Dios Todopoderoso es mi salvador

Que el amor y la misericordia de DIOS estén siempre contigo

Deberías obedecer a Dios al creer en Dios

2020-06-20 01:01:24 | Lectura diaria

 

Palabra de Dios para hoy | Deberías obedecer a Dios al creer en Dios

¿Por qué crees en Dios? La mayoría de las personas se confunden con esta pregunta. Siempre tienen dos puntos de vista completamente diferentes acerca del Dios práctico y del Dios que está en el cielo, lo que demuestra que creen en Dios, no con el fin de obedecer, sino para recibir ciertos beneficios o para escapar del sufrimiento del desastre. Sólo entonces son algo obedientes, pero su obediencia es condicional, es por el bien de sus propias perspectivas personales, y se les impone. Así que, ¿por qué crees en Dios? Si sólo es por el bien de tus perspectivas y de tu destino, entonces mejor no creas. Una creencia como esta es autoengaño, autoconsuelo y autoapreciación. Si tu fe no se construye sobre el fundamento de la obediencia a Dios, entonces al final vas a ser castigado como resultado de oponerte a Dios. Todos los que no buscan la obediencia a Dios en su fe están en contra de Dios. Dios pide que las personas busquen la verdad, que tengan sed de las palabras de Dios, que coman y beban las palabras de Dios y que las pongan en práctica para que puedan lograr la obediencia a Dios. Si tus motivos son realmente así, entonces con toda seguridad Dios te levantará y con toda seguridad será misericordioso contigo. Nadie puede dudar esto, y nadie lo puede cambiar. Si tus motivos no son en aras de obedecer a Dios, y si tienes otras metas, entonces todo lo que digas y hagas, tus oraciones ante Dios e incluso cada una de tus acciones, van a estar en contra de Dios. Puedes ser de voz suave y apacible, cada una de tus acciones y expresiones pueden parecer correctas, puedes parecer alguien que obedece, pero cuando se trata de tus motivos y tus puntos de vista acerca de la fe en Dios, todo lo que haces está en contra de Dios y es malo. Las personas que parecen tan obedientes como corderos, pero cuyos corazones albergan malas intenciones, son lobos con piel de cordero, ofenden directamente a Dios y Dios no perdonará a ni una sola de ellas. El Espíritu Santo pondrá de manifiesto a cada una de ellas para que todos puedan ver que cada una de esas que son hipócritas, el Espíritu Santo seguramente las aborrecerá y las rechazará. No te preocupes: Dios ajustará cuentas y corregirá a cada una de ellas, una por una.
Si no puedes aceptar la nueva luz de Dios, y no puedes entender todo lo que Dios hace hoy, y no la buscas o bien la dudas, la juzgas o la estudias y la analizas, entonces es que no tienes la menor intención de obedecer. Si, cuando la luz del aquí y ahora aparezca, todavía atesoras la luz de ayer y te opones a la nueva obra de Dios, entonces no eres más que un chiste, eres uno de los que están en contra de Dios de manera deliberada. Clave para obedecer a Dios es apreciar la nueva luz y ser capaz de aceptarla y ponerla en práctica. Sólo esta es la verdadera obediencia. Los que no tienen la voluntad de tener sed de Dios son incapaces de tener una mente que obedezca a Dios, y sólo se pueden oponer a Dios como resultado de su satisfacción con el estatus quo. Que el hombre no pueda obedecer a Dios se debe a que lo posee lo que antes fue. Las cosas que fueron antes les han dado a las personas todo tipo de nociones e ilusiones acerca de Dios que se han convertido en la imagen de Dios que tienen en sus mentes. Por lo tanto, en lo que creen es en sus propias nociones y en los estándares de su propia imaginación. Si mides al Dios que hace una obra actual el día de hoy contra el Dios de tu propia imaginación, entonces tu fe proviene de Satanás y va de acuerdo con tus propias preferencias y Dios no quiere una fe como esta. Independientemente de lo elevadas que sean sus referencias e independientemente de su entrega, incluso si han dedicado toda una vida de esfuerzos a Su obra y se han martirizado, Dios no aprueba a nadie que tenga una fe como esta. Él sólo les muestra un poco de gracia y les permite disfrutarla por un tiempo. Personas como estas no pueden poner en práctica la verdad, el Espíritu Santo no obra en su interior y Dios las eliminará a cada una de ellas, una por una. Independientemente de si son viejos o jóvenes, los que no obedecen a Dios en su fe, y tienen los motivos equivocados, son los que se oponen e interrumpen, y Dios eliminará indiscutiblemente a esas personas. Los que no tienen la más mínima obediencia a Dios, que sólo reconocen el nombre de Dios, y tienen algún presentimiento de la preciosura y hermosura pero que no mantienen el ritmo con los pasos del Espíritu Santo, y no obedecen la obra presente y las palabras del Espíritu Santo, esas personas viven en medio de la gracia de Dios y Dios ni las ganará ni las perfeccionará. Dios hace perfectas a las personas por medio de su obediencia, por medio de su comer, beber y disfrutar las palabras de Dios y por medio del sufrimiento y refinamiento en sus vidas. Sólo por medio de una fe como esta los caracteres de las personas pueden cambiar, sólo entonces pueden poseer el conocimiento verdadero de Dios. No estar satisfechos con vivir en medio de las gracias de Dios, tener sed de un modo activo de la verdad, buscar la verdad y buscar ser ganados por Dios, esto es lo que quiere decir obedecer conscientemente a Dios; esta es precisamente la clase de fe que Dios quiere. Las personas que no hacen nada más que disfrutar las gracias de Dios no pueden ser perfeccionadas o cambiadas, y su obediencia y piedad y su amor y paciencia, todo es superficial. Las que sólo disfrutan las gracias de Dios no pueden conocer a Dios realmente, e incluso cuando conocen a Dios, su conocimiento es superficial, y dicen cosas como que Dios ama al hombre o que Dios es compasivo con el hombre. Esto no representa la vida del hombre y no demuestra que las personas conozcan verdaderamente a Dios. Si, cuando las palabras de Dios las refinan, o cuando Sus pruebas vienen sobre ellas, las personas no pueden obedecer a Dios —si, en cambio, se vuelven indecisas y caen— entonces no son obedientes en lo más mínimo. Dentro de ellas hay muchas reglas y restricciones acerca de la fe en Dios, viejas experiencias que son el resultado de muchos años de fe o varias doctrinas que se basan en la Biblia. ¿Personas como estas podrían obedecer a Dios? Estas personas están llenas de cosas humanas, ¿cómo podrían obedecer a Dios? Todas obedecen de acuerdo a sus preferencias personales, ¿anhelaría Dios una obediencia como esa? Esto no es obedecer a Dios, sino ateniéndote a la doctrina, es satisfacerte y consolarte a ti mismo. Si dices que esto es obediencia a Dios, ¿no blasfemas contra Él? Eres un faraón egipcio, haces maldad y expresamente te comprometes en la obra de oponerte a Dios, ¿podría Dios querer un servicio como este? Será mejor que te apures y te arrepientas y tengas algo de conciencia de ti mismo. Si no, sería mejor que te fueras a casa: eso te haría más bien que tu servicio a Dios, no interrumpirías ni molestarías, sabrías cuál es tu lugar y vivirías bien, ¿y no sería eso mejor? ¡De esa manera evitarías estar en contra de Dios y ser castigado!
Recomendación: Devocionales Cristianos

El Salvador ya ha regresado sobre una “nube blanca”

2020-05-04 03:50:59 | Lectura diaria
Por varios miles de años el hombre ha anhelado poder ser testigo de la llegada del Salvador. El hombre ha anhelado contemplar a Jesús el Salvador sobre una nube blanca mientras desciende, en persona, entre aquellos que lo han añorado y anhelado durante miles de años. El hombre ha deseado que el Salvador regrese y se reúna con el pueblo, es decir, que Jesús el Salvador vuelva al pueblo de quien ha estado separado durante miles de años. Y el hombre espera que Él lleve a cabo una vez más la obra de redención que Él hizo entre los judíos, que sea compasivo y amoroso con los hombres, que perdone sus pecados, que los lleve e incluso que lleve todas las transgresiones del hombre y lo libre del pecado. Anhela que Jesús el Salvador sea el mismo que antes, un Salvador que sea adorable, afable y venerable, que nunca esté airado con el hombre ni le haga reproches, que este Salvador perdone y lleve todos los pecados del hombre e incluso muera en la cruz una vez más por él. Desde que Jesús partió, los discípulos que lo siguieron, y todos los santos que fueron salvos gracias a Su nombre, lo han estado añorando y esperando desesperadamente. Todos aquellos que fueron salvos por la gracia de Jesucristo durante la Era de la Gracia han estado anhelando ese día gozoso durante los últimos días, cuando Jesús el Salvador llegue sobre una nube blanca y aparezca entre los hombres. Por supuesto, este también es el deseo colectivo de todos aquellos que aceptan el nombre de Jesús el Salvador hoy. En todo el universo, todos aquellos que saben de la salvación de Jesús el Salvador han estado anhelando desesperadamente la llegada repentina de Jesucristo para cumplir Sus palabras cuando estuvo en la tierra: “Llegaré tal como partí”. El hombre cree que después de la crucifixión y la resurrección Jesús volvió al cielo sobre una nube blanca y tomó Su lugar a la diestra del Altísimo. De forma parecida, el hombre concibe que Jesús descenderá de nuevo sobre una nube blanca (esta nube se refiere a la nube sobre la que Jesús cabalgó cuando regresó al cielo) entre aquellos que lo han anhelado desesperadamente durante miles de años, y que Él llevará la imagen y las vestimentas de los judíos. Después de aparecer al hombre, Él le concederá comida y hará que el agua viva brote para él y vivirá en medio de él, lleno de gracia y amor, vivo y real. Y así sucesivamente. Sin embargo, Jesús el Salvador no hizo esto; Él hizo lo contrario de lo que el hombre concibió. No llegó entre los que habían anhelado Su regreso ni se les apareció a todos los hombres mientras cabalgaba sobre la nube blanca. Él ya ha llegado, pero el hombre no lo conoce y permanece ignorante de Él. El hombre solamente está esperándolo sin propósito, sin darse cuenta de que Él ya ha descendido sobre una “nube blanca” (la nube que es Su Espíritu, Sus palabras, todo Su carácter y todo lo que Él es) y está ahora entre un grupo de vencedores que Él formará durante los últimos días. El hombre no sabe esto: aunque el santo Salvador Jesús está lleno de afecto y amor hacia el hombre, ¿cómo podía obrar en “templos” habitados por la inmundicia y los espíritus inmundos? Aunque el hombre ha estado esperando Su llegada, ¿cómo podría Él aparecer a aquellos que comen la carne de los injustos, que beben la sangre de los injustos, que visten las ropas de los injustos, que creen en Él, pero que no lo conocen y que constantemente lo chantajean? El hombre sólo sabe que Jesús el Salvador está lleno de amor y compasión y que es la ofrenda por el pecado llena de redención. Pero el hombre no tiene idea de que Él también es Dios mismo, que rebosa de justicia, majestad, ira y juicio, que posee autoridad y está lleno de dignidad. Así pues, aunque el hombre ansiosamente anhela y ansía el regreso del Redentor, y hasta el cielo es conmovido por las oraciones del hombre, Jesús el Salvador no aparece a quienes creen en Él, pero que no lo conocen.
“Jehová” es el nombre que adopté durante Mi obra en Israel y significa el Dios de los israelitas (el pueblo escogido de Dios) que puede tener compasión del hombre, maldecirlo y guiar su vida. Significa el Dios que posee gran poder y está lleno de sabiduría. “Jesús” es Emanuel y significa la ofrenda por el pecado que está llena de amor, de compasión y que redime al hombre. Él hizo la obra de la Era de la Gracia y representa la Era de la Gracia, y sólo puede representar una parte del plan de gestión. Es decir, sólo Jehová es el Dios del pueblo escogido de Israel, el Dios de Abraham, el Dios de Isaac, el Dios de Jacob, el Dios de Moisés y el Dios de todo el pueblo de Israel. Y así en la era presente, todos los israelitas excepto la tribu de Judá, adoran a Jehová. Le hacen sacrificios en el altar y le sirven usando las túnicas de los sacerdotes en el templo. Lo que esperan es la reaparición de Jehová. Sólo Jesús es el Redentor de la humanidad. Él es la ofrenda por el pecado que redimió a la humanidad del pecado. Es decir, el nombre de Jesús vino de la Era de la Gracia y existió debido a la obra de redención en la Era de la Gracia. El nombre de Jesús existió para permitir que las personas de la Era de la Gracia nacieran de nuevo y fueran salvas, y es un nombre particular para la redención de toda la humanidad. Y por tanto el nombre de Jesús representa la obra de la redención y denota la Era de la Gracia. El nombre de Jehová es un nombre particular para el pueblo de Israel que vivía bajo la ley. En cada era y etapa de la obra, Mi nombre no carece de fundamento, sino que tiene un significado representativo: cada nombre representa una era. “Jehová” representa la Era de la Ley y es el título honorífico para el Dios adorado por el pueblo de Israel. “Jesús” representa la Era de la Gracia y es el nombre del Dios de todos aquellos que fueron redimidos durante la Era de la Gracia. Si el hombre sigue anhelando la llegada de Jesús el Salvador durante los últimos días, y sigue esperando que llegue con la imagen que llevó en Judea, entonces todo el plan de gestión de seis mil años se detendría en la Era de la Redención y sería incapaz de progresar más lejos. Los últimos días, además, nunca llegarían y la era nunca acabaría. Esto se debe a que Jesús el Salvador es sólo para la redención y salvación de la humanidad. Yo adopté el nombre de Jesús por el bien de todos los pecadores en la Era de la Gracia y no es el nombre por el cual llevaré a su fin a toda la humanidad. Aunque Jehová, Jesús y el Mesías representan todos a Mi Espíritu, estos nombres sólo denotan las diferentes eras en Mi plan de gestión y no me representan en Mi totalidad. Los nombres por los cuales me llaman las personas en la tierra no pueden expresar todo Mi carácter y todo lo que Yo soy. Son simplemente nombres diferentes por los que soy llamado durante las diferentes eras. Así pues, cuando la era final —la era de los últimos días— llegue, Mi nombre cambiará de nuevo. No se me llamará Jehová o Jesús, mucho menos el Mesías, sino que seré llamado el potente Dios Todopoderoso mismo y bajo este nombre pondré fin a toda la era. Una vez se me conoció como Jehová. También se me llamó el Mesías, y las personas me llamaron una vez Jesús el Salvador porque me amaban y respetaban. Pero hoy no soy el Jehová o el Jesús que las personas conocieron en tiempos pasados; Yo soy el Dios que ha regresado en los últimos días, el que pondrá fin a la era. Soy el Dios mismo que surge de los confines de la tierra, repleto de todo Mi carácter y lleno de autoridad, honor y gloria. Las personas nunca se han relacionado conmigo, nunca me han conocido y siempre han sido ignorantes de Mi carácter. Desde la creación del mundo hasta hoy, ni una sola persona me ha visto. Este es el Dios que aparece al hombre durante los últimos días, pero que está oculto en medio de los hombres. Él mora entre los hombres, verdadero y real, como el sol ardiente y la llama de fuego, lleno de poder y rebosante de autoridad. No hay una sola persona o cosa que no será juzgada por Mis palabras y ni una sola persona o cosa que no será purificada por el fuego ardiente. Finalmente, todas las naciones serán bendecidas debido a Mis palabras y también serán hechas pedazos debido a ellas. De esta forma, todas las personas durante los últimos días verán que Yo soy el Salvador que ha regresado, que Yo soy el Dios Todopoderoso que conquista a toda la humanidad, y que una vez fui la ofrenda por el pecado para el hombre, pero en los últimos días también me convierto en las llamas del sol que queman todas las cosas, así como el Sol de justicia que revela todas las cosas. Tal es Mi obra de los últimos días. Tomé este nombre y soy poseedor de este carácter para que todas las personas puedan ver que Yo soy un Dios justo, Yo soy el sol abrasador y la llama de fuego. Es para que todos puedan adorarme, el único Dios verdadero, y para que puedan ver Mi verdadero rostro: no soy sólo el Dios de los israelitas ni soy sólo el Redentor, soy el Dios de todas las criaturas en todos los cielos, la tierra y los mares.
Cuando llegue el Salvador durante los últimos días, si se le siguiera llamando Jesús y naciera de nuevo en Judea e hiciera Su obra allí, entonces esto demostraría que Yo sólo creé y redimí al pueblo de Israel y que no tengo nada que ver con los gentiles. ¿No contradiría esto Mis palabras de que “Yo soy el Señor que creó los cielos y la tierra y todas las cosas”? Dejé Judea y hago Mi obra entre los gentiles porque no soy solamente el Dios del pueblo de Israel, sino el Dios de todas las criaturas. Aparezco entre los gentiles durante los últimos días porque Yo no sólo soy Jehová, el Dios del pueblo de Israel, sino, además, porque Yo soy el Creador de todos Mis escogidos entre los gentiles. No sólo creé a Israel, Egipto y Líbano, sino que también creé a todas las naciones gentiles más allá de Israel. Y, debido a esto, Yo soy el Señor de todas las criaturas. Simplemente usé Israel como el punto de partida para Mi obra, empleé Judea y Galilea como las fortalezas de Mi obra de redención y usé las naciones gentiles como la base desde la que pondré fin a toda la era. Hice dos etapas de la obra en Israel (las dos etapas de la obra de la Era de la Ley y de la Era de la Gracia) y he estado llevando a cabo dos etapas más de la obra (la Era de la Gracia y la Era del Reino) a través de las naciones más allá de Israel. Entre las naciones gentiles haré la obra de conquistar y concluiré así la era. Si el hombre siempre me llama Jesucristo, pero no sabe que he comenzado una nueva era durante los últimos días y que me he embarcado en una nueva obra, y si el hombre siempre espera obsesivamente la llegada de Jesús el Salvador, entonces llamaré a las personas como esta las que no creen en Mí. Son personas que no me conocen y su creencia en Mí es una farsa. ¿Podrían tales personas ser testigos de la llegada de Jesús el Salvador desde el cielo? Lo que esperan no es Mi llegada sino la llegada del Rey de los judíos. No anhelan Mi aniquilación de este viejo mundo impuro, sino que anhelan la segunda venida de Jesús con la cual serán redimidos; esperan que Jesús redima una vez más a toda la humanidad de esta tierra inmunda e injusta. ¿Cómo pueden tales personas convertirse en quienes completen Mi obra durante los últimos días? Los deseos del hombre son incapaces de lograr Mis deseos o de completar Mi obra, porque el hombre simplemente admira o aprecia el recuerdo la obra que he hecho antes y no tiene idea de que Yo soy el Dios mismo que siempre es nuevo y nunca viejo. El hombre sólo sabe que Yo soy Jehová y Jesús, y no tiene ni idea de que Yo soy el Último, Aquél que pondrá fin a la humanidad. Todo lo que el hombre anhela y conoce es por sus propios conceptos y es simplemente lo que puede ver con sus propios ojos. No está en consonancia con la obra que Yo hago sino en discordancia con ella. Si Mi obra se condujera de acuerdo con las ideas del hombre, entonces, ¿cuándo terminaría? ¿Cuándo entraría la humanidad en el reposo? ¿Y cómo podría Yo entrar en el séptimo día, en el Sabbat? Yo obro de acuerdo a Mi plan, a Mi objetivo y no según la intención del hombre.
 
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