es la consistente ley de los hombres de negocios”.

Después de todo, yo era afortunado de aceptar el Evangelio del Reino de Dios. Una vez, en mi devoción espiritual, vi las palabras de Dios: “Vosotros debéis saber que a Dios le gusta el hombre honesto. Dios posee la esencia de la fidelidad, y por lo tanto siempre se puede confiar en Su palabra. Más aún, Sus acciones son intachables e incuestionables. Es por esto por lo que Dios gusta de aquellos que son absolutamente honestos con Él. Honestidad significa dar vuestro corazón a Dios; nunca jugarle falso en nada; ser abierto con Él en todas las cosas, nunca esconderle la verdad; nunca hacer cosas que engañen a los de arriba y a los de abajo por igual; y nunca hacer nada simplemente por congraciarse con Dios. En pocas palabras, ser honesto es abstenerse de impurezas en vuestras acciones y palabras, y no engañar ni a Dios ni al hombre”.

Las palabras de Dios dicen claramente: Dios es fiel, por eso Su palabra y Sus acciones son incuestionables, y a Él le gustan los hombres honestos. El discurso y las acciones de los hombres honestos son concienzudos; sus actos son francos y no engañan a otros antes o por detrás. Sin embargo, cuando yo hice mi negocio, gané dinero con palabras dulces y mentiras, y todo ello lo hice sin ser descubierto. Esto obviamente no eran hechos de una persona honesta, pero estaba mostrando la traición. Esto era despreciado por Dios. Desde las palabras de Dios, yo sabía que Dios quería de nosotros que fuésemos personas honestas. Pero yo pensaba: Ahora los negocios son como un campo de batalla. En el caso de esta sociedad competitiva, si yo practicaba ser una persona honesta sin hacer trucos, yo solo haría poco dinero, y mi negocio tarde o temprano se cerraría. Yo estaba en un dilema.

Un día, una cliente me dijo en el momento que entró en mi peluquería: “Tengo un pelo muy fino. No tengo ni idea de cómo podrá mejorarlo”. “Le recomiendo afirmar las raíces de su cabello recogido. Si el cabello está esponjoso, le quedará más bonito” Dije yo. “Ok, hágame ese tratamiento que me ha dicho”. Ella estuvo de acuerdo al momento. Mientras estaba haciendo mi trabajo, yo pensé: Reafirmar las raíces del cabello de esta cliente únicamente me dejará una decena de Yuanes. Si convenzo a la mujer para hacerse un alisado, ¿no ganaría más dinero aún?. En ese momento yo ya sabía que ese peinado alisado no era lo más apropiado para ella, pero de cara a mi beneficio, yo intenté persuadirla. “Si usted únicamente reafirma las raíces del cabello, al final este quedará demasiado ligero y desordenado. Debería hacerse también un alisado para que quede mejor”. Ella estuvo de acuerdo. Dos horas después, cuando miré con entusiasmo mi trabajo, yo quedé estupefacto en un instante: El pelo de mi cliente parecía que estaba quemado. Volviéndose rizado y completamente abrasado. Yo me sentía terriblemente preocupada, pensando: “¿Qué puedo hacer ahora?. Solo por ganar unos pocos Yuanes más he arruinado su cabello. ¡Ay! Yo podría ser regañado y la cliente solicitar la reparación. ¿Qué podía hacer? Comencé a ir negando mi responsabilidad y dije: “Ah! Su pelo realmente no queda bien así. Comienza a rizarse cuando está siendo empapado en el tinte. Bien, yo no puedo cobrarle por esto. ¿Qué le parece que se lo corte?” Yo pensaba que ella querría poner una reclamación, pero inesperadamente, estaba de acuerdo en que se lo cortase. Aunque este problema fue una falsa alarma, yo no me sentí segura ni en paz durante un largo periodo de tiempo, viviendo en reproche y arrepentimiento. Yo sabía que fue un juicio silencioso de Dios. Como creyente en Dios, yo fui en contra del requisito de Dios, ¿cómo podía sentirme segura?.

Más tarde, yo vi las palabras de Dios que decían: “Serás capaz de obedecer todo lo que venga de Dios y todas tus acciones, ya sean hechas en público o en privado, serán presentables ante Dios. Si eres una persona honesta y practicas la verdad en todas las cosas, entonces serás perfeccionado. Esos hombres engañosos que actúan de una manera frente a los demás y de otra manera tras sus espaldas, no están dispuestos a ser perfeccionados. Todos son hijos de la perdición y de la destrucción; no pertenecen a Dios sino a Satanás. ¡No son la clase de hombre elegido por Dios! Si tus acciones y tu comportamiento no pueden ser presentados ante Dios o no son los que el Espíritu de Dios considere, entonces esto ilustra que hay un problema contigo. Sólo si tú aceptas el juicio y el castigo de Dios, y le das importancia a la transformación de tu carácter, serás puesto en la senda para ser perfeccionado”. “Muchos prefieren ser condenados en el infierno que hablar y actuar con honestidad. No es de extrañar que Yo tenga otro tratamiento en su lugar para aquellos que son deshonestos”.

Por las palabras de Dios, vi el carácter justo y majestuoso de Dios: A Dios le gusta y cuida de los hombres honestos, mientras que odia a los hombres engañosos, cuyo final será la destrucción. Pensando en mi trabajo y en mis acciones, yo era una verdadera persona engaña con mis actos, tanto en público como en privado. Solo con el fin de ganar más dinero, no había tenido en consideración qué peinados o tratamientos eran más adecuados para el cabello de mis clientes, si el alisado, la permanente, únicamente trataba de convencerlas al máximo de que se hiciesen un tratamiento diferente. Y a fin de obtener más dinero de su parte, yo había causado daños en el pelo de mis clientas, aprovechando a otros gastos, sin nada de humanidad. De frente al juicio de Dios y Su tratamiento, yo me hundí en el reproche y en la culpa, y sentí que era indigno de ser llamado Cristiano, y si esto no me cambiaba a mi mismo, yo sería sin duda castigado por Dios. Esta vez, Dios me recordó a mi esto con el problema de la clienta a la que dañé el cabello; y esta fue la salvación de Dios para mi. Después de saber la voluntad de Dios, yo determiné mi voluntad ante Dios de ser una persona honesta.

Continuará …


Un peluquero: Ser una persona honesta ¡Mi negocio va viento en popa! (II)

2019-12-03 22:03:16 | Reflexiones Cristianas

Un día, una cliente me dijo en el momento que entró en mi peluquería: “Tengo un pelo muy fino. No tengo ni idea de cómo podrá mejorarlo”. “Le recomiendo afirmar las raíces de su cabello recogido. Si el cabello está esponjoso, le quedará más bonito” Dije yo. “Ok, hágame ese tratamiento que me ha dicho”. Ella estuvo de acuerdo al momento. Mientras estaba haciendo mi trabajo, yo pensé: Reafirmar las raíces del cabello de esta cliente únicamente me dejará una decena de Yuanes. Si convenzo a la mujer para hacerse un alisado, ¿no ganaría más dinero aún?. En ese momento yo ya sabía que ese peinado alisado no era lo más apropiado para ella, pero de cara a mi beneficio, yo intenté persuadirla. “Si usted únicamente reafirma las raíces del cabello, al final este quedará demasiado ligero y desordenado. Debería hacerse también un alisado para que quede mejor”. Ella estuvo de acuerdo. Dos horas después, cuando miré con entusiasmo mi trabajo, yo quedé estupefacto en un instante: El pelo de mi cliente parecía que estaba quemado. Volviéndose rizado y completamente abrasado. Yo me sentía terriblemente preocupada, pensando: “¿Qué puedo hacer ahora?. Solo por ganar unos pocos Yuanes más he arruinado su cabello. ¡Ay! Yo podría ser regañado y la cliente solicitar la reparación. ¿Qué podía hacer? Comencé a ir negando mi responsabilidad y dije: “Ah! Su pelo realmente no queda bien así. Comienza a rizarse cuando está siendo empapado en el tinte. Bien, yo no puedo cobrarle por esto. ¿Qué le parece que se lo corte?” Yo pensaba que ella querría poner una reclamación, pero inesperadamente, estaba de acuerdo en que se lo cortase. Aunque este problema fue una falsa alarma, yo no me sentí segura ni en paz durante un largo periodo de tiempo, viviendo en reproche y arrepentimiento. Yo sabía que fue un juicio silencioso de Dios. Como creyente en Dios, yo fui en contra del requisito de Dios, ¿cómo podía sentirme segura?.

Más tarde, yo vi las palabras de Dios que decían: “Serás capaz de obedecer todo lo que venga de Dios y todas tus acciones, ya sean hechas en público o en privado, serán presentables ante Dios. Si eres una persona honesta y practicas la verdad en todas las cosas, entonces serás perfeccionado. Esos hombres engañosos que actúan de una manera frente a los demás y de otra manera tras sus espaldas, no están dispuestos a ser perfeccionados. Todos son hijos de la perdición y de la destrucción; no pertenecen a Dios sino a Satanás. ¡No son la clase de hombre elegido por Dios! Si tus acciones y tu comportamiento no pueden ser presentados ante Dios o no son los que el Espíritu de Dios considere, entonces esto ilustra que hay un problema contigo. Sólo si tú aceptas el juicio y el castigo de Dios, y le das importancia a la transformación de tu carácter, serás puesto en la senda para ser perfeccionado”. “Muchos prefieren ser condenados en el infierno que hablar y actuar con honestidad. No es de extrañar que Yo tenga otro tratamiento en su lugar para aquellos que son deshonestos”.

Por las palabras de Dios, vi el carácter justo y majestuoso de Dios: A Dios le gusta y cuida de los hombres honestos, mientras que odia a los hombres engañosos, cuyo final será la destrucción. Pensando en mi trabajo y en mis acciones, yo era una verdadera persona engaña con mis actos, tanto en público como en privado. Solo con el fin de ganar más dinero, no había tenido en consideración qué peinados o tratamientos eran más adecuados para el cabello de mis clientes, si el alisado, la permanente, únicamente trataba de convencerlas al máximo de que se hiciesen un tratamiento diferente. Y a fin de obtener más dinero de su parte, yo había causado daños en el pelo de mis clientas, aprovechando a otros gastos, sin nada de humanidad. De frente al juicio de Dios y Su tratamiento, yo me hundí en el reproche y en la culpa, y sentí que era indigno de ser llamado Cristiano, y si esto no me cambiaba a mi mismo, yo sería sin duda castigado por Dios. Esta vez, Dios me recordó a mi esto con el problema de la clienta a la que dañé el cabello; y esta fue la salvación de Dios para mi. Después de saber la voluntad de Dios, yo determiné mi voluntad ante Dios de ser una persona honesta.

Un día, una señora elegante de unos cuarenta años entró en mi tienda y preguntó sin preámbulos: “Quiero teñirme el pelo. ¿Cuánto cuesta?” No me atreví a pedirle un precio desorbitado como solía hacer, así que le contesté con franqueza: “Cuarenta, cincuenta o sesenta; puede escoger”. Ella dijo: “Sesenta. Los precios aquí son realmente bajos. Otros me cobran cien por teñirme el pelo”. Mientras le estaba tiñendo el pelo, ella empezó a presumir de tener mucho dinero diciendo: “Tengo una empresa importante. A menudo me tengo que poner guapa. Cada vez que lo hago, cuesta más de cien yuanes. Y un sólo frasco de medicina para adelgazar cuesta más de cien yuanes…” Al oírla hablar continuamente de cosas banales, mi corazón se dio un brinco: ¡Vaya! Esta es una mujer rica; debería haberle pedido más dinero. Sobre todo después de oírla decir que no le daba importancia al dinero y que a menudo le daba a su madre mil u ocho mil yuanes de golpe. El deseo de hacer dinero brotó dentro de mi corazón de forma incontrolable y pensé: ya que el dinero no le importa, ¿por qué no le saco más? De modo que, con toda la hipocresía, le dije: “¿Y qué le parece si le pongo algo de aceite en el pelo?” “¿Cuánto cuesta?” preguntó ella. “Treinta yuanes”, contesté al tiempo que pensaba: “A mí sólo me cuesta unos pocos yuanes, pero si le cobro treinta yuanes, hago un buen negocio”. Ella aceptó sin más diciendo: “Genial. Después de aplicarle aceite, mi pelo brillará y estará suave y no se desteñirá tan fácilmente”. Al oír aquellas palabras, mi corazón dio un brinco de nuevo: “Si hubiese sabido que es un objetivo tan fácil, le hubiese pedido un precio más alto”. En aquel instante estaba completamente cegada por la avaricia. Hacía mucho tiempo ya, que me había sacado de la cabeza la idea de ser una persona honesta. Sin embargo, en el fondo de mi corazón, sabía con seguridad: el aceite no le va a aportar ninguna diferencia al pelo; tan sólo significa sacarle más dinero a los clientes.

Más tarde vería unas palabras de Dios que dicen: “Una tras otra, todas estas corrientes conllevan una mala influencia que degenera continuamente al hombre, que baja su moral y su calidad de integridad más y más, […] que no sabe nunca cuál es la verdad, que no puede discernir la diferencia entre las cosas positivas y las negativas, estas clases de tendencias, una tras otra, lo hacen aceptar con facilidad dichas tendencias, el criterio y las filosofías de vida, así como los valores que proceden de Satanás. Aceptan lo que este les dice sobre cómo plantearse la vida y la forma de vivir que Satanás les ‘concede’. No tienen la fuerza ni la capacidad, y mucho menos la consciencia de resistirse. […] Sin saberlo, sientes que si no engañas en los negocios sufrirás pérdidas, habrás perdido algo. Inconscientemente, este engaño se convierte en tu alma misma, tu pilar y también en un tipo de comportamiento que es una norma indispensable para tu vida. Después de que el hombre haya aceptado esta conducta y este pensamiento, ¿pasa el corazón del hombre por un cambio? Tu corazón ha cambiado, ¿ha cambiado, pues, tu integridad también? ¿Ha cambiado tu humanidad? (Sí.) Entonces, ¿ha cambiado tu conciencia? (Sí.) La totalidad del hombre experimenta un cambio cualitativo, de su corazón a sus pensamientos, hasta tal extremo que son cambiados desde el interior. Este cambio te lleva cada vez más y más lejos de Dios y te conformas más y más a Satanás, y eres más y más similar a él”.

A través de aquellas palabras de Dios supe: bajo la influencia de malvadas tendencias como “lo primordial es el beneficio”, “no hay negociante honesto” y “donde digo blanco digo negro”, me había convertido en una persona ávida de dinero y había perdido la conciencia y la razón de una persona normal. Recordé: Cuando al principio teñía el pelo, tan sólo cobraba diez yuanes, y estaba satisfecho. Ahora cobro sesenta yuanes y tengo la impresión de que aún no es suficiente, y espero sacarles aún más dinero a los clientes. Cuánto más gano, más deseo. Inconscientemente, acepté y di el visto bueno al engaño al creer: en el mundo de los negocios, si no engañas ni pillas a la gente, no haces bien tu trabajo ni sacas dinero, tan sólo tendrás pérdidas. El timo es mi ley de supervivencia en los negocios. Al comprobar los hechos con la palabra de Dios, me di cuenta de que aquello de lo que yo estaba viviendo pertenecía a Satanás; estaba viviendo sin personalidad ni dignidad y sin ningún parecido humano. Al darme cuenta de esto, me presenté ante Dios para arrepentirme: “Oh, Dios, con la sentencia de Tus palabras, me di cuenta de que soy demasiado embustero. No quiero seguir viviendo así. Quiero ser una persona honesta; ya no quiero seguir las malvadas tendencias de Satanás. Pero Satanás me ha corrompido tanto que no pude evitar engañar a los demás cuando se trataba de dinero e interés. Sálvame y Ayúdame a librarme de las ataduras del veneno de Satanás y Déjame ser una persona honesta”.

Los próximos días, para poner en práctica el ser una persona honesta, tomé una medida: establecer un precio fijo para cortar, alisar y poner permanentes, siempre según la tarifa más baja del ramo: siete yuanes, ochenta yuanes y cien yuanes. Pensé: a partir de ahora, no importa quién entre para arreglarse el pelo. Ya no volveré a cobrar precios desorbitados como antes. Hago una lista con los precios establecidos y que el cliente escoja.

Peluqueria

Un día vino un forastero a que le cortase el pelo. Cuando sacó la cartera y me preguntó cuánto era, por un instante, dudé porque vi docenas de billetes de cien yuanes, y pensé: ahora todas las demás peluquerías suben los precios; tan sólo quedo yo cobrando siete yuanes. Este parece un hombre rico. Si le pido diez yuanes, ¿acaso no sacaré tres yuanes más? A él no le van a importar esos tres yuanes. Y justo en ese momento, recordé de repente las palabras de Dios: “porque siempre he actuado con justicia, con equidad y con honor. En verdad deseo que vosotros también seáis virtuosos y no hagáis nada que vaya contra el cielo y la tierra, y en contra de vuestra conciencia. Esto es todo lo que os pido” La esencia de Dios es santa.Sus acciones son justas y gloriosas. Así que, Él exige que nosotros hagamos las cosas correctamente, y que hablemos y actuemos sin impureza. El precio que he establecido por un corte de pelo es de siete yuanes. ¿Porodos los clientes de forma justa? ¿Acaso no es dar un paso hacia atrás, a los viejos tiempos? No, no puedo permitir que Satanás me tome el pelo. Tengo que abandonar por completo mis tratos anteriores, hacer borrón y cuenta nueva. Así que, le dije la verdad: que eran siete yuanes. A pesar de no haber hecho dinero en esta ocasión, me sentí aliviado e increíblemente seguro y en paz conmigo mismo. No hay dinero en el mundo que pueda pagar esa sensación. Caté el sabor del júbilo por ser una persona honesta.

Tras haber catado el sabor del júbilo por ser una persona honesta, poco a poco el dinero fue importándome menos, y además desde lo más profundo de mi corazón, y estaba dispuesta a poner en práctica la honestidad.

Un día entró una clienta en mi tienda para que le alisara el pelo. Cuando la vi, noté que su pelo no servía para alisar, así que le dije: “No se puede alisar su pelo, porque se quemará”. En otra ocasión vino otra clienta para que le cortase el pelo. Vi que tenía el largo apropiado así que le dije: “Su pelo está bien así; será mejor que no lo corte porque no va a quedarle bien”. Se marchó con una sonrisa. Un cliente que estaba allí quedó algo confundido y dijo: “Nunca he visto a una persona tan honesta como usted. Vino a que le cortaran el pelo. Si usted simplemente le hubiese hecho un corte sencillo, ¿acaso no hubiese ganado dinero? Es usted demasiada honesta”. En una ocasión encontré un par de pendientes de oro que valdrían dos mil yuanes o más. Cuando la clienta volvió preguntando por ellos, se los devolví sin dudar. La clienta me dio las gracias: “Es usted tan amable. Qué suerte que los haya perdido en su tienda. Si los hubiese perdido en cualquier otra tienda, probablemente no los habría recuperado. De verdad es usted una buena persona”. Y yo pensé: No es que yo sea una buena persona, sino que las palabras de Dios me han cambiado.

Tras haber puesto en práctica el ser una persona honesta, para sorpresa mía, mi negocio empezó a ir viento en popa. Mucho más que antes. Es más: no sólo no pocos clientes se convirtieron en clientes habituales, sino que además trajeron consigo familiares y amigos. Algunos clientes decían: “Venimos todos por su honestidad”. Mi tienda está situada en un callejón, y había otra peluquería grande y de renombre en la misma calle. Con el tiempo, muchos clientes de aquella peluquería vinieron a la mía. Decían: “En la otra tienda cobran demasiado. Todos los servicios son más caros que aquí. Además, se sirven de todos los trucos posibles para engañarnos. No son tan honestos como usted. Los precios de usted son justos y razonables”. Dentro de nada esa tienda va a cerrar mientras que la mía tiene más clientes que antes, y cada vez el negocio es más próspero. Si hubiese continuado con mi manera anterior de hacer negocios, “lo primordial es el beneficio” y “no hay negociante honesto”, hoy por hoy, mi tienda hubiese corrido la misma suerte que esa otra, y acabaría cerrando las puertas. No puedo evitar dejar de ofrecer todas mis gracias y alabanzas a Dios, desde lo más profundo de mi corazón, y mientras tanto, lo he catado de verdad: seguir la palabra de Dios y ser una persona honesta, no sólo hizo que mi negocio vaya viento en popa, sino que mi corazón ha sido liberado y eximido, y disfruta de una felicidad incomparable. Tal como dice la palabra de Dios: “Por medio de los hechos que realizo a lo largo y ancho del universo, Yo mostraré a las personas honestas la maravilla de Mis acciones, y con eso aumentaré su sabiduría, su conocimiento y su discernimiento, y provocaré que las personas mentirosas sean destruidas en un instante debido a Mis hechos maravillosos”.

Fin.

(Traducido del original en inglés al español por Eva Trillo)

Recomendación: Testimonio cristiano


Un Viaje de Fe

2019-12-03 21:41:57 | Reflexiones Cristianas

Como todo recién llegado a América, Xiaomo no estaba familiarizada con nada. Cada día encontraba diversas dificultades con las que le costaba lidiar, como la barrera del idioma, no conocer el camino, etc. Entre estas dificultades, su supervivencia era la más urgente.

Después de establecerse allí, Xiaomo descubrió que le quedaba muy poco del dinero que había traído, lo que le hizo darse cuenta de que el dólar americano y el yuan chino eran muy diferentes. Xiaomo nunca olvidará que la primera vez que salió gastó 6,50$ en dos cuencos. “Eso equivale a la friolera de 30 o 40 yuanes”, no podía evitar exclamar, pero una hermana le sonrió y la tranquilizó: “Todo irá bien cuando te acostumbres”.

En la vida real, el dinero es una gran necesidad. Ante este pensamiento, Xiaomo entendió que tenía que encontrar un trabajo para ganarse la vida.

Durante todo un día, Xiaomo caminó por calles y caminos extraños. Entornos que no conocía y gente de distintas razas y lenguas, todo le hizo a Xiaomo sentirse insegura. Afortunadamente, Xiaomo vivía en Chinatown, donde hay muchas tiendas regentadas por chinos.

Tan pronto como Xiaomo vio un anuncio de trabajo en una tienda, se armó de valor para entrar y preguntar por él. Pero todo lo que oyó fue: “¿Sabes hablar inglés?” Desgraciadamente, Xiaomo no sabía inglés. Al final del día, después de recorrer el bloque entero de casas, Xiaomo estaba agotada y no había encontrado trabajo.

Por la noche, Xiaomo volvió a casa. Estaba muy deprimida. “Había cruzado el océano sólo para llegar a América. Sin la compañía de mis padres y parientes, ¿en quién podré confiar? ¿Quién me ayudará?” Pensando en estas cosas, Xiaomo derramaba lágrimas de impotencia.

 

Al ver esto, la hermana se acercó a ella y la consoló: “Cuando vine aquí por primera vez también pasé muchos apuros, igual que tú. Aunque di muchas vueltas, doy gracias a Dios por haberme guiado en ellas. En realidad, todos estos problemas son temporales. Dios los utiliza para aumentar nuestra fe, para ayudarnos a aprender a confiar en Él y mirar hacia Él, y para hacer que experimentemos tangiblemente la obra de Dios. Ahora que te encuentras con estas dificultades prácticas, deberías rezar más a Dios. Él es nuestra única confianza. Sólo cuando confiamos en Él tendremos un camino que seguir y nunca nos perderemos”.

Las palabras de la hermana le hicieron a Xiaomo recordar a Dios. Pensó: “¡Es cierto! ¿Cómo he podido olvidar a Dios?” Entonces Xiaomo rezó rápidamente a Dios, desahogando sus dificultades prácticas con Dios.

Después de rezar, Xiaomo pensó en estas palabras: “Todas las cosas bajo las disposiciones y la soberanía de Dios obedecen leyes naturales y, si te decides a dejar que Dios organice y dicte todo para ti, debes aprender a esperar, a buscar y a someterte. Esta es la actitud que toda persona que quiere someterse a la autoridad de Dios debe adoptar, la cualidad básica que debe poseer toda persona que quiere aceptar la soberanía y las disposiciones de Dios. Para tener tal actitud, para poseer tal cualidad, debéis trabajar más duro, y sólo así podréis entrar en la verdadera realidad”. Después de leer estas palabras, pensó: Todo obedece a una ley objetiva de desarrollo. Sólo he pasado un día buscando trabajo, y cuando he fallado, me he hundido en la negatividad y la dificultad. La verdad es que no tengo perseverancia. Además, he tenido poca fe. Las palabras dicen: “debes aprender a esperar, a buscar y a someterte”, debería someterme a la soberanía de Dios y a Sus planes para experimentar la obra de Dios y saborear Sus acciones.

Para su sorpresa, cuando Xiaomo cambió de actitud y condición y buscó trabajo de nuevo, encontró fácilmente uno en el que era competente. Xiaomo percibió que Dios estaba realmente vigilando a su lado, y que era su ayuda siempre presente. Pero como la mayor parte del tiempo no había habido lugar para Dios en su corazón y no había sabido cómo confiar en Dios, le había faltado la fe en Dios y había caído en todo tipo de dificultades y preocupaciones. Cuando Xiaomo dio gracias a Dios, también se sintió avergonzada de la poca fe que había tenido.

Sin darse cuenta, Xiaomo ya llevaba trabajando en un restaurante dos meses. Llegó un día, en realidad no era su día libre sino el de una compañera que había cambiado su turno con ella, de modo que Xiaomo no fue a trabajar. Hacia las tres de la tarde, su compañera la llamó para avisarla de que el restaurante se estaba quemando, y todos sus compañeros estaban asustados.

Al escuchar estas alarmantes noticias, Xiaomo siguió agradeciendo a Dios en su corazón. ¡Sabía bien que la razón por la que ella había podido escapar de esta tragedia era, sin duda, el cuidado y la protección de Dios! Resultó que el fuego se inició en su lugar de trabajo y destruyó tres o cuatro tiendas vecinas. Este suceso causó bastante revuelo a nivel local.

Dos días después, Xiaomo vio el restaurante quemado y a los compañeros que se encontraban allí en el momento del incendio. Aún seguían asustados. Mirando las expresiones de sus caras, Xiaomo sintió de verdad que había estado bien protegida por Dios.

Más tarde, Xiaomo recordó que varios días antes del accidente, ella había oído por casualidad a los encargados del restaurante decir que el jefe tenía pocos recursos y se iba a huir con dinero. Inesperadamente, unos días más tarde sucedió el incidente, y lo que ocurrió después probó que el jefe en realidad había huido, y lo había hecho con su dinero ganado con gran esfuerzo.

Por un lado, este asunto hizo a Xiaomo ver la justicia de Dios. La Biblia dice: “Amados, nunca os venguéis vosotros mismos, sino dad lugar a la ira de Dios, porque escrito está: ‘Mia es la venganza, yo pagare’, dice el Señor” (Romanos 12:19).

Por otro lado, esto desafiaba la fe de Xiaomo. El restaurante se había quemado, Xiaomo estaba sin empleo, y el jefe había huido con su salario de medio mes ganado con gran esfuerzo. Xiaomo contó atentamente todo el dinero que tenía, y descubrió que si quitaba el dinero del alquiler mensual de la casa, con el dinero restante apenas podía mantenerse.

Durante los días siguientes, el tiempo era muy valioso para Xiaomo, pues cada día de retraso en encontrar un trabajo significaba que tendría problemas graves. Xiaomo supo que sería otro viaje de fe. Previamente, ella había mostrado su pequeña fe en Dios; esta vez, estaba dispuesta a creer en el poder absoluto y la soberanía de Dios, a someterse a Su dirección y Sus planes.

Xiaomo pensó en estas palabras: “La fe es como un puente de un solo tronco: aquellos que se aferran miserablemente a la vida tendrán dificultades para cruzarlo, pero aquellos que están dispuestos a sacrificarse pueden pasar sin preocupación. Si el hombre tiene pensamientos de duda y de temor, es un engaño de Satanás. Él teme que crucemos el puente de la fe para entrar en Dios. Satanás diseña todos los medios posibles para enviarnos sus pensamientos; siempre debemos orar para que la luz que Dios brille sobre nosotros, y siempre debemos confiar en Dios para purificarnos del veneno de Satanás. Siempre debemos practicar en nuestros espíritus el acercarnos a Dios. Debemos permitir que Dios domine todo nuestro ser”. A través de las palabras de Dios, Xiaomo comprendió que su pequeña fe en Dios siempre le había hecho imaginar muchos resultados terribles, de modo que vivía con pánico e indefensión, perdiendo su fe en Dios y, en consecuencia, su confianza en Él, cayendo en el remolino de Satán. Todo esto era Satán atormentándola.

Las palabras dicen: “Recuerda la Era de la Ley. Cuando los israelitas se desplazaban, tras abandonar Egipto, Dios les dio codornices y maná. ¿Permitió Dios que los conservaran? (No.) Algunas personas, de mente cerrada, tuvieron miedo de que no hubiera más al día siguiente, por lo que guardaron un poco. ‘¡Guárdalo por si lo necesitamos más tarde!’ ¿Qué ocurrió entonces? Al día siguiente se había podrido. Dios no les permitió conservar nada como reserva, porque Él había tomado medidas que garantizaban que no pasaran hambre. Pero las personas no tenían esa confianza y siempre querían apartar un poco, porque pensaban: ‘¡No se puede confiar en los actos de Dios! No puedes verle ni tocarle. Sigue siendo mejor apartar algo para después. ¡Tienes que ser precavido, porque nadie cuidará de ti sino te buscas una solución por ti mismo!’ Como puedes ver, la humanidad no tiene esa confianza ni una fe sincera en Dios. Siempre deja algo de lado para después y nunca es capaz de ver todo el cuidado y la reflexión que Dios puso al prepararlo todo para la humanidad. Sencillamente, siempre es incapaz de sentirlo, y desconfía siempre de Dios y pensando: ‘¡No se puede confiar en las acciones de Dios! ¡Quién sabe si Él se lo dará a la humanidad ni cuándo lo hará! Si estoy realmente hambriento y Dios no lo da, ¿no pasaré hambre? ¿No me faltará nutrición?’ ¡Fíjate en lo pequeña que es la confianza del hombre!” Estas palabras borraron las imaginaciones de Xiaomo y aumentaron su fe. Ella creía que, aunque encontrara dificultades, estando en el extranjero sola, aparentemente aislada y sin amigos, sabía que no estaba sola porque Dios estaba con ella todo el tiempo. Aunque no percibía ni sentía que Dios hubiera hecho ya planes adecuados para todo, sabía que “Hay un tiempo señalado para todo, y hay un tiempo para cada suceso bajo el cielo” (Eclesiastés 3:1). Creía que Dios era su más poderoso guardián y que estaría a su lado, sin abandonarla jamás.

Durante los días siguientes, Xiaomo tuvo que cooperar en ciertas labores de la iglesia, entregándose así al intenso trabajo de la iglesia. A veces también pensaba en salir a buscar un trabajo, pero gracias a la dirección y protección de Dios, se sentía muy tranquila. Al ver el aspecto tranquilo de Xiaomo, la hermana dijo: “Si pones tu corazón en la iglesia, el trabajo llegará a ti por sí solo”. Xiaomo sólo sonrió. Interpretó las palabras de la hermana como una broma, y pensó que las cosas no eran tan simples como la hermana decía.

Aquella tarde, cuando Xiaomo había terminado de colaborar en la iglesia, en realidad ella sólo planeaba deambular para ver si había algún puesto de trabajo. Fue caminando hasta un centro comercial y, sorprendentemente, encontró un trabajo a los diez minutos. Y al emocionarse, fue más capaz de experimentar la soberanía de Dios, la fidelidad, la misericordia y el amor de Dios por ella.

Habiendo llegado tan lejos, Xiaomo ha apreciado verdaderamente que las experiencias de los cristianos que viven lejos en un país extranjero son realmente un viaje de fe. Y que con la compañía de Dios, salta el esplendor en el viaje.

(Traducido del original en inglés al español por Sara Roncal)

Scripture quotations taken from LBLA. Copyright by The Lockman Foundation.


Estrategias de trabajo: la táctica milagrosa para mantener nuestro trabajo

2019-12-02 22:32:44 | Reflexiones Cristianas

Por Mary, Estados Unidos

Cuando llegué por primera vez a los Estados Unidos, debido a la barrera del idioma, me tomó mucho tiempo antes de poder encontrar un trabajo en la cocina de un restaurante. Pero el temperamento del jefe era muy violento, tanto con los empleados nuevos como con los viejos, si encontraba fallas con alguien, o si el empleado le hacía algo desagradable, el gritaba o despedía a la gente en el acto. Cuando recién llegué, a mí también me gritaba a menudo.

En el restaurante, yo era responsable por ciertos platos. Una vez, para probarme, el jefe me preguntó, “Mary, ¿Cuáles son los ingredientes para preparar costillas de cerdo agridulces?” Yo estaba muy nerviosa, mi voz era un poco débil y se me olvidó uno de los ingredientes, en lo que mi jefe inmediatamente tiró la espátula de su mano, gritando: “¿Cómo podría haber contratado a una persona tan estúpida…?” La acusación del jefe me dolió profundamente, y no me atreví a decir nada. Todos los días algunos de nosotros seis en la cocina, éramos regañados y tres de ellos fueron despedidos por errores en su trabajo o por hacer cosas que no estaban de acuerdo con los deseos del jefe. Esto me tenía realmente preocupada. Todos los días al irme a trabajar, tenía los nervios de punta y era cuidadosa con todo lo que hacía, porque tenía miedo de ser regañada delante de todos por el jefe, por hacer las cosas mal o que me fuera a despedir.

El valor de la honestidad en el trabajo

 

Un día, fui a poner una bandeja de platos recién lavados en el estante, pero de repente me resbalé, dejando caer la bandeja que llevaba en mis brazos, llena de platos para estrellarse contra el suelo. Me quedé estupefacta, mirando las docenas de platos rotos. Pensé esto es todo, se acabó, he roto muchos platos. ¡Si el jefe se entera, definitivamente me despedirá! Yo tenía compañeros de trabajo que fueron despedidos por errores similares en el pasado. El solo pensarlo me aterraba y yo no sabía qué hacer. Cuando otros colegas oyeron lo que yo había hecho, algunos dijeron: “¿Cómo pudiste ser tan descuidada? No tengo ni idea de cuánto dinero te va a costar. Otros dijeron: “Bueno, eso es todo, Mary va a ser despedida, definitivamente. Escuchar lo que todos decían me puso más asustada. Este trabajo era difícil de encontrar y si realmente fuera despedida por el jefe. ¿Qué haría yo para mantenerme? Sabía que mi dominio del idioma no era bueno, pero no tenía otras habilidades no podría encontrar otro trabajo… Uno de mis compañeros de trabajo dijo: “Vamos, vamos a limpiar esto. No dejemos que el jefe se entere o si no ya sabe lo difícil que él hará las cosas para ti, Mary. “El jefe de cocina también se precipitó y dijo: “Todos de prisa ayuden a limpiar. ¡No podemos dejar que el jefe se entere!” Todos mis compañeros se pusieron a trabajar, algunos estaban ocupados barriendo, otros estaban recogiendo los fragmentos de platos destrozados, sentí tanto miedo como confusión, también ayudé a mis compañeros de trabajo a limpiar, pensando en hacer mi mayor esfuerzo para cubrirlo.

Pero después de que me agaché en el suelo y empecé a limpiar por algunos minutos, me sentí muy incómoda por dentro. Soy cristiana, obviamente había quebrado los platos y luego quería mentirle al jefe. Esto era engaño. ¡Esto no está de acuerdo con la voluntad de Dios! Pensé en las palabras de Dios: “Comportarte como un ser humano normal es hablar con coherencia. Sí significa sí, no significa no. Sé fiel a los hechos y habla apropiadamente. No hagas trampa, no mientas”. “En cada paso de la obra que Dios hace en el interior de las personas, externamente parece que se producen interacciones entre las personas, como nacidas de disposiciones humanas, o de la interferencia humana. Sin embargo, detrás de bambalinas, cada etapa de la obra, y todo lo que acontece, es una apuesta hecha por Satanás delante de Dios, y exige que las personas se mantengan firmes en su testimonio de Dios. […] No te ha ocurrido nada importante por el momento, y no das un gran testimonio, pero cada detalle de tu vida diaria tiene relación con el testimonio de Dios. Si puedes obtener la admiración de tus hermanos y hermanas, tus familiares, y todos a tu alrededor; […]

Mientras repasaba las palabras de Dios, me di cuenta de que: Soy cristiana y que ser honesta y no mentir son requerimientos de Dios para nosotros. Si hago algo malo, debo ser lo suficientemente valiente para asumir la responsabilidad, porque solo viviendo de esta manera puedo ser más humana y tener dignidad. Aunque la apariencia externa de este incidente es que rompí los platos, lo que me pasó es una prueba para mí. Dios está a mi lado para ver si puedo practicar la verdad y ser honesta, y Satanás está también mirándome y esperando a ver lo que yo elija. Si tratara de proteger mis propios intereses, temiendo ser regañada por el jefe o a ser despedida lo estaría resolviendo engañosamente y perder el testimonio. Satanás también me acusaría ante Dios, lo que humillaría el nombre de Dios. También demostraría que yo no soy alguien que realmente cree en Dios. Después de pensar en esto, mi corazón se puso brillante. Debo ser firme y ser testigo de Dios. Cuando vino el jefe, estaba lista para admitir mi error ante él.

En este momento, los movimientos de mis manos se hicieron lentos y cuando lo vió el jefe de cocina, dijo: “¡Mary, apúrate a limpia este lugar! El jefe estará aquí pronto” Cuando escuché esto, todavía sentía miedo, pero había decidido que quería actuar de acuerdo a la palabra de Dios y ser honesta. Incluso, aunque me hubiera despedido o regañado, no me iba a quejar.

Después de terminar de limpiar, vi al jefe de cocina escondiendo las piezas rotas en la parte inferior de la papelera y le dije: “No los escondas. Cuando llegue el jefe, le voy a decir la verdad y pagaré lo mucho que cueste…” Antes de que pudiera terminar, el chef me interrumpió ansiosamente, “Mary, ¿Qué te pasa? ¿Quieres que el jefe lo sepa?¿Eso es pedir que lo despidan?¿No quieres este trabajo?¿No sabes lo difícil que es encontrar un trabajo en este momento? Te ayudaremos a esconderlo del jefe, para que no te cause ningún problema”. No respondí, porque todavía estaba decidida a decírselo al jefe.

El tiempo pasó lentamente, 10 minutos, 20 minutos… Me imaginaba la expresión feroz del jefe y empecé a ponerme nerviosa y asustada otra vez. A pesar de que sabía que el requerimiento de Dios es que seamos gente honesta y realmente quería decirle al jefe que había roto tantos platos, me preocupaba que me despidieran. ¿Cuál sería la mejor forma de exponerle esto al jefe? Si no lo decía de la forma correcta, estaba segura que me regañaría fuertemente o ¡Aún peor que antes! Entre más pensaba en ello, más confundida estaba. Una hora pasó rápidamente y el jefe vendría a trabajar pronto, pero todavía no había pensado en cómo decírselo. Todo lo que podía hacer era orar con el corazón. “Dios, tengo miedo. Sé que hoy, con el fin de practicar la verdad, debo abrirme y ser honesta con el jefe, pero cuando estoy a punto de enfrentar el hecho, todavía estoy preocupada por ser despedida. Dios solo te pido que me des la confianza y la fuerza y no me permitas pensar solo en mis intereses si no poder practicar la verdad para satisfacerte a Ti”. Después de mi oración, un pasaje de la palabra de Dios apareció repentinamente en mi mente, “El corazón y el espíritu del hombre están en la mano de Dios y toda la vida del hombre es contemplada a los ojos de Dios. Independientemente de si crees esto o no, cualquiera de todas las cosas, vivas o muertas, cambiarán, se moverán, se renovarán y desaparecerán de acuerdo con los pensamientos de Dios. Así es como Dios gobierna sobre todas las cosas”. Con la guía y la iluminación de la palabra de Dios, mi corazón se sintió iluminado. Sí, Dios gobierna sobre todas las cosas, los asuntos y la gente, así que los pensamientos de mi jefe y mi trabajo estaban en las manos de Dios. Si Dios me permite quedarme, el jefe no me despedirá y si yo soy despedida, Dios también lo permitió, así que simplemente debería someterme a las disposiciones de Dios. Al darse cuenta de esto, mi corazón se sintió particularmente tranquilo y constante.

Una hora más tarde el jefe vino y yo seguí orando a Dios en mi corazón para pedir la fuerza para romper con el poder oscuro de Satanás y practicar la verdad. Gracias a Dios. Después de ver a mi jefe, no sabía de dónde venía la fuerza, pero le dije: “Jefe, hoy hice algo malo.” Después de que el jefe me oyó, no sólo no se enojó, sino que había un rastro de sonrisa en su cara, al tiempo que me preguntaba, “¿Qué hiciste mal?” Abrí la bolsa de la basura y dije: “Accidentalmente quebré un montón de platos, están aquí, así que vea cuánto dinero lo hice perder y puede deducirlo de mi salario.” El jefe se acercó y miró las piezas rotas en la bolsa, luego me dijo en un tono normal de voz: “No hay necesidad de pagar, son sólo platos rotos, no importa. Sólo espero que no te hayas lastimado las manos. Ten más cuidado de ahora en adelante. Luego volvió a preguntar si tenía alguna herida. Me sorprendió y me alegró escuchar las palabras de mi jefe. Fue increíble que un jefe con una personalidad violenta pudiera decir esas cosas luego de que yo cometiera un error.

En este momento, mis colegas me miraron con expresiones de asombro en sus caras. No podían imaginar que realmente yo había admitido, voluntariamente, mi error ante el jefe y nunca esperé que el jefe, no sólo no me castigaría, sino que realmente me hablara gentilmente. Al tiempo que el jefe llevaba la basura a afuera conmigo, me preguntó al ir caminando: “No sé en qué estabas pensando. No tenías por qué decirle al jefe sobre esto, Todos te hubiéramos ayudado, porque sabemos que él es muy cruel con usted. ¿Te preocupaba que le dijéramos al jefe?”. Dije, muy seriamente: “No, yo sé que ustedes querían ayudarme, pero yo soy cristiana y Dios nos dijo que debíamos ser honestos, hacer las cosas prácticamente y que nunca involucrarnos en engaños. Si hacemos algo malo, debemos ser lo suficientemente valientes para enfrentarlo y soportarlo. Este es el principio por el cual los cristianos debemos vivir”. El jefe de cocina se sorprendió y dijo: “¡Usted es cristiana! No es de extrañar luego de tratarla por tanto tiempo. ¡Siempre he pensado que usted era una buena persona, a diferencia de otras personas! Realmente te admiro. Creer en Dios es algo bueno y en el futuro espero tener la oportunidad de aprender más de ti”. Luego de escuchar al jefe de cocina decir eso, me puse muy feliz y sinceramente le agradecí a Dios. Este fue el efecto de la palabra de Dios sobre mí, no porque yo fuera una buena persona.

Lo que me sorprendió aún más fue que desde entonces, el jefe no me volvió a gritar y cuando la tienda quiere reclutar nuevos empleados, lo discute conmigo y considera mis opiniones. También me dio un aumento. Este incidente me hizo entender que todas las situaciones que conozco y todas las personas, asuntos y cosas que encuentro dependen de la voluntad de Dios y que Dios usa estos ambientes para darnos más de la verdad. Cuando actuamos de acuerdo a los requerimientos de Dios, Podemos ver la guía y las bendiciones de Dios. ¡Gracias a Dios!

(Traducido del original en inglés al español por Xinia Arias Quirós)

Recomendación:Testimonios cristianos

Fuente del artículo: Caminando con Jesucristo


La actitud del cristiano en su trabajo

2019-12-01 22:10:39 | Reflexiones Cristianas

Hace pocos días, leí un artículo: “Dios es mi jefe”, uno de los subtítulos en el artículo, me conmovió mucho, y decía: el personaje principal era un periodista. En el pasado, él tuvo una mala actitud hacia su trabajo. En el registro de asistencia, escribió que había ido a hacer entrevistas, pero de hecho, él hizo trabajo de medio tiempo o se quedó en su casa durmiendo. Luego, empezó a creer en el Señor y fue bautizado. Cuando leía los requerimientos de Dios al hombre “no mientas”, él supo que los Cristianos debían ser honestos. Así que suplicó a Dios que quería convertirse en una persona honesta. Durante su oración, se dió cuenta de que había mentido cuando trabajaba. Por lo que se armó de valor para confesarle su falta al director y a su anterior jefe. Después de eso, él a menudo practicaba siendo una persona honesta de acuerdo con la palabra de Dios. Ha sido la palabra de Dios la que ha cambiado completamente su actitud hacia el trabajo. A final de año, él recibió el bono de asistencia perfecta por primera vez. Después de eso, aún cuando no hubiera supervisión de su superior y el sistema de control de entrada y salida, él podía levantarse temprano para escribir en casa. Él dice que Dios era su jefe, y necesita ser responsable ante él cuando trabaja. Hasta ahora, él ha estado tratando su trabajo de esta manera.

La palabra de Dios es realmente preciosa. Sólo un poquito de la palabra de Dios puede cambiar nuestra actitud hacia el trabajo, e incluso nuestra perspectiva de la vida y nuestros valores, de modo que podemos liberarnos de las mentiras de satanás y vivir con la confianza de la rectitud y la honestidad. Hice mi secreta resolución: haré mi trabajo delante de Dios y trataré a Dios como mi jefe porque también soy cristiano.

Una tarde, mi colega Vicky me envió el documento que había organizado para que lo revisara. Luego de corregir varios errores uno por uno, encontré que el título era inapropiado, pero no se me ocurrió nada luego de meditarlo por un rato. Así que le dije que lo cambiara. Luego empecé a atender mis propios asuntos.

Después de un rato, Viki me envió otro título. La dejé pensarlo de nuevo cuando me dí cuenta de que el nuevo título tampoco era apropiado y le aconsejé que buscara una mejor idea en la documentación anterior, y luego ella me envió otros dos títulos. Después de leerlos, pensé que no eran lo suficientemente buenos y se lo dije. Ella se sintió avergonzada, así que me pidió ayuda. Le prometí hacerlo casualmente. Sin embargo, mi promesa solo fue por cortesía y no tenía intención de ayudarla a buscar otro título.

Antes de ir a cama esa noche, Viki aún no había resuelto, así que no pudo culminar su documento a tiempo, se retrasó su progreso en el trabajo. En ese momento, me sentí un poco culpable y con intranquilidad porque recordé que le había prometido buscar otro título pero no lo había hecho. Así, que me postré ante Dios y oré, “¡Dios! Viki me pidió que la ayudara a encontrar otro título. Pero no lo hice aun cuando lo había prometido. ¡Dios! He mentido y no he sido honesto. Ahora me arrepiento y estoy dispuesto a convertirme en un hombre honesto , ayudando a Viki a elaborar otro título. Después de haber orado, pensé en la petición de Dios al hombre de “no mientas” y la palabra “Dios es mi jefe”. Entonces me di cuenta de que mi promesa de ayudar a Viki a elaborar otro título no era por voluntad propia. Porque esa vez pensé: ya que es su documento, eso equivaldría a su logro aun cuando yo haya elaborado su título. Por lo tanto, preferí hacer mi propio trabajo antes que ayudarla. Debido a mi egoísta y manipuladora disposición, le mentí. Por mis intereses, no estuve dispuesto a ayudarla, pero ignoré el hecho de que éramos compañeros. Ya que ella me había dejado revisar su documentación de trabajo. Debí haber sido responsable por ello y mirarlo como una comisión o tarea que Dios me dió. Y debí haber tratado el tema de cara a Dios y aceptar Su observación, no enfocarme en esclarecer a quién en la Tierra pertenecía este documento. Pensando en esto, me sentí dispuesto a ayudar a Viki a pensar en otro título.

“Dios es mi jefe”, es lo que pensé al despertar la mañana siguiente, lo que me hizo sentir alegría en mi corazón. Tan pronto como llegué a la oficina; oré a Dios primero y luego ayudé a Viki a buscar otro título. Le recomendé algún material, y también consulté con algunos colegas. Al final, escogí un título que pensé era el mejor y se lo envié a Viki. Ella también estaba satisfecha con ese título. Despueś, le hice una pequeña corrección al final del documento y lo terminamos juntos. Mirando su logro, sentí mucha felicidad en mi corazón, ¡y también le di la gloria a Dios!

Aquél día, traté mi trabajo de acuerdo con la fe, “Dios es mi jefe”. Como resultado, pude llevarme bien con colegas de otros departamentos y terminamos siendo buenos compañeros. Juntos tratábamos varias cosas, discutiendo soluciones y buscando diferentes ideas. Muchos problemas en el trabajo pudieron ser finalmente resueltos cuando los discutíamos juntos y nos comunicábamos. De esta manera, no solo la eficiencia y la calidad incrementaron, sino que las relaciones entre nosotros también mejoraron. Es por la palabra de Dios que podría tener una actitud correcta hacia mi trabajo y encontrar cómo vivir una vida de valor y significado. ¡Gracias Dios!

El Señor Jesús dijo: “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre sino por mí” (Juan 14:6). La palabra de Dios es la base de nuestra existencia, y también la brújula para nuestras acciones. Si actuamos de acuerdo con la palabra de Dios, si hacemos todo ante Dios y somos responsables de cada elemento en el trabajo, Dios estará con nosotros y nos mostrará el camino para la práctica. Además, podremos vivir con la confianza de la rectitud y felizmente.

(Traducido del original en inglés al español por Francy Cañizalez)

Scripture quotations taken from LBLA. Copyright by The Lockman Foundation.

Recomendación: La verdad de Dios


Un cristiano en el trabajo: ¿Cómo ser un buen lider?

2019-12-01 22:02:33 | la Fuente de la Vida

Cuando menciono la palabra “superior”, creo que bastantes personas pensarán en adjetivos como “estricto” y “exigente”. Yo también solía pensar que un superior debía ser estricto con sus subordinados y que su palabra tenía que ser como la ley; pensaba que era la única manera de dirigir de manera efectiva a los empleados. Pero en la práctica vi que no era un buen enfoque.

Personal alienado por mi estilo de dirección estricto

Seis meses después de entrar en el mundo laboral, me ascendieron a ser el gerente general del Departamento de Recursos Humanos de la empresa. Quería aumentar el rendimiento de mi equipo para poder probar que tenía capacidad de mando, así que les ordené a mis subordinados que trabajasen de manera muy eficaz y rápida o de lo contrario hablaría con ellos en serio, fuera cual fuera la razón. Los informes diarios que me entregaban tenían que estar libres de errores; si uno de ellos no cumplía mis expectativas, no sólo les amonestaría, sino que haría que lo cambiaran hasta que me sintiese satisfecho.

Una vez, una empleada no hizo bien un informe. Le dije cómo debía cambiarlo, pero aún así no lo hizo correctamente. Al final, tiré el cuaderno entero diciendo: “Olvídate de él, le pediré a otro que lo haga. No tengo paciencia para esperar a que lo hagas”. Ella tembló de miedo cuando me puse así, pero no me importaba porque pensaba que ella simplemente era una holgazana y no quería malgastar mi energía mental. Otra vez, cuando otra empleada me hizo una pregunta y me sonó demasiado simple, me enfadé mucho y le regañé: “¿Cuántas veces te lo he dicho? Cuando tengas una pregunta, piensa primero y averigua tú la respuesta. ¿Por qué me estás preguntando algo tan simple?”. Ella bajó la cabeza y se fue diciendo: “Oh”. Poco después me enteré de que había estado llorando en el baño. Esto me pesó en la conciencia y sentí que mi estilo de dirección era demasiado duro, pero entonces pensé: si no soy estricto con ellos, ¿cómo van a trabajar bien? Así que no pensé demasiado en ello.

Después de un tiempo, mi enfoque de dirección estricto se hizo famoso por la empresa y cuando se contrataba a alguien nuevo le pedía al gerente que no le asignase a mi departamento. Pero, como mi departamento era muy eficiente, seguía asignando a personal para trabajar bajo mi supervisión. Todo el que se unía al departamento estaba lleno de ansiedad y trepidación en el trabajo, temiendo ser amonestado por mí si cometía algún error. Hablaban los unos con los otros en voz muy baja y si me veían venir, inmediatamente se iban a sus escritorios. Al ver que las cosas estaban así, me sentí sin esperanza. Mis empleados cada vez querían estar más lejos de mí y no me hablaban si no era necesario para su trabajo. Me empecé a sentir solo y sabía que era mi estilo de dirección lo que les daba miedo, pero pensaba que para gestionar un equipo bien no tenía otro remedio.

Una dimisión tras otra me hizo recapacitar

En abril de 2015, acabé en el sector del supermercado y me convertí en el gerente general de una nueva tienda, a cargo del funcionamiento de toda la tienda. De nuevo, para poder crear un equipo excelente y mostrar mis habilidades de liderazgo, exigí a mi plantilla no sólo reponer rápidamente, sino que también se organizasen bien las cosas de manera ordenada y agradable a la vista. Si eran lentos o no entendían mis instrucciones les amonestaba: “¿No tenéis cerebro? ¿Cómo habéis organizado los productos de esa manera? No sabéis lo que estáis haciendo y ni os molestáis en preguntar a nadie; ¿para qué tenéis la lengua?”. Pero lo que no esperaba era que, al usar el mismo estilo de dirección en esa tienda, no sólo no aumentó la eficiencia en el trabajo, sino que muchos empleados dimitieron a una media de uno o dos por mes. Casi nadie se quedaba más de seis meses.

Al ver que este enfoque de dirección no sólo no estaba consiguiendo buenos resultados, sino que estaba causando cada vez más dimisiones, me sentí ineficaz y solo con el problema. En ese momento tuve que reflexionar: ¿Por qué soy tan diligente en mi papel de gerente pero las cosas están saliendo así? Me sentí increíblemente perdido y no sabía qué hacer.

El problema detrás de mi mal temperamento con el personal

Más adelante leí en la palabra de Dios: “Una vez que el hombre tiene estatus, encontrará frecuentemente difícil controlar su estado de ánimo, y disfrutará aprovechándose de situaciones para expresar su insatisfacción y dar rienda suelta a sus emociones; a menudo estallará de furia sin razón aparente, como para revelar su capacidad y hacer que otros sepan que su estatus e identidad son diferentes de los de las personas ordinarias. Por supuesto, las personas corruptas sin estatus alguno también perderán frecuentemente el control. Su enojo es a menudo provocado por un daño a sus beneficios individuales. Con el fin de proteger su propio estatus y dignidad, la humanidad corrupta dará frecuentemente rienda suelta a sus emociones y revelará su naturaleza arrogante. El hombre estallará de ira y descargará sus emociones a fin de defender la existencia del pecado, y estas acciones son las formas en las que el hombre expresa su insatisfacción. Estas acciones rebosan de inmundicia; rebosan de conspiraciones e intrigas; rebosan de la corrupción y la maldad del hombre, más aun, rebosan de las ambiciones y los deseos salvajes del hombre”. Después de leer las palabras de Dios por fin entendí que perder la calma cuando me apetecía venía de estar bajo el control de un carácter satánico arrogante, y que lo hacía para proteger mi propia condición y dignidad. Me di cuenta de que, después de convertirme en gerente, para probar que era competente y establecer una buena imagen dentro de la empresa, en cada faceta del trabajo hacía exigencias estrictas a los empleados, y si no podían cumplirlas, me dirigía a ellos desde mi posición como líder y perdía los estribos y les regañaba todo lo que quería. ¿Acaso enfadarme sólo si los empleados hacían un trabajo de calidad inferior no probaba que era un gerente incompetente y así quedaría mal en la empresa? Aunque conseguí algunos buenos resultados con mi estilo de dirección al principio, era muy restrictivo para mi plantilla y mi relación con mis empleados se hizo muy fría. Era simplemente una relación de superior-subordinado y llegó hasta el punto en que nadie quería trabajar en mi departamento. Y entonces, cuando utilicé los mismos métodos para dirigir el supermercado, un gran número de empleados dimitió. Entendí que al confiar en mi propio carácter corrupto para dirigir personal, sólo hacía daño a mis empleados y les restringía y también hacía daño a los intereses del supermercado. Pensé que, como cristiano, mis acciones debían glorificar y dar testimonio a Dios, y no debía pensar sólo en mi propia posición y mis intereses. En particular, no podía confiar en mi propio carácter corrupto de perder los estribos y regañar a los demás. Entonces, oré a Dios y me decidí a no satisfacer mis ambiciones y deseos personales, regañando arbitrariamente al personal a causa de mi carácter satánico.

Desde entonces, cuando los empleados no entendían algo, practicaba la paciencia y se lo explicaba, y cuando había problemas con su trabajo, les daba consejos y ayuda. Aunque a veces todavía les decía que no habían hecho algo bien, ya no les regañaba, sino que se lo explicaba claramente para que entendiesen las consecuencias del error. Cuando lo entendían, lo hacían mejor y contentos. Después de poner esto en práctica durante un tiempo, mi relación con el personal ya no era tan rígida y mi corazón se sintió mucho más libre.

Aprender a cómo tratar a los demás justamente

Poco después me encontré en otro ambiente. Una persona nueva empezó a trabajar en la tienda y no era de un calibre muy alto. Nunca completaba bien las tareas que le asignaba, e incluso después de recibir formación varias veces, no sólo seguía sin entender, sino que tampoco preguntaba a los demás cómo se hacían las cosas.  Me sentí algo irritado, pensando: “¿Cómo va a ser competente en el trabajo de esta manera? Si le despido me ahorraré muchos problemas”. Cuando esto me vino a la mente, me sentí bastante inquieto; entonces me acerqué a Dios en oración: “¡Oh, Dios! No puedo soportar a esta empleada y quiero despedirla, pero me siento muy inquieto por eso. No sé cómo solucionarlo, por favor, guíame”.

Más adelante le hablé a una hermana en la iglesia acerca de mi situación y me leyó un pasaje de las palabras de Dios: “Entre todas las cosas de la creación, desde las grandes a las pequeñas, y desde estas a las microscópicas, no había ni siquiera una que no hubiese sido creada por la autoridad y el poder del Creador, y existía una necesidad y un valor únicos e inherentes a la existencia de cada criatura. Independientemente de las diferencias de forma y estructura, sólo tenía que hacerlas el Creador para que existieran bajo Su autoridad”. También me leyó de Sermones y enseñanzas sobre la entrada a la vida: “La habilidad para tratar correctamente a otras personas no está en sobreestimarlas ni en subestimarlas. Ya sea que otras personas sean estúpidas o inteligentes, ya sean de buena calidad o de mala calidad, ya sean ricas o sin dinero, en todos los casos no debes tener prejuicios ni confiar en los sentimientos. No impongas tus propias preferencias en los demás. Aún más, no impongas en alguien más lo que no te gusta. Esto no es tratar de hacer que alguien haga lo que no está dispuesto a hacer. Al hacer cosas, no te preocupes sólo por ti mismo. También debes tomar en consideración a otras personas. Debes aprender de qué manera ayudar mejor a otras personas y ayudar a otros a obtener beneficios”.

Entonces compartió lo siguiente en comunión: “Todas las cosas creadas por Dios deben existir; todas tienen sus fuerzas y su valor inherente. Aunque cada uno de nosotros crecemos en ambientes diferentes y tenemos diferentes calibres, tenemos que tratar a la gente como debe ser tratada y hacer más por averiguar cuáles son sus puntos fuertes, y entonces buscarles una posición adecuada según sus habilidades. No intentes buscarle la cuadratura al círculo. No es justo tratar a la gente y pedirle cosas siempre basándonos en nuestras exigencias personales, ya que esto viene de un carácter arrogante. Por eso, debemos ser más comprensivos y tolerantes con las deficiencias y debilidades de los demás. Debemos ayudar a los demás con amor, esta es la única manera de tratar con justicia”. Después de escuchar esta palabra de comunión de la hermana, comprendí que Dios ha creado a todo el mundo de manera diferente y que todos tenemos nuestras habilidades individuales. No debería despreciar a los demás, y sobre todo no debería imponer mis exigencias sobre los demás, intentando forzarles a hacer cosas que no pueden hacer. Lo que debería hacer es organizar las cosas según sus habilidades, al tiempo en que aprendo a cómo respetar y entender a los demás; también debo hacer todo lo posible por ayudarles. También pensé en el hecho de que la empleada no había estado en su trabajo durante mucho tiempo y no lo conocía bien. No completar las tareas bien era excusable y debía ser más comprensivo y asignarle un trabajo adecuado para ella. No podía ser demasiado exigente.

Después de eso, le di algunas tareas simples según la situación práctica. Después de hacer esto durante un tiempo, me di cuenta de que era muy trabajadora y además honesta y obediente. Hacía todo lo que podía terminar y todo lo que le asignaba, y a veces incluso cuando terminaba su trabajo, se ofrecía para ayudar a los demás. Esos aspectos de su carácter eran cosas que yo mismo no poseía. Pensé que al principio, debido a mi carácter arrogante, había pensado en despedirla porque no cumplía mis expectativas, lo que no me permitió ver las cosas que hacía bien; entonces la tienda habría perdido a una empleada muy valiosa. ¡Le di gracias a Dios por Su ayuda!

excelente gestión

 

El trabajo sale bien cuando se hace según las palabras de Dios

 

En los días siguientes, ya no dependí de mi carácter arrogante, haciendo demandas severas a los empleados según mis propias exigencias. Empecé a darles más pautas y a decirles cómo organizar su trabajo. A veces, cuando un empleado no hacía algo a la perfección, siempre que se hubiese esforzado y lo hubiese hecho lo mejor que podía, podía ser comprensivo con él. Mi relación con los miembros de mi plantilla empezó a mejorar gradualmente y a veces bromeamos y hablamos los unos con los otros. No hay una enorme división entre nosotros y hay una comprensión implícita en la colaboración en el trabajo.

 

Unos meses más tarde hubo una fiesta mayor en Malasia y empezamos a recibir cargamentos muy grandes en la tienda. Yo además estaba ocupado con la organización del trabajo. Cuando vi que el trabajo progresaba despacio, me preocupó que nuestro inventario empezase a acumularse y que nuestro espacio de almacenamiento estuviese demasiado lleno, lo que sería un problema grave. Empecé a ponerme nervioso y una vez más sentí el impulso de depender de mi carácter corrupto para hacerles trabajar más rápido, pero al mismo tiempo me preocupaba que mis empleados se sintieran sofocados. Así que oré a Dios y le pedí que calmase mi corazón y entonces busqué una salida adecuada. Cuando mi corazón estuvo calmado, pensé en cómo cada uno tiene sus propias habilidades personales y que debía organizarlos para que ocupasen la posición más adecuada para cada uno para que desempeñasen su mejor labor particular, y entonces les proporcioné la ayuda necesaria. Cuando hice esto, vi que todo el mundo estaba desempeñando su función bien y los bienes almacenados fueron organizados a tiempo para que llegase el nuevo cargamento. Todo salió bien y todo el mundo ganó más y más confianza en su trabajo. Me sentí mucho más relajado.

 

A través de esa experiencia, vi que cuando dependía de mi carácter corrupto cuando trataba con mi personal, no sólo era muy restrictivo para todo el mundo, sino que también dañaba los intereses del supermercado. Cuando practiqué las palabras de Dios, no sólo mejoró mi relación con mis empleados, sino que el trabajo fue a la perfección. De esta experiencia vi que las palabras de Dios son la medida por la que debo ser una buena persona y poner Sus palabras en práctica puede transformar mi carácter corrupto y permitirme vivir como ser humano correctamente. También vi que poner en práctica las palabras de Dios me dará las bendiciones y ayuda de Dios, proporcionándome paz y gozo interior. ¡En el futuro, buscaré la verdad más y practicaré las palabras de Dios! Gracias a Dios, ¡toda la gloria sea para Dios!