Dios Todopoderoso es mi salvador

Que el amor y la misericordia de DIOS estén siempre contigo

El Hijo del Hombre es el Señor aún en el día de reposo

2019-08-31 01:31:11 | Testimonios de Vida

1. (Mateo 12:1) Esa vez, Jesús fue por los campos de maíz en un día de reposo; los discípulos tenían hambre y comenzaron a arrancar las mazorcas de maíz para comerlas.

2. (Mateo 12:6-8) Pero Yo os digo que en este lugar hay uno que es más grande que este templo. Pero si vosotros hubierais sabido lo que esto significa, Yo recibiría misericordia y no sacrificio, vosotros no condenaríais a los inocentes. Porque el Hijo del Hombre es el Señor aún en el día de reposo.

 

Le echaremos primero una mirada a este pasaje: “Esa vez, Jesús fue por los campos de maíz en un día de reposo; los discípulos tenían hambre y comenzaron a arrancar las mazorcas de maíz para comerlas”.

¿Por qué hemos escogido este pasaje? ¿Qué relación guarda con el carácter de Dios? En este texto, lo primero que sabemos es que era el día de reposo, pero el Señor Jesús salió y llevó a Sus discípulos por los campos de maíz. Y lo más “escandaloso” es que hasta “comenzaron a arrancar las mazorcas de maíz para comerlas”. En la Era de la Ley, las leyes de Jehová Dios consistían en que las personas no podían salir de manera informal ni participar en actividades en Sabbat: habían muchas cosas que no se podían hacer en Sabbat. Esta acción por parte del Señor Jesús fue desconcertante para quienes habían vivido bajo la ley durante largo tiempo, y hasta provocó críticas. En cuanto a su confusión y a cómo hablaban sobre lo que Jesús hizo, lo dejaremos de lado por ahora y analizaremos primero por qué el Señor Jesús escogió, entre todos los días, hacer esto en el día de reposo, y qué quería comunicar por medio de esta acción a los que vivían bajo la ley. Esta es la relación entre este pasaje y el carácter de Dios sobre la que quiero hablar.

Cuando el Señor Jesús vino, usó Sus actos prácticos para comunicarles a las personas: Dios se había marchado de la Era de la Ley, y había comenzado una nueva obra; esta no requería la observancia del Sabbat. Cuando Dios salió de los límites del día de reposo, solo fue un anticipo de Su nueva obra, y Su gran obra seguía realizándose. Cuando el Señor Jesús empezó Su obra, ya había dejado atrás los grilletes de la Era de la Ley, y se había abierto paso entre las normas y los principios de esa era. En Él no había rastro de nada relacionado con la ley; la había desechado por completo y ya no la observaba; ya no requería que la humanidad la cumpliera. De modo que aquí ves que el Señor Jesús atravesó los maizales en el día de reposo; el Señor no descansó, sino que salió a trabajar. Este acto suyo fue una conmoción para los conceptos de las personas y les comunicaba que Él ya no vivía bajo ella; que Él había abandonado los límites del Sabbat y apareció delante de la humanidad y en medio de ellos con una nueva imagen, con una nueva forma de obrar. Este acto suyo les decía a las personas que Él había traído consigo una nueva obra que empezó saliendo de la ley y del día de reposo. Cuando Dios llevó a cabo Su nueva obra, dejó de aferrarse al pasado y ya no se preocupó más por la normativa de la Era de la Ley. Tampoco le afectó Su obra en la era anterior, sino que trabajó como de costumbre durante el día de reposo, y cuando Sus discípulos tuvieron hambre, pudieron arrancar espigas de maíz para comer. Todo aquello era muy normal a los ojos de Dios. Él podía tener un nuevo comienzo para gran parte de la obra que quería hacer y para las cosas que quería decir. Cuando tiene un nuevo comienzo ni menciona de nuevo Su obra previa, ni sigue con ella. Y es que Dios tiene Sus principios en Su obra. Cuando quiere empezar una nueva obra es cuando quiere llevar a la humanidad a una nueva etapa de la misma, y cuando esta ha entrado en una fase más alta. Si las personas siguen actuando según los antiguos dichos o normas, o siguen aferrados a ellos, Él no lo conmemorará ni lo elogiará. Esto se debe a que ya ha introducido una nueva obra y ha entrado en una nueva fase de la suya. Cuando inicia una nueva obra, se aparece a la humanidad con una imagen completamente nueva, desde un ángulo totalmente nuevo y de un modo plenamente nuevo para que las personas puedan ver distintos aspectos de Su carácter y lo que Él tiene y es. Esta es una de Sus metas en Su nueva obra. Dios no se aferra a lo antiguo ni toma el camino trillado; cuando obra y habla no es tan prohibitivo como los seres humanos imaginan. En Dios, todo es libre y está liberado, y no hay prohibición ni coacción: lo que Él le trae a la humanidad es completa libertad y liberación. Es un Dios vivo, que existe genuina y verdaderamente. No es una marioneta ni una escultura de arcilla, y es por completo diferente de los ídolos que las personas consagran y adoran. Está vivo y vibrante, y lo que Sus palabras y Su obra les aporta a los seres humanos es todo vida y luz, libertad y liberación, porque Él contiene la verdad, la vida y el camino; Él no está obligado por nada en parte alguna de Su obra. Independientemente de lo que digan las personas y de cómo vean o valoren Su nueva obra, Él la realizará sin reparo alguno. No se preocupará por los conceptos de nadie ni por los dedos que señalen Su obra y Sus palabras, o tan siquiera por la fuerte oposición y resistencia de ellos a Su nueva obra. Nadie, en toda la creación, puede usar la razón, la imaginación, el conocimiento o la moralidad humanos para medir o definir lo que Dios hace para desacreditar, interrumpir o sabotear Su obra. No existe prohibición en Su obra ni en lo que Él hace, y no se verá obligado por ningún hombre, cosa u objeto, y esta no será alterada por ninguna fuerza hostil. En Su nueva obra es el Rey siempre victorioso y pisotea, bajo el estrado de Sus pies, todas las herejías y las falacias de la humanidad. Independientemente de la nueva etapa de Su obra que esté llevando a cabo, debe desarrollarse y expandirse en medio de la humanidad, y debe llevarse a cabo sin estorbo en todo el universo, hasta que Su gran obra haya concluido. Este es el poderío y la sabiduría de Dios, Su autoridad y Su poder. Así, el Señor Jesús podía salir abiertamente y trabajar en el día de reposo, porque en Su corazón no había normas ni conocimiento, ni doctrina originada en la humanidad. Lo que Él tenía era la nueva obra de Dios y Su camino, y Su obra era la manera de liberar a la humanidad, de desencadenarla y permitirle existir en la luz y vivir. Aquellos que adoran a los ídolos o a falsos dioses viven cada día atados por Satanás, reprimidos por todo tipo de normas y tabúes, hoy se prohíbe una cosa y mañana otra; no hay libertad en su vida. Son como prisioneros engrilletados, sin gozo del que hablar. ¿Qué representa la “prohibición”? Simboliza restricciones, lazos y maldad. Tan pronto como una persona adora a un ídolo, están venerando a un falso dios, a un espíritu maligno. La prohibición viene acompañada de esto. No se puede comer esto o aquello; hoy no se puede salir; mañana no se puede encender el horno; al día siguiente uno no puede mudarse a una casa nueva; se deben seleccionar ciertos días para bodas y funerales, y hasta para dar a luz. ¿Cómo se denomina esto? Se le llama prohibición; es esclavitud de la humanidad, y son los grilletes de Satanás y los espíritus malignos que los controlan y cohíben su corazón y su cuerpo. ¿Existen estas prohibiciones con Dios? Cuando se habla de la santidad de Dios, deberías pensar primero en esto: Con Dios no hay prohibiciones. Dios tiene principios en Sus palabras y en Su obra, pero no son prohibiciones, porque Dios mismo es la verdad, el camino y la vida.

Consideremos ahora el siguiente pasaje: “Pero Yo os digo que en este lugar hay uno que es más grande que este templo. Pero si vosotros hubierais sabido lo que esto significa, Yo recibiría misericordia y no sacrificio, vosotros no condenaríais a los inocentes. Porque el Hijo del Hombre es el Señor aún en el día de reposo” (Mateo 12:6-8). ¿A qué se refiere “templo” aquí? Por decirlo de un modo sencillo, “templo” alude a un edificio magnífico, alto, y en la Era de la Ley, era un lugar donde los sacerdotes adoraban a Dios. Cuando el Señor Jesús declaró “en este lugar hay uno que es más grande que este templo”, ¿a quién se refería ese “uno”? Claramente, se trata del Señor Jesús en la carne, porque solo Él era mayor que el templo. ¿Qué transmiten esas palabras a las personas? Les indica que salgan del templo; Dios ya lo había abandonado y no obraba más allí, así que las personas deberían buscar las huellas de Dios fuera de él y seguirlas en Su nueva obra. El trasfondo de esta afirmación del Señor Jesús es que bajo la ley, los seres humanos habían llegado a considerar el templo como algo mayor que Dios mismo. Es decir, las personas adoraban el templo en lugar de a Dios, así que el Señor Jesús les advierte que no adoren a los ídolos, sino a Dios porque Él es supremo. Por consiguiente, Él dijo: “Yo recibiría misericordia y no sacrificio”. Es evidente que, a los ojos del Señor Jesús, la mayoría de las personas que estaban bajo la ley ya no adoraban a Jehová, sino que llevaban a cabo el proceso del sacrificio, y determinó que esto era “adorar a los ídolos”. Estos adoradores de ídolos veían el templo como algo mayor y más elevado que Dios. En sus corazones solo figuraba el templo, Dios no; si lo perdían, con él perdían también su morada. Sin él no tenían donde adorar y no podrían llevar a cabo sus sacrificios. Su pretendida morada era donde ellos operaban bajo el estandarte de la adoración a Jehová Dios, algo que les permitía permanecer en el templo y llevar a cabo sus propios negocios. Los pretendidos sacrificios que realizaban eran solo para efectuar sus propios tratos personales y vergonzosos bajo el disfraz de cumplir con su servicio en el templo. Por esta razón, las personas de aquella época consideraban que el templo era mayor que Dios, porque lo usaban como tapadera, y los sacrificios como pretexto para engañar a otros y a Dios; el Señor Jesús declaró esto para advertir a las personas […].

A continuación, consideremos la última frase de este pasaje de las escrituras: “Porque el Hijo del Hombre es el Señor aún en el día de reposo”. ¿Existe un lado práctico en esta frase? ¿Podéis verlo? Cada una de las cosas que Dios afirma sale de Su corazón, ¿por qué dijo esto, pues? ¿Qué entendéis por eso? Es posible que entendáis el significado de esta frase ahora, pero en aquel tiempo no muchos lo comprendían, porque la humanidad acababa de salir de la Era de la Ley. Para ellos, salir del día de reposo era algo muy difícil, por no hablar de entender lo que es el verdadero Sabbat.

La frase “el Hijo del Hombre es el Señor aún en el día de reposo” les dice a las personas que todo lo de Dios es inmaterial, y aunque Dios pueda suplir todas tus necesidades materiales, una vez satisfechas estas, ¿puede la satisfacción que proporcionan estas cosas sustituir tu búsqueda de la verdad? ¡Es evidente que no es posible! El carácter de Dios y lo que Él tiene y es, sobre los que hemos estado comunicando, son la verdad. No se pueden medir con el alto precio de los objetos materiales ni su valor se puede cuantificar con dinero, porque no es algo material y suple las necesidades del corazón de todas y cada una de las personas. Para cada persona, el valor de estas verdades intangibles debería ser mayor que el de cualquier cosa material que te parezca hermosa, ¿verdad? Esta declaración es algo a lo que tenéis que dedicarle tiempo. La idea clave de lo que he dicho es que lo que Dios tiene y es, y todo lo suyo, son lo más importante para cada persona y no pueden ser sustituidos por ningún objeto material. Te daré un ejemplo: Cuando tienes hambre, necesitas comida. Esta puede ser relativamente buena o deficiente, pero en cuanto te hartas, esa desagradable sensación de estar hambriento ya no existe; habrá desaparecido. Puedes estar aquí sentado en paz y tu cuerpo estará en reposo. El hambre de las personas puede resolverse con comida, pero cuando estás siguiendo a Dios y sintiendo que no tienes una comprensión de Él, ¿cómo puedes solucionar el vacío de tu corazón? ¿Puedes remediarlo con comida? O cuando estás siguiendo a Dios y no entiendes Su voluntad, ¿qué puedes usar para saciar esa hambre de tu corazón? En el proceso de tu experiencia de salvación por medio de Dios, aunque busques un cambio en tu carácter, si no comprendes Su voluntad o no sabes cuál es la verdad, si no entiendes el carácter de Dios, ¿no te sientes muy incómodo? ¿No sientes en tu corazón una fuerte hambre y sed? ¿No te impiden estos sentimientos sentir paz en tu corazón? ¿Cómo se puede, pues, saciar esa hambre del corazón? ¿Existe alguna forma de resolverlo? Algunos van a comprar, otros van en busca de sus amigos para confiarse a ellos, otros duermen hasta hartarse, otros leen más palabras de Dios o trabajan más duro y dedican más esfuerzo para cumplir con sus deberes. ¿Pueden estas cosas solucionar tus dificultades prácticas? Todos vosotros entendéis por completo estos tipos de prácticas. Cuando te sientes impotente, o tienes un fuerte deseo de obtener iluminación de Dios que te permita conocer la realidad de la verdad y Su voluntad, ¿qué es lo que más necesitas? No es una comida completa, ni unas pocas palabras amables. Además, no se trata del consuelo pasajero y la satisfacción de la carne; lo que necesitas es que Dios te diga de un modo directo y claro lo que deberías hacer y cómo hacerlo; indicarte con claridad cuál es la verdad. Después de entender esto, aunque solo sea una parte ínfima, ¿no te sientes más satisfecho en tu corazón que si hubieras comido una buena comida? Cuando tu corazón está colmado, ¿no gana verdadera paz y toda tu persona también? A través de esta analogía y análisis, ¿entendéis ahora por qué quería Yo comunicar con vosotros esta frase “el Hijo del Hombre es el Señor aún en el día de reposo”? Su significado es que lo que procede de Dios, lo que Él tiene y es, y Su todo son mayores que cualquier otra cosa, incluido aquello o a aquella persona que una vez creíste valorar más. Esto significa que si una persona no puede tener las palabras de la boca de Dios o no entiende Su voluntad, no puede lograr la paz. En vuestras experiencias futuras comprenderéis por qué quería que vierais este pasaje hoy; esto es muy importante. Todo lo que Dios hace es verdad y vida. Para la humanidad, la verdad es algo de lo que no puede carecer en su vida, algo de lo que no puede pasarse; también podrías decir que es lo más grande. Aunque no puedas verlo ni tocarlo, no puedes ignorar la importancia que tiene para ti; es lo único que puede traer paz a tu corazón.

de "La Palabra manifestada en carne”

Fuente: Evangelio de la Fuente de la Vida


Cuando confié en Dios, mi hijo en peligro de muerte sobrevivió

2019-08-30 01:21:42 | Testimonios de Vida

En la primavera de 2015, Wang Min salió un día de casa para hacer algunos recados y al regresar, encontró a su hijo Linlin sentado en su cama con un aspecto muy pálido. Se sostenía el estómago con ambas manos y vomitaba sin parar. Wang Min se apresuró y le preguntó: “Linlin, ¿qué te pasa?” Linlin respondió en voz baja: “Mamá, me duele mucho el estómago”. Wang Min le frotó el estómago y dijo: “¿Te resfriaste anoche o comiste algo y te cayó mal?” Mientras decía esto, buscó en un cajón, encontró un medicamento para el estómago y se lo dio a Linlin. Pensó para sus adentros: “Mi hijo de veinticinco años no está tan delicado, y pronto estará mejor cuando tome algunos medicamentos”. Inesperadamente, sin embargo, el dolor de estómago de Linlin no mejoró, sino que empeoró cada vez más. Tenía tanto dolor que toda su cabeza estaba cubierta de sudor y seguía gritando: “¡Mamá, me duele mucho!” Wang Min llamó al médico de la aldea.

Cuando el médico llegó, le dio a Linlin un medicamento y le puso un gotero para tratar el dolor de estómago. Pero esa medianoche, Linlin seguía vomitando y tenía diarrea, y el sudor de su cabeza le corría por las mejillas y la espalda. Linlin se arrodilló en su cama sin dejar de vomitar, con tanto dolor que lloraba a gritos. Ver a su hijo así hizo que Wang Min se sintiera increíblemente ansiosa, y pensó: “Esto no es una enfermedad estomacal común. ¿Podría ser una gastritis aguda?” Al ver que condición de su hijo era cada vez más seria, Wang Min se apresuró a buscar a su hermana mayor y a su cuñado, y juntos llevaron a Linlin al hospital tan rápido como pudieron.

Cuando se está en una situación desesperada, uno solo tiene un camino a seguir al confiar en Dios
Cuando llegaron al hospital, ya eran más de las siete de la mañana. Era un domingo y había muchos pacientes allí, y todos hacían fila para esperar su turno. Linlin estaba agazapado en un rincón, vomitando continuamente, sin poder hablar siquiera. Al ver a su hijo así, Wang Min se sintió muy angustiada, como si un cuchillo le apuñalara el corazón, y esperó que la fila se moviera rápidamente para que un médico pudiera ver a su hijo, pero al ver a tanta gente, no sabía cuándo llegarían al frente de la fila. Wang Min estaba increíblemente ansiosa y no sabía qué hacer. Todo lo que pudo hacer fue llamar silenciosamente a Dios en su corazón: “Oh Dios, al ver a mi hijo con una enfermedad tan grave y con tanto dolor, siento mucha angustia y no sé qué hacer para mejorar la situación. Tampoco sé cuándo llegaremos al frente de la fila. ¡Oh Dios, por favor abre un camino para mí!”

En ese momento, alguien en la multitud vio que Linlin estaba terriblemente enfermo y les dijo a los otros pacientes: “No estamos tan enfermos como este joven. ¡Dejemos que lo vean primero!” Al escuchar esto, todos abrieron paso, y Wang Min dijo varias veces: “¡Gracias a todos!” Se sintió increíblemente conmovida en ese instante, porque había visto las obras de Dios. Siguió agradeciendo a Dios en su corazón y pensó en las palabras de Dios: “Independientemente de si crees esto o no, cualquiera de todas las cosas, vivas o muertas, cambiarán, se moverán, se renovarán y desaparecerán de acuerdo con los pensamientos de Dios. Así es como Dios gobierna sobre todas las cosas”. “Sí”, pensó ella, “Todas las cosas son creadas por Dios, y Él las gobierna y las arregla todas”. Esta escena, que había transcurrido justo ahora en el hospital, parecía ser simplemente buenas intenciones de la gente, pero en realidad eran la soberanía y los arreglos de Dios obrando”. Desde el fondo de su corazón, ¡Wang Min agradeció a Dios por haber abierto un camino para ella!

Wang Min le pidió rápidamente a su cuñado que llevara a Linlin a la enfermería. Después de que el médico examinó a Linlin y realizó algunas pruebas, le dijo en tono muy serio a Wang Min: “Su hijo está muy enfermo”. Tiene pancreatitis aguda. Ha acumulado líquidos en el pecho y el abdomen; su ritmo cardíaco es mucho más rápido de lo normal y está en constante peligro de perder su vida. Déjelo quedarse aquí bajo observación. Además, usted debería pensar en hacer preparativos. Lo mantendremos aquí bajo observación durante veinticuatro horas, y si su situación mejora en este tiempo, entonces hay esperanza de que recupere su salud. Si no hay mejoría, deberá ser trasladado a otro hospital. Con este tipo de enfermedad, la necrosis del páncreas es altamente probable, y eso no es algo fácil de tratar, sin importar cuánto dinero gaste...” Al escuchar al médico decir esto, Wang Min sintió que su cabeza había sido golpeada por un martillo, y escuchó un zumbido constante en los oídos. Las lágrimas resbalaron por sus mejillas, y se dijo a sí misma: “¿Cómo pudo mi hijo contraer una enfermedad tan repentinamente?” En ese momento, ella pensó que su hijo acababa de cumplir apenas veinticinco años, y que había llevado una vida pobre de estudiante por más de diez años antes de encontrar finalmente un buen trabajo. Los días felices acababan de comenzar para él. Pero ahora, había contraído súbitamente una enfermedad muy grave, y si algo malo le pasaba, ¿qué haría ella? En ese instante, Wang Min sintió que toda esperanza había desaparecido.

Y entonces, Wang Min llamó a Dios: “¡Oh Dios! Mi hijo ha contraído una enfermedad grave y no sé qué hacer para mejorar su situación. Me siento muy débil y deprimida, y sumamente indefensa. ¡Oh Dios! Si mi hijo no puede curarse, no sé si podré seguir adelante. Por favor, dame fe y fortaleza”. Luego, las siguientes palabras de Dios acudieron a su mente: “No debes tener miedo de esto o aquello. No importa cuántas dificultades y peligros enfrentes, permanecerás firme delante de Mí; […] ¡Yo soy tu roca fuerte, confía en Mí!”. “¡Dios Todopoderoso es un médico lleno de poder! Vivir en la enfermedad es estar enfermo, pero habitar en el espíritu es estar bien. Si aún tienes aunque sea un aliento de vida, Dios no te dejará morir”. Las palabras de Dios aumentaron cien veces la fe de Wang Min, su corazón se apaciguó y ella sintió que tenía un apoyo. “Sí, efectivamente”, pensó ella. “¡Dios es mi apoyo! Dios es el Dios verdadero y todopoderoso, y Él es el médico todopoderoso. ¿Por qué no estoy confiando en Dios ni buscándolo? Recordando aquellos primeros días, Lázaro ya llevaba cuatro días muerto y su cuerpo había empezado a pudrirse. Pero bastó una palabra de Dios para que saliera de su tumba: ¡este era el gran poder de Dios! Dios controla la vida y la muerte del hombre, y Él controla la vida de Linlin. Si Dios no permite que Linlin muera, entonces él no morirá mientras le quede un suspiro”.

Pensando en esto, Wang Min caminó hacia Linlin y tomó la mano de su hijo. Le dijo con voz suave: “La enfermedad ha caído sobre nosotros, pero no debemos malinterpretar y culpar a Dios”. Para bien o para mal, está en las manos de Dios. Tanto tú como yo creemos en Dios, y tenemos que confiar en Dios e invocar a Dios con nuestros corazones”. Al escuchar esto, Linlin asintió suavemente con la cabeza. Wang Min le suplicó a Dios con su corazón, le pidió que protegiera su corazón para poder someterse a Sus orquestaciones y arreglos, y deseó confiarle completamente la vida y la muerte de su hijo a Dios. En ese momento, su corazón ya no se sentía tan triste.

En medio de la desesperación, Dios es nuestro respaldo sólido
Después de completar los trámites para la admisión de Linlin en el hospital, le arreglaron una cama y una enfermera fue a colocarle un dispositivo intravenoso. Ella le dijo a Wang Min: “Su hijo no debe comer ni beber nada durante siete días”. Después de que la enfermera se fue, el médico de cabecera se acercó y le dijo inesperadamente a Wang Min: “He consultado con un especialista y actualmente su hijo se encuentra en peligro constante de perder su vida. En este hospital hemos perdido a muchas personas con la misma enfermedad de su hijo. Sólo podemos mantenerlo en observación durante una noche y esperar un milagro. Si mejora o no es algo que depende de su suerte...”

Cuando el médico terminó de hablar, Wang Min se sintió muy débil y extremadamente afligida. Al pensar que su hijo podía fallecer en cualquier momento, las lágrimas brotaron copiosamente de sus ojos, y sintió sus piernas tan temblorosas que no pudo caminar. Cuando llegó al pabellón para visitar a su hijo, vio todo su cuerpo lleno de tubos y su rostro tan blanco como una sábana. Parecía como si estuviera respirando su último aliento y tenía los ojos completamente cerrados. Wang Min sintió que el dolor apuñalaba su corazón, corrió al baño y rompió a llorar. Las palabras que el doctor le había dicho resonaron en sus oídos: “Hemos perdido a muchas personas con la misma enfermedad que su hijo...”.

Mientras más pensó en esto, más miedo sintió, como si la muerte estuviera acechando a su hijo. Una vez más, llamó a Dios en oración: “¡Oh Dios! Me siento muy indefensa y asustada, y no podré soportar el golpe de perder a mi hijo. Realmente no sé cómo enfrentarlo todo. Te pido que protejas mi corazón para que yo no te abandone. Guíame y dame fe”. Después de orar, Wang Min pensó en las palabras de Dios: “¿A quién en toda la humanidad no cuidan los ojos del Todopoderoso? ¿Quién no vive en medio de la predestinación del Todopoderoso? ¿El nacimiento y la muerte de quién vienen de sus propias elecciones? ¿Controla el hombre su propio destino?” “¡Sí! ¡Todas las criaturas grandes y pequeñas en todo el universo, y la vida y muerte de la humanidad, están todas en manos de Dios! Solo Dios es el Soberano todopoderoso que controla la vida y la muerte del hombre. Dios le dio vida a mi hijo, así que, si sobrevive o no, y el poder de decidir entre la vida y la muerte, no está en manos de los médicos, y mucho menos depende de mí, sino que depende de la predestinación, las orquestaciones y los arreglos de Dios. Pensando en aquellos primeros días, Job perdió una montaña de ovejas y ganado, y toda su propiedad y riquezas, y también a sus hijos. Pero Job sabía que todo lo que él había poseído le había sido concedido por Dios, y sabía que debía someterse tanto cuando Dios da como cuando Él quita. Job reverenciaba a Dios en su corazón y, cuando se enfrentó a una prueba tan grande, no culpó a Dios ni lo abandonó, sino que alabó a Dios desde el fondo de su corazón, diciendo: ‘Desnudo salí del vientre de mi madre, y desnudo tornaré allá. Jehová dió, y Jehová quitó: sea el nombre de Jehová bendito’ (Job 1:21). Aunque no puedo compararme con Job de ninguna manera, y ante el hecho de que la vida de mi hijo pende de un hilo, quiero emular a Job y someterme a los arreglos de Dios”. Cuando Wang Min pensó de esta manera, el dolor en su corazón se redujo enormemente...

Dios concede milagros a los devotos
Wang Min permaneció despierta toda la noche y no cerró los ojos ni una sola vez en veinticuatro horas, hasta las cinco o seis de la mañana siguiente. En ese momento, el médico entró alegremente en la sala y le dijo a Wang Min: “El ritmo cardíaco de su hijo se ha estabilizado y su salud ha comenzado a mejorar. Ya no hay de qué preocuparse. ¡Para ser honesto, realmente esto es un milagro! Entre los que murieron en este hospital con la misma enfermedad que su hijo, su condición no era tan grave como la de su hijo cuando llegaron aquí, y los tratamos con los mismos medicamentos con los que tratamos a su hijo, pero ninguno de ellos mejoró. Pensé que su hijo estaba tan enfermo que no había esperanzas de que se recuperara porque, aparte de su próstata, todos sus otros órganos estaban afectados. Realmente ha escapado de la muerte y debe ser muy afortunado. ¡Ha ido al infierno y ha vuelto, pero usted puede estar tranquila ahora!” Wang Min escuchó al doctor decir esto y estaba tan feliz que las lágrimas llenaron sus ojos. Siguió agradeciendo a Dios en su corazón, porque sabía que todo esto era la protección de Dios. Tal como dicen las palabras de Dios: “¡Dios Todopoderoso es un médico lleno de poder! […] Si aún tienes aunque sea un aliento de vida, Dios no te dejará morir”. ¡Que su hijo hubiera podido sobrevivir se debió enteramente a la gracia de Dios!

Entonces, el hijo de Wang Min abrió los ojos y estiró ambas manos. Acercó a su madre con una, le limpió las lágrimas de la cara con la otra, y le dijo con dulzura: “Mamá, gracias a la protección de Dios, me siento mucho mejor. No te preocupes”. Y ella le dijo a su hijo: “Estoy muy feliz. Te estás recuperando porque Dios te salvó. ¡Demos gracias a Dios!” Él asintió.

Al día siguiente, una paciente de poco más de treinta años fue trasladada al otro lado de Linlin, y desde el momento en que entró en la habitación, no dejó de llorar. Wang Min escuchó después que la mujer tenía la misma enfermedad de Linlin, pero vio que su situación era mucho menos grave que la de él. Sin embargo, unos días después, estuvo cerca de morir. Su familia imploró a los médicos, diciendo que pagarían cualquier costo siempre y cuando su nuera pudiera ser salvada. Al final, sin embargo, y después de trasladarla al hospital provincial y gastar más de 100 mil yuanes, no pudieron salvar su vida.

Wang Min pensó en esta paciente: ella había contraído la misma enfermedad que su hijo, le habían dado los mismos medicamentos y su familia era rica. Pero ninguna cantidad de dinero podía haberle salvado la vida, mientras que, con la protección de Dios, su hijo ya estaba fuera de peligro. En ese momento, Wang Min llegó a apreciar profundamente el amor y el cuidado de Dios por ellos, y en su corazón, agradeció silenciosamente a Dios por Su protección.

Su hijo se recupera bajo la guía de Dios
El hijo de Wang Min permaneció en el hospital durante dos semanas y recuperó sus fuerzas gradualmente. También comenzó a levantarse de la cama y a caminar, y pudo comer normalmente otra vez. Al ver a su hijo recuperando su salud gradualmente día a día, una sonrisa finalmente brilló en el rostro de Wang Min. ¡Que su hijo pudiera escapar de la muerte y recuperarse tan rápido se debió enteramente a la gracia de Dios! Después de dos semanas, el médico le dijo a Wang Min que podía llevar a su hijo a casa. Ese día, el clima era inusualmente espléndido, y un sol rojo y ardiente brillaba en el cielo. Wang Min y su hijo salieron del hospital y tomaron el autobús de regreso a casa.

De camino a su hogar, Wang Min llegó a apreciar profundamente que el hecho de que alguien viviera o muriera no dependía de los médicos, y que la vida de alguien no podía salvarse ni con dinero ni con afecto; Dios tenía la última palabra sobre la vida y la muerte, ¡y solo Dios era el apoyo del hombre! Al recordar cada vez que el médico le dictó una “sentencia de muerte” a su hijo, fueron las palabras de Dios las que le habían dado a Wang Min fe y valor una y otra vez, le permitieron enfrentar con firmeza la enfermedad de su hijo, y el dolor desapareció de su corazón. A partir de estos eventos, Wang Min vio la autoridad y el poder del Creador, y llegó a creer firmemente que, sin importar lo que sucediera, siempre y cuando alguien confiara sinceramente en Dios y lo buscara, entonces Dios le concedería su dirección, liderazgo y protección, y uno podría entonces ser testigo de las maravillas de Dios. Que toda la gloria sea para Dios.

Fuente: Evangelio de la Fuente de la Vida


Confiaba en Dios viendo como él lo salvó a su hijo del peligro

2019-08-29 00:45:34 | Testimonios de Vida

Oscilando entre la vida y la muerte después de una emergencia médica

La noche del 5 de octubre de 2017, mi hijo menor, Xunxun y su familia vinieron a cenar como siempre a mi casa, y luego Xunxun fue a la escuela para dar una clase. Un poco después de las ocho de la noche, mi nuera llamó y dijo apresuradamente: “¡Mamá, Xunxun fue trasladado al hospital!” Eso me sorprendió, y me apresuré a preguntar: “Estaba totalmente bien cuando acabamos de cenar. ¿Por qué lo llevaron de un momento a otro al hospital?” Ella colgó el teléfono a toda prisa antes de que yo pudiera terminar de hablar.

No pude evitar sentir pánico en mi corazón. Mi hijo acababa de comer más que un plato de comida y no había mencionado sentirse mal, así que ¿cómo pudieron hospitalizarlo tan de repente? Recordé que ya le habían practicado una cirugía cardíaca, así que ¿podría tener otra vez un problema en su corazón? Si fuera una recurrencia de su condición cardíaca, eso realmente no sería bueno. Estaba llena de ansiedad y quería ir al hospital para verlo, pero ni siquiera sabía en qué hospital se encontraba. ¿Qué podía hacer? Pensé y pensé, y luego llamé a mi hijo mayor, a mi hija y a su esposo; solo entonces supe que ya habían ido al hospital, pero nadie quería hablarme de la situación de mi hijo. Mientras más pensaba en esto, más ansiosa me sentía. No estaba cómoda de pie ni sentada; me sentía confundida. En medio de mi desesperación, pensé en Dios y me apresuré a arrodillarme y orar: “¡Oh Dios! Mi hijo ha sido hospitalizado de repente y estoy muy preocupada por su salud. No sé cuál es Tu voluntad, pero creo que has permitido que esto suceda. No sé qué debo hacer ahora. ¡Por favor, protégeme y permíteme calmar mi corazón!” Después de orar, pensé en las palabras de Dios: “La suerte del hombre está controlada por las manos de Dios. Tú eres incapaz de controlarte a ti mismo: a pesar de que siempre anda con prisas y ocupándose para sí mismo, el hombre permanece incapaz de controlarse. Si pudieras conocer tu propia perspectiva, si pudieras controlar tu propio sino, ¿seguirías siendo una criatura?” ¡Eso es! Dios es el Señor de la creación, y el destino de cada persona está a Su alcance. Somos seres creados; no sólo no podemos controlar nuestros propios destinos, sino que particularmente no podemos controlar los destinos de otros. Como mi preocupación y ansiedad eran inútiles y la vida o la muerte de mi hijo estaba en manos de Dios, todo lo que yo podía hacer era dejarlo en manos de Dios. Cuando pensé en esto, mi corazón se calmó considerablemente.

Mama Y Bebe

Dos horas más tarde, cuando la esposa de mi hijo menor regresó a casa con el hijo de mi hija para sacar unas cosas, les pregunté por la situación de mi hijo. Las lágrimas brotaron de sus ojos y me dijo para consolarme: “No es nada. Quédate aquí en casa; ¡le ayudaremos en el hospital!” Luego sacó rápidamente un poco de ropa y de artículos personales de mi hijo, y se dispuso a regresar. Pensé para mis adentros, “¿Cuál es realmente el problema de mi hijo para que me mantengan en la oscuridad?” Insistí en que me llevaran con ellos. En el camino, mi nuera recibió una llamada de mi hijo mayor, que estaba en el hospital. Todo lo que pude escuchar fue que ella dijo con ansiedad: “¿Mm? ¿Por qué su corazón está latiendo tan rápido?” Un poco después, dijo con una expresión de preocupación en su rostro: “¿Qué? ¿No hay latidos ahora?” Por sus palabras, pude ver que la situación de mi hijo probablemente era muy grave. Si su corazón dejaba de latir, ¿no podría él en cualquier momento...? No me atreví a pensar más, ni hacerle más preguntas a mi nuera. Mi corazón estaba muy tenso y pensé: “Mi hijo todavía es muy joven y su hijo solo tiene cinco años. Si algo le pasara, ¿cómo podríamos arreglárnoslas? Pensar en todo esto fue profundamente molesto. Luché para contener mis lágrimas y oré a Dios en mi corazón sin parar, pidiéndole que me cuidara para poder mantenerme firme en una situación así y no pecar con mis palabras. Poco después llegamos al hospital.

Las palabras de Dios muestran Su poder, y mi hijo es revivido

Cuando llegué a la cama de mi hijo, vi que estaba inconsciente, tenía la cara pálida, un tubo de oxígeno en la nariz y electrodos de ECG en las manos y los pies. Había varios doctores y profesores al lado de la máquina de ECG y observaban la pantalla con preocupación. De vez en cuando sacudían la cabeza y se veían consternados. Dos de los líderes de su escuela también estaban a un lado conversando en voz baja, y les oí decir vagamente: “Fue tan aterrador cuando colapsó, parecía que ni siquiera estaba respirando...” Ver la expresión de impotencia en el rostro de los médicos fue muy desconcertante para mí, y luego, cuando vi a mi hijo, completamente inconsciente en la cama del hospital, una oleada de pánico indescriptible brotó en mi corazón. Temía que pudiera morir en un abrir y cerrar de ojos, ¿no sería yo una madre que enterraría a su hijo? Mientras más pensaba en esto, más dolor sentía, así que me apresuré a elevar una oración silenciosa a Dios: “¡Oh Dios! No sé si mi hijo vivirá o morirá, realmente estoy luchando. ¡Dios! Espero que puedas salvaguardar mi corazón, y sin importa lo que pase, me des fe para poder dar testimonio y no quejarme. Sólo deseo que mi hijo esté en Tus manos y se someta a Tus arreglos”. Durante la oración, recordé de repente que Dios dijo: “De todo lo que acontece en el universo, no hay nada en lo que Yo no tenga la última palabra. ¿Qué existe que no esté en Mis manos?” Las palabras de Dios reforzaron mi fe. ¡Es cierto! Dios tiene la última palabra sobre la vida y la muerte, y mi hijo también estaba en Sus manos. Todas mis preocupaciones se derivaban del hecho de no creer en la dirección de Dios. Por lo general, hablo de cómo estoy de acuerdo con cualquier situación que Dios establezca y que es toda Su voluntad benevolente, pero cuando vi a mi hijo tan enfermo, lo único en lo que pude pensar fue en preocuparme por su condición. No me había calmado ante Dios para buscar Su voluntad. Cuando me di cuenta de esto, clamé continuamente a Dios dentro de mi corazón.

Pensé en un himno de las palabras de Dios: “Cuando las personas atraviesan pruebas, es normal que sean débiles, internamente negativas o que carezcan de claridad sobre la voluntad de Dios o sobre la senda en la que practicar. Pero en cualquier caso, como Job, debes tener fe en la obra de Dios, y no negarlo. Aunque Job era débil y maldijo el día de su propio nacimiento, no negó que Jehová le concedió todas las cosas en la vida humana, y que también es Él quien las quita”.

Al reflexionar en las palabras de Dios, pensé en las grandes pruebas que padeció Job, en las cuales se le quitaron todas sus riquezas y sus hijos, y sin embargo, él nunca perdió la fe en Dios. Él dijo: “Jehová dió, y Jehová quitó: sea el nombre de Jehová bendito” (Job 1:21). Este fue su testimonio. Pero yo temía perder a mi hijo y sentí un dolor increíble cuando los médicos no habían llegado todavía a una conclusión; sólo vi que sus expresiones parecían ser de impotencia. ¿Cómo podría ser eso la fe en Dios? Me di cuenta de que tenía que seguir el ejemplo de Job y ser capaz de tener una fe genuina en Dios. Sin importar cuál fuera el resultado de la situación de mi hijo, yo no podía quejarme. Animada por las palabras de Dios, sentí que había adquirido fuerzas y fe. Clamé a Dios, y luego me senté con cuidado al lado de mi hijo y dije suavemente su nombre varias veces. Al ver que reaccionaba finalmente, abriendo sus ojos muy lentamente y mirándome, mi corazón se regocijó y me apresuré a preguntarle con mucha preocupación: “¿Te sientes un poco mejor?” Él asintió, suspiró, señaló débilmente su pecho y dijo: “Me duele... en el pecho”. Y entonces volvió a perder el conocimiento.

Poco después escuché a un médico decir con sorpresa: “¡Vengan a ver esto! ¡Su ritmo cardíaco y presión arterial se han normalizado! ¡Todo es normal!” Toda la familia se agolpaba alrededor, todos estaban muy felices. Al ver Su misericordia y protección, agradecí a Dios una y otra vez en mi corazón. Fueron las palabras de Dios las que me dieron verdadera fe, permitiéndome entender el poderío y la autoridad de Dios para reinar sobre todo. Dije con entusiasmo: “El destino del hombre está determinado por los cielos. ¡Esto es realmente gracias a Dios!”. El médico a cargo agregó: “Eso es correcto. Dios realmente es Aquel a quien hay que agradecer. Es una suerte que el paciente haya llegado a tiempo después de su infarto de miocardio. Si hubiera pasado media hora, el resultado habría sido terrible. Hace poco, su corazón se detuvo por completo; nunca imaginé que volvería milagrosamente a la vida. Sin embargo, su condición no es estable. Tendrá que permanecer en el hospital para ser monitoreado”. Luego, mi hijo fue trasladado a la Unidad de Cuidados Intensivos; solo su esposa se quedó para cuidar de él, mientras que el resto de nosotros fuimos a casa.

En el instante en que crucé la puerta, me apresuré a arrodillarme y a ofrecer una oración de agradecimiento a Dios. Estaba llena de gratitud. En mi momento de mayor impotencia, Dios siempre estuvo a mi lado guiándome y estimulándome con Sus palabras, dándome fe y algo en que apoyarme. Sentí que el amor de Dios realmente es muy grande.

Su situación fluctúa y Dios muestra una vez más Sus hechos maravillosos

Una semana después, el médico a cargo nos dijo: “Las pruebas han revelado un sarcoma en el corazón del paciente que requerirá dos cirugías. Lo primero es extirpar el sarcoma, y luego necesitamos implantar un marcapasos. Necesitas conseguir 200,000 yuanes de inmediato; si esto se retrasa, su vida podría estar en peligro”. Me sentí muy tensionada al escuchar que mi hijo todavía estaba en peligro de muerte. En medio de mi ansiedad, oré una vez más a Dios: “¡Oh Dios! Creo que lo gobiernas todo. En este momento no hay nada que yo pueda hacer, sólo puedo confiar en Ti. Dejo a mi hijo completamente en Tus manos, y estoy dispuesta a confiar en mi fe y a experimentar Tu obra”. Mi hijo mayor y la esposa de mi hijo menor fueron a muchos lugares para recaudar dinero y, en poco tiempo, reunieron la cantidad necesaria. Cuando mi hijo fue examinado nuevamente en preparación para la cirugía, el médico dijo que su situación era compleja y que estaba muy débil; necesitaría recibir muchos cuidados para recuperar su salud, y luego lo trasladarían a un gran hospital especializado en cirugías. Escribió algunas recetas y luego mi hijo fue dado de alta para recuperarse en casa.

Después de un período de cuidados, la salud de mi hijo mejoró un poco. El día en que lo trasladaron al hospital especializado, su esposa regresó y me dijo que habían programado una cirugía para las once de la mañana del día siguiente. Esa noche, le ofrecí otra oración a Dios: “¡Oh Dios! Mi hijo será operado mañana. Es un procedimiento muy arriesgado, pero por favor dame fe y coraje. Creo que, independientemente de que sea un éxito o un fracaso, la cirugía de mi hijo está en Tus manos. Creo que todo lo que Tú haces es bueno. Sea cual sea el resultado de mañana, estoy dispuesta a someterme y no me quejaré. Estoy dispuesta a darte testimonio y a complacerte”. Después de orar, dejé de sentirme preocupada y asustada; tuve fe y fortaleza para enfrentar la cirugía de mi hijo.

Al día siguiente, mi hijo fue llevado a la sala de operaciones justo a tiempo mientras nosotros, su familia, esperábamos ansiosamente afuera. Entonces, repasé una y otra vez las palabras de Dios en mi mente, pensando en el amor de Dios, y antes de darme cuenta, habían pasado dos horas. Un médico dijo repentinamente el nombre de mi hijo, y nos llamó. Todos corrimos hacia él pues estábamos inquietos, y él dijo con emoción: “Nunca hemos visto nada como esto. ¡Esto ha sido realmente una maravilla! En nuestro examen prequirúrgico, encontramos que no había nada malo con el paciente. No podíamos creerlo, así que hicimos otro examen cuidadoso, y también demostró que todo estaba normal. Después de discutirlo, decidimos que no hay necesidad de una cirugía. Él estará bien si regresa a casa y descansa mucho”. Al escuchar esto, todos nos quedamos atónitos por un momento, y tardamos mucho tiempo en recobrar nuestros sentidos. Luego vi a mi nuera aplaudir felizmente y decir: “¡Eso es maravilloso! ¡De ahora en adelante, Xunxun no sólo no tendrá que sufrir, ¡sino que nos ahorrará 200,000 yuanes!” En ese momento, fui la única que comprendió con claridad que esto era la fortaleza de Dios, este era el amor de Dios. En medio de mi emoción, las palabras “¡Gracias a Dios!” salieron de mi boca. No sabía cómo expresar lo que sentía, todo lo que pude hacer fue agradecer a Dios una y otra vez en mi corazón: “¡Oh Dios! Me has dado fe y fortaleza una y otra vez a través de Tus palabras, dándome la capacidad de mantenerme firme en esta situación. La enfermedad de mi hijo ha desaparecido milagrosamente. ¡Tu amor por nosotros es muy grande!

Cuando volví a casa, me arrodillé ante Dios para ofrecer una oración de gratitud. A continuación, vi este pasaje de la palabra de Dios: “[...] la vida sólo puede proceder de Dios, es decir, sólo Dios mismo posee la esencia de la vida; no hay camino de vida sin Dios mismo y por eso sólo Dios es la fuente de la vida y el manantial del agua viva de la vida que siempre fluye. […] Ningún objeto que tenga vitalidad puede trascender la soberanía de Dios, y ninguna cosa que tenga vigor puede librarse del ámbito de la autoridad de Dios. De esta manera, independientemente de quiénes sean, todos se deben someter bajo el dominio de Dios, todos deben vivir bajo el mandato de Dios y nadie puede escapar de Su control”. Las palabras de Dios nos dicen con absoluta claridad que Él es la fuente de toda la vida, que todas las cosas en el cielo y en la tierra, tanto animadas como inanimadas, no están exentas de Su gobierno. Solo Dios es el fundamento de nuestras vidas como seres humanos, y todas las cosas son cambiadas y renovadas bajo Su control y Su gobierno. Esta es una manifestación de la autoridad de Dios. Pensé que mi hijo había superado una crisis tras otra desde que había caído enfermo, y cómo una y otra vez las conclusiones de los médicos no habían tenido un buen resultado. A través de la adversidad, fueron las palabras de Dios las que me dieron fe una y otra vez, dándome algo en que apoyarme, y permitiéndome superar la debilidad una y otra vez. Cuando tuve fe en Dios, vi Sus maravillas, y mi hijo postrado en cama y al borde de la muerte, recuperó milagrosamente su salud.

Realmente experimenté a través de esta experiencia que Dios lo gobierna y lo controla todo. Si no hubiera sido por la guía de Sus palabras, así como por Su gracia y protección, sin importar cuánto dinero tuviéramos o cuán hábiles fueran los médicos, eso no podría haber salvado a mi hijo. Le agradezco a Dios que, a través de la enfermedad de mi hijo, logré comprender el mandato de Dios y entendí que nuestro futuro y nuestro destino están enteramente en Sus manos. ¡De ahora en adelante, deseo cooperar plenamente con Dios y cumplir con el deber de un ser creado para retribuir el amor de Dios!

Fuente: Evangelio de la Fuente de la Vida


Cómo vencí el demonio de la enfermedad después de padecer uremia terminal

2019-08-28 17:24:20 | Testimonios de Vida

Descubrí mi enfermedad terminal, caí en la desesperación
En octubre de 2016 empecé a padecer uremia y después de ser examinada en diferentes hospitales famosos de Pekín, fui diagnosticada de enfermedad renal grave. Sólo existían dos tratamientos para salvar mi vida: uno era un trasplante de riñón y el otro era diálisis. Este resultado era prácticamente una sentencia de muerte para mí. Un trasplante de riñón estaba totalmente fuera de mi alcance como una simple trabajadora, así que ni siquiera me atreví a considerarlo. La diálisis, por otro lado, costaría más de 600 yuanes por tratamiento y necesitaría diálisis tres veces por semana, lo que significaba que estaría gastando casi todo el salario mensual de mi marido cada semana, y, a largo plazo, nuestros ahorros no podrían costear ese nivel de gastos durante mucho tiempo. No podía permitirme pagar ninguno de los dos tratamientos. Sin ninguna otra opción, solo podía recurrir a la medicina china para aliviar el dolor.

Mientras me trataba con medicina china, también continué encomendándome y orando a Dios, confiando en Dios como mi único apoyo y esperanza, mientras esperaba desesperadamente que Dios me sanase. Sin embargo, después de un tiempo mi enfermedad no mejoró, y, de hecho, empeoró. Pensé: “Dios ama al hombre y Dios puede resucitar a los muertos y a los ojos de Dios mi enfermedad no es un problema difícil. Pero he orado a Dios, entonces ¿por qué no he mejorado? Y he sufrido y trabajado bastante en el pasado, entonces, ¿por qué no recuerda esto Dios y sana mi enfermedad?”.

 

Consolada por la palabra de Dios en mi sufrimiento
Viví con el dolor de padecer mi enfermedad y quejarme de Dios. Me sentía miserable y no sabía cómo experimentar mi situación. En mi debilidad, sólo podía acudir a Dios para orar, hablarle a Dios de mi dolor y pedirle a Dios que me guiase y me ayudase a entender Su voluntad en esas circunstancias.

Más adelante, leí las palabras de Dios: “Cuando no puedes tocarlo ni verlo, en esas circunstancias se exige tu fe. Se exige la fe de las personas cuando algo no puede verse a simple vista, cuando no puedes abandonar tus propias nociones. Cuando no tienes clara la obra de Dios, lo que se requiere es tu fe y que adoptes una posición firme y que seas testigo. Cuando Job alcanzó este punto, Dios se le apareció y le habló”. Después de leer las palabras de Dios, entendí que la circunstancia de tormento por mi enfermedad era que Dios estaba inspeccionando mi fe y viendo si podía mantenerme firme y testificar, no quejarme o malinterpretar a Dios cuando no podía ver las obras de Dios y mi cuerpo sufría. Cuando Job perdió su gran fortuna, diez hijos y quedó cubierto de llagas, su lealtad a Dios no cambió. Se mantuvo firme y dio un testimonio hermoso y resonante para Dios, y, al mismo, tiempo humilló a Satanás e hizo que fracasase. Esto era fe verdadera. Pero, cuando enfermé, oré a Dios y no fui sanada y entonces me llené de quejas y no tuve fe, lo que es absolutamente lo contrario de lo que hizo Job. Le di gracias a Dios por guiarme con Sus palabras cuando fui débil y por utilizar el ejemplo de Job para mostrarme el camino que debía seguir para no perder la fe en Dios o negar a Dios. Me sentí muy animada y deseé seguir el ejemplo de Job, no perder la fe a causa de mi enfermedad y mantenerme firme y testificar.

Enferma y sin dinero para el tratamiento, sin saber qué hacer
Medio mes más tarde, cuando fui al hospital para otro examen, el médico miró mi historial médico y mi estado físico y me dijo que mi vida corría peligro si retrasaba más el tratamiento. Me dijo que me reembolsarán la cuota de registro y empezará el tratamiento de diálisis de inmediato. Después de escuchar al médico, me sentí muy confusa. Sin diálisis, mi estado seguiría deteriorando y moriría, pero aunque intentase conseguir el tratamiento, no podría pagarlo. Mis parientes y amigos sabían que tenía uremia, y que las cuotas de pago por el tratamiento eran interminables, así que no se atrevían a acercarse a mí… El peso del sufrimiento, la amenaza de la muerte, y mis limitaciones económicas me pesaban en el corazón y me quitaron la esperanza y llenaron de tristeza. Me quedé allí sentada sin moverme en el taburete del pasillo del hospital, sintiéndome débil y sin poder dejar de rogarle a Dios: “¡Dios! ¿Se va a acabar mi vida de verdad? He estado tomando medicina china todo este tiempo, sin interrupción, y orándote todos los días, pero a pesar de esto mi condición no ha mejorado, sino que ha empeorado. Dios, no sé qué hacer ahora y te pido que me des Tu esclarecimiento para que pueda entender Tu voluntad”.

Después de orar, me sentí un poco más tranquila. Pensé en un pasaje de la palabra de Dios: “Hoy siguen existiendo quienes creen en Dios en las letras, en doctrinas huecas. No son conscientes de que su creencia en Dios no tiene esencia, y de que son incapaces de obtener Su aprobación, y siguen orando por la paz y la gracia suficiente de Dios. Deberíamos tranquilizarnos y reflexionar: ¿Creer en Dios podría ser realmente la cosa más fácil de la tierra? ¿No significa creer en Dios algo más que recibir mucha gracia de Él? ¿Pueden las personas que creen en Él, sin conocerle, y las que creen en Él pero se le oponen, satisfacer realmente Su deseo?”. Enfrentada con las palabras de Dios, me sentí muy avergonzada. Me di cuenta de que creía en Dios sólo para obtener bendiciones, en vez de para obtener la aprobación de Dios. Dios requiere que le amemos con todo nuestro corazón, con toda nuestra alma y todo nuestro esfuerzo, que le demos satisfacción con un corazón puro, que podamos escuchar las palabras de Dios y practicarlas. Pero, desde que empecé a creer en Dios, trabajé, sacrifiqué y me entregué sin descanso para predicar el evangelio y utilicé el precio que había pagado como capital para canjearlo por mayores bendiciones de Dios. Lo que hice, lo hice para satisfacerme a mí misma, para lograr el propósito de obtener bendiciones. Por tanto, cuando mi sufrimiento no obtuvo a cambio las bendiciones de Dios, sino que me trajo la enfermedad, me sentí desanimada y me quejé de Dios. Esto fue causado por mis nociones erróneas acerca de Dios. Pensé cómo Job había perdido su enorme fortuna y había quedado cubierto de forúnculos, pero aún así pudo dar el siguiente testimonio: “También recibimos el bien de Dios, ¿y el mal no recibiremos?” (Job 2:10). Pedro también fue crucificado boca abajo y murió obedientemente por Dios. Ambos pudieron dejar de lado sus propios intereses para satisfacer, obedecer y temer a Dios. Eran personas con verdadera fe en Dios y testimonio. Creí en Dios, no para considerar la voluntad de Dios, para cumplir mi deber como un ser creado, o para satisfacer los requisitos de Dios, sino para negociar con Dios en todo en un intento por conseguir más beneficios. Estos objetivos e ideas eran absolutamente incorrectos, ¡y eran demasiado egoístas! Cuanto más pensaba, más sentía que estaba en deuda con Dios. Había creído en Dios durante años y leído mucho de la palabra de Dios, pero era incapaz de practicar la palabra de Dios. No merecía en absoluto la salvación de Dios ni vivir en la presencia de Dios. Pensé en otro pasaje de la palabra de Dios: “Cuando te enfrentes a sufrimientos debes ser capaz de no considerar la carne ni quejarte contra Dios. Cuando Él se esconde de ti, debes ser capaz de tener la fe para seguirlo, para mantener tu amor anterior sin permitir que flaquee o desaparezca. Independientemente de lo que Dios haga, debes respetar Su designio, y estar más dispuesto a maldecir tu propia carne que a quejarte contra Él. Cuando te enfrentas a pruebas debes satisfacer a Dios, a pesar de cualquier reticencia a deshacerte de algo que amas o del llanto amargo. Sólo esto puede llamarse amor y fe verdaderos”. Las palabras de Dios fueron verdaderamente una provisión oportuna, porque me hicieron entender que mi fe es insincera y que sólo sigo a Dios en circunstancias convenientes. Este amor hacia Dios no puede pasar las pruebas, las circunstancias difíciles siempre revelan nuestra verdadera estatura espiritual. Sólo la gente que cree de verdad en Dios y practica las palabras de Dios está dispuesta a sufrir para satisfacer a Dios en cualquier circunstancia. Puede producir un testimonio sincero y es la gente a la que Dios quiere salvar. Las palabras de Dios me mostraron claramente el camino. Estaba preparada para cambiar mis ideas erróneas, abandonar mi deseo de ser bendecida e intentar sinceramente satisfacer a Dios. Estaría agradecida por cada día de vida que Dios me concediese, y si Dios quería que muriese, esa era también la justicia de Dios. Cuando comprendí estas cosas no sufrí las limitaciones de mi enfermedad grave y me sentí muy relajada y aliviada.

Así que oré a Dios sin cesar en mi corazón: “¡Dios! Gracias por Tu iluminación y esclarecimiento. Aunque te he seguido durante muchos años, acabo de ver mis ideas equivocadas de lo que debo buscar. Si no fuese por esta enfermedad, nunca habría sabido que lo que invertí y el precio que pagué por Ti era para negociar contigo. Ahora quiero abandonar mis objetivos equivocados, poner mi vida en Tus manos y someterme a Tus orquestaciones. ¡Sé que Tu amor y Tu salvación están presentes en todo lo que haces por mí! Deseo seguir el ejemplo de Job y Pedro, someterme a Tus orquestaciones y arreglos, no quejarme nunca, aunque tenga que morir, no traicionarte nunca, mantenerme firme y dar testimonio de Ti y humillar a Satanás. ¡Amén!”. Después de orar, me sentí mucho más segura.

Al comprender las orquestaciones de Dios, no me preocupé más por la diálisis
Cuando regresé a casa, oré de nuevo para hablarle a Dios de mi condición y para decirle que estaba a dispuesta a dejar que Dios me guiase, que me sometería aunque significase mi muerte y que no volvería a hacer ninguna demanda irracional a Dios. Después de orar, pensé en estas palabras de Dios: “De todo lo que acontece en el universo, no hay nada en lo que Yo no tenga la última palabra. ¿Qué existe que no esté en Mis manos?” “Dios es responsable de cada vida humana y lo es hasta el mismo final. Él provee para vosotros, incluso si el entorno destruido por Satanás te ha hecho enfermar, o la contaminación te ha afectado, o has recibido cualquier otro daño, no importa; Dios provee para ti y te dejará seguir viviendo. ¿Tienes fe en esto? (¡Sí!) Dios no se toma a la ligera la pérdida de la vida humana, […]”. Las palabras de Dios me dieron gran consuelo. Dios lo gobierna todo; mi vida y muerte estaban en las manos de Dios, y si Dios no me dejaba morir, no moriría, pero si mi vida tenía que terminar, no había ninguna cantidad de dinero en el mundo que me pudiera salvar. Ninguna de estas cosas era algo que los humanos pudieran decidir, ni siquiera el médico. Aunque tenía uremia, que es difícil de curar, si Dios no me dejaba morir, no moriría aunque no tuviese dinero, y debía tener fe en ese hecho. En ese momento, sólo quería encomendarme a Dios y obedecer las orquestaciones y arreglos de Dios.

Después de someterme, escuché, durante un encuentro por casualidad con otro paciente, que si volvía donde mi hukou estaba registrado, el coste de cada tratamiento sería de unos 200 yuanes. Hice los cálculos y, entre nuestros ahorros y el salario mensual de mi marido, podía permitirme el tratamiento durante un tiempo. También llevé este asunto delante de Dios y oré. Orar me hizo sentirme muy segura, y después de hablar con mi marido, regresamos a nuestra ciudad natal. Me sorprendió descubrir que, desde el día en que comencé a recibir diálisis, el tratamiento empezó a ofrecerse de manera gratuita. Sabía claramente que esto no era ninguna coincidencia, sino que Dios lo había hecho posible para mí. Dios dice: “Desde el día en que el hombre vino a existir, Dios ha sido firme en Su obra, gestionando este universo y dirigiendo el cambio y movimiento de todas las cosas. Como todas las cosas, el hombre, silenciosamente y sin saberlo, recibe el alimento de la dulzura y la lluvia y el rocío de Dios. Como todas las cosas, sin saberlo, el hombre vive bajo la orquestación de la mano de Dios. El corazón y el espíritu del hombre están en la mano de Dios y toda la vida del hombre es contemplada a los ojos de Dios. Independientemente de si crees esto o no, cualquiera de todas las cosas, vivas o muertas, cambiarán, se moverán, se renovarán y desaparecerán de acuerdo con los pensamientos de Dios. Así es como Dios gobierna sobre todas las cosas”. Dios lo creó todo, domina las reglas de la existencia de todas las cosas, tanto vivas como inertes, y todas están contenidas dentro de las orquestaciones y arreglos de Dios. Los pensamientos e ideas de todos, todo movimiento y toda situación en la vida, también están sujetos a la observación de Dios. Cuando ya no estuve limitada por mi enfermedad y estuve dispuesta a abandonar mi deseo de negociar con Dios y a obedecer Sus orquestaciones, Dios dispuso a personas, asuntos y cosas para ayudarme, para que pudiese recibir diálisis sin gastar dinero. Sentí que Dios estaba a mi lado en todo momento, ocupándose de mi debilidad, guiándome, ayudándome y abriendo puertas para mí.

Mi enfermedad terminal se sanó de manera repentina y milagrosa; gratitud infinita
Cuando llegué al laboratorio de diálisis, vi muchos pacientes, atormentados por su enfermedad, sus rostros tan sombríos como el mío y sufriendo la misma debilidad y desesperación que yo soportaba. Mi estado era el más grave de todos, pero me sorprendí al descubrir que me recuperaba más rápidamente que ninguno. En tan sólo unos meses, mi estado mejoró, engordé, la enfermera encargada dijo que estaba radiante y todo el que me conocía decía que parecía otra persona. Un hombre que estaba acompañando a su mujer durante la diálisis me preguntó curioso: “¿Qué suplementos toma? ¡Se ha recuperado tan bien y su rostro destella salud!”. Le dije: “No he tomado ningún suplemento y no me gusta comer carne ni huevos. ¡La verdad es que estoy viva hoy solamente por la gracia de Dios!”. Entonces, ¡mi corazón se llenó de gratitud hacia Dios! ¡Sabía que esta era la misericordia y salvación de Dios!

Dios dice: “¡Dios Todopoderoso es un médico lleno de poder! Vivir en la enfermedad es estar enfermo, pero habitar en el espíritu es estar bien”. “Lo que Dios hace es convertir las palabras en fe, amor y vida”. “Que no con pan solo vivirá el hombre, mas con toda palabra de Dios” (Lucas 4:4). Cuando contemplo las palabras de Dios, cuando recuerdo cómo Dios me guió para superar mi enfermedad, ¡a menudo lloro de gratitud hacia Dios! Fueron las palabras de vida de Dios las que me guiaron en el momento adecuado para permitirme soportar con firmeza mi enfermedad monstruosa. Cuando tenía una enfermedad terminal y estaba extremadamente débil, las palabras de Dios me dieron fe. Cuando el médico dijo que tenía una enfermedad grave y podía morir en cualquier momento, cuando estaba desesperada, Dios utilizó Sus palabras para guiarme y decirme que mi idea de creer en Dios para recibir bendiciones era incorrecta. Cuando me volví hacia Dios y estuve dispuesta a obedecer a Dios, Dios organizó a personas, asuntos y cosas para sanarme y mi uremia grave fue sanada milagrosamente. Esta experiencia inusual me hizo sentir verdaderamente que es muy importante creer en Dios y practicar Sus palabras. Las palabras de Dios tienen autoridad y poder, pueden sanar todas nuestras enfermedades físicas y espirituales, y la mayor bendición que Dios nos ha dado es permitirnos recibir la verdad como vida. Todo lo que Dios hace es amor, y es nuestra salvación.

Hoy, mi salud está mejorando y he asumido muchas tareas en la iglesia. Atesoro más que nunca la segunda vida que Dios me ha dado. Todos los días puedo observar este mundo verde y disfrutar de las cosas que Dios ha creado y la provisión abundante de las palabras de Dios y puedo hacer mi parte para difundir el evangelio de Dios. ¡Pienso que soy la persona más bendecida del mundo! En vistas al futuro, me gustaría hacer todo lo posible para dar testimonio de la obra que Dios hizo en mí y Su salvación a más personas para retribuirle a Dios por el amor que me ha dado. ¡Toda la gloria sea para Dios!

Fuente: Evangelio de la Fuente de la Vida


Testimonio: cómo una cristiana se recuperó de un linfoma

2019-08-27 01:24:53 | Testimonios de Vida

Mi madre se hizo cristiana cuando yo era pequeña. Cada vez que se le presentaba la ocasión, compartía los evangelios conmigo. Me decía que Dios nos creó, que nuestros destinos estaban todos en las manos de Dios y que debíamos tener fe en Él y adorarle. Y yo siempre le contestaba sin dudarlo: “Nuestros destinos están en nuestras manos, y creo que sólo podré labrarme un buen futuro si confío en mi trabajo”. Y sin embargo, sucedió algo que jamás me habría podido imaginar, justo cuando estaba luchando por lograr mis propios ideales….

Un día de octubre del 2015, descubrí un bulto del tamaño de un garbanzo en la parte de abajo de la derecha de la garganta, y en tan sólo una noche el bulto aumentó al tamaño de un puño. Estaba duro como una piedra. Luego apareció otro bulto en el lado izquierdo. Mi familia me llevó rápidamente al hospital del condado para que me examinasen, y las pruebas sugirieron una sospecha de linfoma, de manera que hubo que hacer una biopsia. El médico nos dijo que el índice de mortandad en caso de un linfoma es muy alto, e incluso el tratamiento no es más que una medida a corto plazo para alargar algo la vida. No daba crédito a lo que acababa de oír, y no pude evitar llorar. ¡Yo era muy joven! Tenía un bebé de apenas unos seis meses, ¿cómo iba a arreglárselas mi marido con un niño tan pequeño? Además, yo no iba a poder hacerme cargo de mis padres cuando estos fueran mayores. …. No me atreví a seguir aquel hilo de pensamientos.

A continuación mi familia me llevó a un hospital de la ciudad para la biopsia, y mientras esperábamos los resultados, el tumor no dejaba de crecer. Hacía presión y el dolor era difícil de soportar. Los bultos a ambos lados crecieron tanto que estaban a la par con los hombros, y no se me veía el cuello. Día a día estaba más aterrorizada. Mi madre, que veía lo grave de la situación, me dijo: “Xinjing, ¡rézale a Dios y apóyate en Él! No son los médicos quienes deciden si puedes recuperarte de esta enfermedad: es Dios”. Al oírla decirme esto y teniendo en cuenta mi estado, acabé por rezarle a Dios y dejar el asunto en Sus manos. Cuando llegaron los resultados de la biopsia, el médico me dijo que iban a ingresarme inmediatamente en el hospital debido a la gravedad de mi estado, así podrían hacerme un TAC de cuerpo entero. Pero el tumor había estado presionando la arteria durante mucho tiempo, causándome un dolor terrible en los brazos; era como si me estuvieran clavando miles de agujas. Era tan doloroso que no podía tolerarlo ni un solo minuto, y con el TAC tenía que estar tumbada inmóvil durante 20 minutos. Yo no podía. En ese instante me di cuenta de lo pequeña y frágil que era, y que no había manera de soportar aquel tipo de sufrimiento. Fue entonces cuando sentí que ¡sólo Dios podría salvarme! Cerré los ojos y oré, repitiendo sin cesar: “Oh Dios, sálvame...” Antes de darme cuenta, los 20 minutos habían pasado, y sorprendentemente, yo no sentía dolor. Fue tan increíble - ¡Dios realmente había oído mis oraciones!

 

 

Ya habían transcurrido más de dos semanas en el hospital y el tumor seguía creciendo y creciendo. Hacía presión contra los pulmones, de modo que los fluidos se acumulaban en el pulmón, y día a día me costaba más respirar; sentía como una enorme piedra encima del pecho que no me dejaba respirar bien. Era como si me estuviera ahogando, e incluso despertaba a cada rato para inhalar con fuerza y coger algo de aire. A medida que mi condición se agravaba, caí en un estado de confusión. Cuando en un momento dado tuve un instante de paz, me vino a la cabeza una frase de la palabra de Dios que mi madre había compartido conmigo: “Si aún tienes aunque sea un aliento de vida, Dios no te dejará morir”. Me agarré a aquellas palabras como a un salvavidas, y mi corazón no hacía más que gritar: “Oh, Dios, me está doliendo mucho. ¡No podré aguantar mucho más! Te lo ruego, sálvame...” Tras orar así, sentí que poco a poco me costaba menos respirar y el dolor se iba disipando. De hecho, llegué a quedarme dormida.

Los resultados demostraron que no sólo tenía un linfoma sino también una tuberculosis en los nódulos linfáticos. Los especialistas dijeron que nunca habían visto un caso como el mío. Me hicieron tomar durante unos días un tratamiento contra la tuberculosis, y luego empezaron con la quimioterapia. Nada más empezar el tratamiento de la quimio, empecé a toser, y me costaba mucho respirar. Tuvieron que ponerme una máscara de oxígeno, y luego pillé una infección con una fiebre de 41,8º C. Durante ese proceso, el médico les dio a mis familiares tres avisos distintos de lo crítico de mi estado, para que se preparasen para llevarme a casa y empezar con los preparativos del funeral, y que si estaban decididos a continuar con el tratamiento, habría que ingresarme en la UCI. Al oír aquello, le oré a Dios: “Oh, Dios, estoy segura de que mi vida está en Tus manos. Si quieres que me muera, no vale la pena meterme en la UCI. Si no permites que me muera, no me moriré en ningún sitio. ¡Creo que sólo Tú puedes salvarme!” Sentí como una fuerte sensación de paz en mi interior después de haber orado. También dormía mejor que antes, y cuando estaba consciente, no paraba de orar. Después de cada oración sentía que tenía más fuerza.

Empecé siendo la paciente más grave en toda la planta, pero, inesperadamente, tres días después, la fiebre empezó a bajar milagrosamente. A partir de ahí, la quimioterapia fue cada vez a mejor, y tras cuatro tratamientos, me hicieron otro TAC. Un día que estaba tumbada en la cama del hospital con la vía de la quimioterapia clavada en el brazo, vino el médico y sonriendo me dijo: “Felicidades. Ya no tienes tumores importantes y estarás bien con otros cuatro tratamientos quimio más de refuerzo. ¡Este giro de tuerca es realmente un milagro! En una ocasión tuvimos una estrella aquí que estaba igual que tú, tenía muchísimo dinero, pero al final acabó muriéndose”.

Me sentí increíblemente emocionada al oír aquello. Nunca me habría podido imaginar que mi enfermedad tan grave pudiera dar un giro para bien, que ¡tendría una posibilidad de sobrevivir! Supe que aquello había sido la protección milagrosa de Dios. No paré de darle las gracias a Dios. Cuando mi madre oyó la buena nueva, me dijo emocionada: “¡Xinjing, has mejorado tan rápidamente! ¡Esto se debe totalmente al amor de Dios! La señora mayor de esta planta tiene lo mismo que tú, aunque en un estadio temprano, pero está empeorando, incluso con la quimioterapia. Cuando ingresaste, los médicos dijeron que no valía la pena tratarte, que sólo sería una pérdida de dinero. Y ahora dicen que tu recuperación es un milagro. ¿Acaso no es esto obra maravillosa de Dios?” Asentí y le di la razón, y en silencio tomé una decisión: ¡Al salir del hospital, creeré en Dios y le seguiré para devolverle Su amor por mí!

Después de que me dieran el alta, empecé a acudir a reuniones, y cuando los hermanos y hermanas oyeron mi historia, todos dieron las gracias y alabaron a Dios Todopoderoso. Un día ví estas palabras de Dios: “Como todas las cosas, el hombre, silenciosamente y sin saberlo, recibe el alimento de la dulzura y la lluvia y el rocío de Dios. Como todas las cosas, sin saberlo, el hombre vive bajo la orquestación de la mano de Dios. El corazón y el espíritu del hombre están en la mano de Dios y toda la vida del hombre es contemplada a los ojos de Dios. Independientemente de si crees esto o no, cualquiera de todas las cosas, vivas o muertas, cambiarán, se moverán, se renovarán y desaparecerán de acuerdo con los pensamientos de Dios. Así es como Dios gobierna sobre todas las cosas”.

No podían contener más razón – estaba completamente convencida. Mi destino está en las manos de Dios – sin lugar a duda. ¡Yo no puedo intervenir! Mi madre había compartido muchas veces el evangelio conmigo, pero yo nunca le presté atención; rechazaba una y otra vez la salvación de Dios y vivía según mi propia idea de que “mi destino está en mis manos”, y creía que confiando en mis propias manos podría construir un hogar feliz. Sólo pensaba en ganar más dinero. Pero cuando enfermé, no tenía manera de salvarme, y el dinero que había ganado tampoco podía salvarme. Incluso los médicos tenían las manos atadas, y decían que no había esperanza.

Sin embargo, Dios me salvó, aun siendo yo dura y rebelde; cuando le llamé con mis oraciones, le importé y tuvo piedad de mí. Me salvó de las garras de la muerte, y me permitió experimentar de verdad Su salvación y lo poderoso que es. Cara a cara con la enfermedad y la muerte, tan sólo Dios fue mi apoyo. A partir de ahora obedeceré la soberanía de Dios y Sus designios, y ya no confiaré en mis propias manos ni en mi lucha personal por de mi destino.

(Traducido del original en inglés al español por Eva Trillo)

Fuente: Evangelio de la Fuente de la Vida


Lo que pasó después de que me caí de un precipicio

2019-08-26 00:57:48 | Testimonios de Vida

Ye Lin a menudo subía a la montaña para reunirse con los hermanos y hermanas.  Ella generalmente bajaba por una carretera de montaña para volver a casa cuando el sol se ponía. Una vez, se encontró con un accidente inesperado, que le permitió obtener un conocimiento verdadero de la omnipotencia y soberanía de Dios. El accidente ocurrió el 20 de marzo de 2012...

Esa noche, después de que terminó la reunión, Ye Lin caminó con su bicicleta hacia su casa como de costumbre. Después de subir una pendiente, se sintió un poco cansada y montó la bicicleta cuesta abajo. La bicicleta comenzó a acelerar, así que intentó frenar, pero los frenos estaban rotos. Esta inesperada situación la asustó tremendamente. De repente, sintió como si ella estuviera cabalgando sobre las nubes y nieblas y su mente se quedó en blanco. Y entonces ella perdió el conocimiento... Cuando se despertó, estaba confundida: ¿Dónde estoy? ¿Por qué veo el cielo nocturno, no el techo de mi habitación? ¿No estoy durmiendo en mi habitación? Intentó darse la vuelta para sentarse, pero de repente sintió un dolor punzante en la cadera izquierda. Para entonces, había recordado que cuando estaba subiendo la pendiente, perdió el control de su bicicleta debido a una falla en el freno y, por lo tanto, se cayó del precipicio. Agarró los arbustos a su lado, se dio la vuelta y se incorporó, usando toda su fuerza. Descubrió que estaba rodeada de montañas y que yacía en un barranco. Miró a su alrededor y vio que había oscuridad por todas partes excepto por algunas luces tenues en la distancia. Aparte de los sonidos de los insectos, solo se oían ladridos no muy lejos. La montaña estaba terriblemente tranquila. Ye Lin se apresuró a sentir su bolsillo y descubrió que su reproductor de MP4 todavía estaba allí. Luego lo abrió para mirar la hora y descubrió que eran más de las dos de la madrugada. Recordó que solo eran las seis de la tarde cuando ella iba a casa. Entonces se dio cuenta de que había estado inconsciente durante ocho horas.

En ese camino solitario, había generalmente pocos transeúntes o vehículos durante el día, y mucho menos por la noche. Está sola en ese lugar salvaje, Ye Lin recordó que algunas personas en su aldea habían dicho una vez que los muertos estaban enterrados en esta montaña, y que a veces se podían ver fantasmas. También había escuchado que había algunos mafiosos y ladrones en el área que a menudo lastimaban a las personas. Al pensar en esto, una ola de miedo inexpresable se apoderó de ella. Le preocupaba que los mafiosos vinieran a asesinarla, o que los ladrones vinieran a robarle las cosas, o incluso la mataran por un poco de ganancia material. Ella no podía dejar de preguntarse qué hacer. En ese momento, las palabras de Dios de repente llegaron a ella: "Dios es la fuente de la vida del hombre", "La vida del hombre proviene de Dios, la existencia del cielo se debe a Dios, y la existencia de la tierra procede del poder de la vida de Dios. Ningún objeto que tenga vitalidad puede trascender la soberanía de Dios, y ninguna cosa que tenga vigor puede librarse del ámbito de la autoridad de Dios. De esta manera, independientemente de quiénes sean, todos se deben someter bajo el dominio de Dios, todos deben vivir bajo el mandato de Dios y nadie puede escapar de Su control". Ye Lin se dio cuenta de que ella cree en el verdadero Dios que creó los cielos y la tierra y todas las cosas. Todas las cosas están bajo el control de las manos de Dios. La vida, la muerte y el destino de cualquiera están en las manos de Dios. ¿No está su vida controlada por Dios tampoco? Aunque estaba en el medio de la nada, incluso si se encontraba con mafiosos o ladrones, no podían hacerle nada, y mucho menos quitarle la vida, sin el permiso de Dios. Pensando en esto, Ye Lin se calmó y oró a Dios en silencio: "Dios, me confiaré a Ti. Que estés conmigo, y que me cuides y protejas. Después de la oración, ella ya no sentía miedo ni miedo, pero se sentía particularmente tranquila. Debido al gran dolor en su cadera, no podía caminar en absoluto, y tuvo que acostarse para descansar. Tomó su reproductor de MP4 y escuchó un himno de las palabras de Dios: "Dios es el único fundamento de la existencia del hombre" que decía: "Cuando las aguas se tragan totalmente al hombre, Yo lo salvo de las aguas estancadas y le doy una oportunidad de tener una nueva vida. Cuando los hombres pierden su confianza para vivir, Yo tiro de ellos desde el filo de la muerte, concediéndoles la valentía para vivir, para que me tomen como el fundamento de su existencia". Al escuchar las elegantes melodías y sentir el amor de Dios, Ye Lin se durmió…

A la mañana siguiente, cuando se despertó, levantó la vista y descubrió que el precipicio de que se había caído era al menos tan alto como un edificio de tres o cuatro pisos. Debajo de ella había montones de rocas y arbustos en casi todas partes, y solo la parte en la que había aterrizado tenía malezas secas gruesas y un suelo arenoso relativamente suave. Excepto que su cadera se lesionó y sus pantalones se rasgaron en la rodilla, no hubo otras lesiones en ella. Ella sabía muy bien que esta era la gran protección de Dios para ella.

Debido a su lesión en la cadera izquierda, no pudo caminar. Además, no había transeúntes para que ella pidiera ayuda. Entonces, solo podía quedarse allí hasta que su dolor disminuyera, y tal vez al día siguiente pudiera encontrar una manera de bajar la montaña. Pronto, la noche volvió a caer. En las montañas, la noche era tranquila y silenciosa. Cuando Ye Lin sintió miedo, encendió su reproductor de MP4 para escuchar los himnos de las palabras de Dios y de la experiencia de la vida, y oró en su corazón para acercarse a Dios. Inmersa en los himnos, olvidó por completo que estaba en las montañas y no sintió miedo. Aunque ella estaba allí sin comer ni beber, no tenía hambre ni sed. Ella tenía muy claro que esta era una de las maravillas de Dios, que ningún hombre o mujer podía alcanzar. Solo Dios tiene tal poder. En ese momento, ella recordó que cuando algunos hermanos y hermanas experimentaron varios desastres como las inundaciones, lograron pasar sin comer ni beber confiando en Dios. Así como la Biblia dice: "No solo de pan vivira el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios" (Mateo 4:4). Ella realmente apreció el lado práctico de esta oración de las palabras de Dios, y sintió que las palabras de Dios son lo que se necesita en la vida de todos. Ella agradeció a Dios desde el fondo de su corazón.

En la tercera tarde, Ye Lin se levantó para bajar la montaña. Cuando vio su bicicleta, se quedó pasmada: La bicicleta parecía un montón de hierro viejo, y su parte delantera había sido totalmente rota. Ella pensó: ¡Eso fue una escapada por un pelo! La bicicleta estaba a solo dos metros de donde ella había caído. Si se hubiera caído sobre ella, no habría sido tan afortunada. Además, su bicicleta se había roto de esa manera, pero ella no sufrió lesiones graves. Esto la hizo ver el poder y la soberanía de Dios, y Su maravillosa protección para ella.

Ella comenzó a caminar débilmente por la montaña. Debido a que su cadera estaba lesionada, cada paso le causó un dolor punzante en el corazón. Ella incesantemente oró a Dios en su interior, pidiéndole que la ayudara a llegar a casa sin problemas. Bajo la guía de Dios, ella caminó hacia el camino. Al poco tiempo, vio una moto que se aproximaba. Después de que lo detuvo y le contó al conductor lo que le había sucedido, el conductor se ofreció a llevarla a su casa. En ese momento, Ye Lin estaba extraordinariamente emocionada y agradecida a Dios desde su corazón. Porque sabía que Dios había escuchado su oración y consiguió a un extraño para que la ayudara.

Cuando llegaron a la ciudad, Ye Lin primero fue a una clínica para un examen. El doctor dijo: "No es nada grave. El meridiano está bloqueado. Solo necesitas una inyección y aplicar ungüento". Al escuchar esto, se sintió muy emocionada y agradeció a Dios profundamente por Su cuidado y protección. Después de tomar un descanso en casa durante una semana más o menos, mejoró mucho. Al ver todo esto, se sintió profundamente conmovida y verdaderamente agradeció a Dios por Su amor.

Una mañana, ella fue a un estanque para lavar la ropa. Escuchó a algunos aldeanos hablar sobre su accidente: "El Dios en el que Ye Lin cree es realmente poderoso. Ella cayó de un precipicio alto, pero estaba bien. ¡Mira qué rápido puede lavar la ropa y volver a trabajar!" "Sí, ese es un lugar donde la gente extrae en busca de rocas. Hay muchas rocas caídas por ahí. En el pasado, dos personas cayeron por el lado sobre montones de rocas. Uno fue enviado al hospital con lesiones graves y el otro quedó discapacitado". "¡No me digas! Llovió hace unos días. Pero no llovió los dos días en que ella se cayó. Si hubiera llovido, incluso si ella no hubiera caído a su muerte, se habría muerto congelada..."

Al escuchar lo que la gente decía, Ye Lin estaba llena de gratitud a Dios. Debido a que había estado lluvioso algunos días antes de su caída, el suelo donde aterrizó era suave, por lo que escapó de una lesión grave. Si ella hubiera caído sobre los pinos, los abetos o las piedras, entonces habría sido discapacitada o muerta. Además, era el segundo mes del calendario chino, cuando el tiempo seguía siendo frío. Sin embargo, aunque se quedó afuera por un día y dos noches, no sintió frío ni hambre ni sed, y su estado mental era muy bueno. Esto realmente era el cuidado y la protección de Dios. Cumple exactamente las palabras de Dios: "Dios nunca está ausente del corazón del hombre y vive entre los hombres todo el tiempo. Ha sido la fuerza que impulsa la vida del hombre, el fundamento de la existencia del hombre, y un rico depósito para la existencia del hombre después del nacimiento". Ahora, cuando Ye Lin recuerda su caída al precipicio, todavía hay un miedo persistente en su corazón. Sin la salvación de Dios, cuando ella cayó por esa pendiente alta y empinada, aunque no hubiera muerto, seguramente habría sido incapacitada.

Ella vio que cuando ella estaba en grave peligro, fue Dios quien extendió Sus manos para salvarla, y la ayudó a salir de las fauces del peligro. A través de esta experiencia, ella tenía un conocimiento práctico de la omnipotencia y la soberanía de Dios, y también vio que la vida de todos está en las manos de Dios. Ye Lin se sintió profundamente conmovida por el amor de Dios: Las lágrimas brotaron de sus ojos cuando pensó en ello. Ella resolvió seguir a Dios hasta el final.

(Traducido del original en inglés al español por Jose M. Flecha)

Scripture quotations taken from LBLA. Copyright by The Lockman Foundation.

Fuente: Evangelio de la Fuente de la Vida


Vi el gran poder de Dios en el accidente

2019-08-25 01:48:42 | Testimonios de Vida

La Escritura dice: “mi Dios, mi roca en quien me refugio; mi escudo y el cuerno de mi salvación, mi altura inexpugnable y mi refugio; […]” (2 Samuel 22:3). Estas palabras son dignas de confianza.

La tarde del 5 de septiembre de 2008, volvía a casa desde el Pueblo en bicicleta. Cuando transitaba por un camino rural, apareció inesperadamente un automóvil detrás de mí y chocó directamente contra la rueda trasera de mi bicicleta. Entonces mi bicicleta salió volando a varios metros de altura, caí hacia atrás y la parte trasera de mi cabeza golpeó el parabrisas con fuerza. Al avanzar el automóvil a gran velocidad y detenerse tan bruscamente, fui arrojado desde el capó del automóvil a más de cuatro metros de distancia. En ese momento, sentí que todo giraba a mi alrededor, caí  al suelo y perdí el conocimiento.

No sabía cuánto tiempo había pasado. Cuando me desperté pensé que, de no estar muerto, sufriría graves lesiones de por vida. En silencio oré a Dios en mi corazón, “¡Oh, Señor! Fue por tu protección que el auto no acabó con mi vida. Ahora me preocupa la posibilidad de quedar incapacitado físicamente, pero sé que tu me darás fuerza suficiente y la fe que necesito para no sentir miedo ni inquietud bajo tu protección...”.

Después de orar, quise levantarme, pero como estaba mareado y adolorido, no pude ponerme de pie después de varios intentos. Entonces el conductor se acercó y tiró de mí dos veces, y aun así no pude. Me senté un rato y rogué continuamente a Dios en mi corazón. La parte izquierda de mi pantalón estaba destrozada por el pavimento, y mi rodilla izquierda estaba herida y seguía sangrando. Al ver que estaba gravemente herido, el conductor también se asustó mucho. Sentí que mis pies estaban fríos y, en ese momento, noté que estaba descalzo. El conductor me ayudó a encontrar mis zapatos y me ayudó a levantarme. Entonces, soportando el dolor y apoyado en él, me puse de pie y di unos pocos  pasos lentos y pausados. Sentí un gran dolor en las piernas, pero podía caminar, lo que significaba que mis piernas no estaban rotas; flexioné mis brazos. En ese momento, agradecí a Dios por Su cuidado y protección y levanté alabanzas genuinas en mi corazón. El Señor ciertamente es mi escudo y mi refugio, y esta vez realmente lo experimenté. ¡Gracias a Dios!

Al ver mis graves lesiones, el conductor quiso llevarme al hospital para hacerme un examen. Le dije: “No me pasa nada grave. No necesito ir al hospital”. Al escucharme esas palabras, me subió a su automóvil y me llevó a casa. A la luz del automóvil, vi que la rueda trasera de mi bicicleta estaba destrozada y tuvimos que dejarla allí. Él me dijo: “¡Eres muy afortunado! Cuando mi auto te golpeó y te ví volando por los aires, tuve miedo”. Pensé: “No fue que tuve suerte. Fue porque Dios me cuidó y me protegió sobreviviendo al accidente. Esta fue la manifestación del gran poder del Señor”. Le di gracias al Señor desde el fondo de mi corazón.

Hace unos días pensé en el accidente. Un hombre en mi pueblo, su esposa y sus dos hijos, se estrellaron en una motocicleta  contra un camión al borde de la carretera. Él y uno de sus hijos murieron en el acto. Su otro hijo fue despedido y se lesionó seriamente. Después de que el niño fue enviado al hospital, también murió a pesar del tratamiento médico. Un accidente automovilístico los mató a los tres. Afortunadamente yo pude sobrevivir a este accidente automovilístico, gracias a la protección de Dios.

Dios gobierna todas las cosas, y nuestra vida está en Sus manos. No importa cuán peligrosa sea la situación, siempre y cuando le oremos a Él, el Señor constantemente nos va a ayudar y nos va a apoyar, y siempre va a estar con nosotros. Aunque nunca vi a Dios, vi Su protección hacia mí a partiendo de mi experiencia. Aunque el automóvil se movió a gran velocidad y me tiró a varios metros de distancia, solo me despellejé los brazos y las piernas, sufriendo algunas lesiones superficiales, ni siquiera sufrí una pequeña fractura. Sin la protección de Dios, hubiera muerto o hubiera estado herido de gravedad. Me siento muy agradecido por Su Protección.

Después de unos días escuché que el conductor que me golpeó les dijo a los aldeanos: “En ese accidente él no murió. Incluso si no hubiera sido arrojado a varios metros de distancia, debería haber sufrido una conmoción cerebral al menos después de que su cabeza golpeara el parabrisas. Sin embargo, estaba sano y salvo. Realmente es cierto que el Señor Jesús en quien él cree le protegió y que cree en el Dios verdadero”. Después de escuchar esto, seguí agradeciendo al Señor por Su cuidado y protección. Lo que no esperaba es que mis heridas sanasen por completo en una semana.

La biblia dice: “Porque en el día de la angustia me esconderá en su tabernáculo; […]” (Salmos 27: 5). Recordando la experiencia en este accidente, estaba agradecido a Dios en mi corazón. Si el Señor no me hubiera protegido en un accidente tan grave, tal vez habría muerto. Realmente sentí que su mano todopoderosa me apoyó; también experimenté profundamente que solo cuando tenemos al Señor podemos tener algo en lo cual confiar y tener la seguridad de la vida, y nuestros corazones estarán firmes y tranquilos. ¡Gracias al Señor! ¡Que toda la gloria y la alabanza sean para Dios!

(Traducido del original en inglés al español por Angel Leonardo Pérez Hurtado)

Scripture quotations taken from LBLA. Copyright by The Lockman Foundation.

Fuente: Evangelio de la Fuente de la Vida


Recibiendo la maravillosa protección de Dios en la gran Inundación

2019-08-24 01:46:12 | Testimonios de Vida

El 3 de agosto de 2017, había lloviznado durante todo el día. Por la noche, comenzó a llover más y más fuerte hasta se convirtió en una lluvia torrencial. Escuché las noticias de algunos aldeanos evacuando el campo. En ese momento, empaqué los libros de las palabras de Dios y los guardé en un lugar seguro. Estaba preocupado de que esta fuerte inundación se barriera por delante a mi casa, porque mi casa se encontraba en una parte baja del terreno, detrás de la cual estaba una pendiente, y en el lado este y oeste de mi casa, no había forma de que fluyeran las aguas de la inundación, por lo que el torrente de agua solo podría fluir hacia mi casa. Si las agua entrarán en mi casa por la puerta trasera, seguro que mi casa sería derribada. Con estos temores, me presenté ante Dios, orando: “¡Oh Dios! ¡El viento, las helada, la nieve y la lluvia están bajo Tu control. El agua detrás de mi casa no encuentra una salida hacia afuera y estoy asustado de que las aguas penetren en mi casa. Ahora estoy indefenso. Dios, solo puedo confiar en Ti y contemplarte. Que cuides estos libros y evites que sufran daños. Aunque algunas personas han evacuado, no puedo irme y estoy dispuesto a dedicarme a proteger estos libros. A pesar de lo fuerte de la lluvia, obedeceré Tu soberanía. Dios, independientemente de lo que hagas, te agradeceré y te alabaré”. Al terminar de orar, me sentí mucho más estable y me quedé dormido.

Las campanas me despertaron de mi sueño cuando eran las 3 a.m. Al escuchar el sonido de la lluvia torrencial y el rugido de la gran inundación, tuve miedo y me sentí incómodo. Me puse los zapatos a toda prisa, abrí un paraguas y me dirigí a la puerta de entrada para ver cuán profundo era el agua del río. Al llegar a la puerta de entrada y mirar afuera, me quedé atónito. Docenas de metros de mi casa había una vasta extensión de agua, y las aguas del río turbio y agitado avanzaban velozmente ola tras ola. Podía escuchar el retumbar de grandes piedras rodando en el agua. Tenía más de 70 años y nunca había visto una lluvia tan fuerte o una inundación tan grande. Esta escena fue tan terrible que tuve miedo, mi corazón latía rápido y mis piernas temblaban. Caminé lentamente de regreso a mi casa, y me puse delante de Dios, comenzando a orar de inmediato: “Dios Omnipotente, nunca he visto una inundación tan grande. Sé que estás castigando al hombre corrupto. Soy uno de ellos y también debería aceptar Tu castigo. Dios, te ruego que protejas mi corazón, para que pueda calmar mi corazón delante de Ti y someterme a las circunstancias que dispusiste para mí. Sean cuales sean los daños o desastres que encuentre, te agradeceré y te alabaré”. Después de mi oración, mi corazón se calmó y ya no me alarmé ni me asusté más.

Después de las 4 a.m., llovía más fuerte, como una cascada. Vi el agua que salía del patio este de mi vecino como agua corriendo después de que las compuertas se abrieron. También vi como fueron arrastrados, las ollas, los refrigeradores, las bombonas de gas doméstico, las tapas y otros artículos necesarios para el uso diario. Entonces, el agua se elevó directamente hacia el muro perimetral de mi vecino y golpeó con fuerza a dos graneros de más de cuatro metros de altura junto a la pared que estaba soldada. Además, la puerta de mi vecino también fue dañada, su gallinero de cuarenta metros de largo también fue arrastrado hacia abajo, y luego el agua fluyó hacia mi huerto. Estaba nervioso y llamé a Dios con todo mi corazón. Maravillosamente, tan pronto como el agua que fluía llegaba a mi pared, giró en dirección al gran río. Si el agua no hubiera cambiado la dirección sino que fluyera directamente hacia adelante, mi casa habría sido arrastrada. Al ver esa escena, no podía dejar de agradecer a Dios por Su protección. Dios mostró misericordia de mí. Si no hubiera sido por la excepción de la gracia que Dios hizo para conmigo, mi casa habría encontrado el mismo fin que otras. Me acordé de algunas palabras: “El desastre se origina en Mí y, por supuesto, Yo lo orquesto”. Estas palabras me permitieron tener más fe en Dios y ya no temía la inundación.

Cuando dejó de llover, vi cuatro grandes pilas de leña, bien ordenadas y arregladas en mi campo. Debido a la ampliación del lecho del río, las pilas estaban justo en el medio del río, como las islas solitarias en un vasto mar. No fueron arrastradas sino que permanecieron de pie en el agua. Mi gallinero de cuarenta metros de largo más allá del río tampoco fue arrastrado. Después de que las aguas de la inundación retrocedieron, crucé el río para ir a mi gallinero y vi que la inundación había pasado junto al gallinero, corría a lo largo de la base y luego fluía por más de veinte metros en el río. Como resultado, mi gallinero no sufrió daños, mientras que el depósito de granos de otras personas que se encontraba a un nivel debajo de mi gallinero y construido sobre grandes rocas, fue destruido por esa inundación. Además, una fila de una docena de compartimientos del granero fueron derribados y las tres casas opuestas al granero, incluyendo más de cincuenta ovejas y dos cerdos que pesaban más de 300 kilos, también fueron arrastrados. Las aguas de la inundación fluyeron hacia la casa en un terreno más alto. Aunque esa casa no se derrumbó, todas las cosas que contenía fueron arrastradas, haciéndola inhabitable. Además, dos nuevas casas de la familia que creían en hechiceros fueron arrastradas. Vi que muchas casas fueron arrastradas en nuestra aldea, pero la mía sobrevivió a la gran inundación sana y salva bajo la protección maravillosa de Dios. ¡Muchísimas gracias a Dios!

Después de experimentar este diluvio, tuve una verdadera comprensión y conocimiento de estas palabras: “De todo lo que acontece en el universo, no hay nada en lo que Yo no tenga la última palabra. ¿Qué existe que no esté en Mis manos? Todo lo que Yo digo es ley, y entre los hombres, ¿quién hay que pueda cambiar Mi mente?” Vi que Dios Todopoderoso en quien creo es Dios mismo que domina y controla todo. Todas las cosas, vivas o muertas, están todas en Su orquestación. Esta es la autoridad propia de Dios y solo Él posee este poder. Vi Sus obras maravillosas, Su omnipotencia y dominación, y Su disposición majestuosa e iracunda. En los desastres de los últimos días, sólo si confiamos en Dios podremos atravesar tiempos difíciles y evitar sufrir desastres. Mientras tanto, vi que los humanos colapsamos tan fácilmente ante las calamidades. Los humanos no podemos sobrevivir en absoluto sin la gracia y misericordia de Dios. Cuando enfrenté el desastre, yo, una persona humilde, recibí el gran amor de Dios, del cual me sentía indigno. Por lo tanto, me decidí: haré todo lo posible para cumplir con mi deber, someterme a la orquestación y los arreglos de Dios, y devolverle Su amor por mí.

(Traducido del original en inglés al español por Nyron Perez)

Fuente: Evangelio de la Fuente de la Vida


Vi la protección de Dios en el sufrimiento

2019-08-23 18:16:17 | Testimonios de Vida

“Hasta que, un día, sientas que el Creador ya no es un misterio, que nunca se ha escondido de ti, que nunca ha ocultado Su rostro de ti, que no está en absoluto lejos de ti, que ya no es Aquel que anhelas constantemente en tus pensamientos, pero que no puedes alcanzar con tus sentimientos, que Él está real y verdaderamente montando guardia a tu izquierda y a tu derecha, proveyendo para tu vida, y controlando tu destino. Él no está en el horizonte remoto ni se ha escondido muy arriba en las nubes. Está justo a tu lado, presidiendo sobre la totalidad de ti. Él es todo lo que tienes y la única cosa que tienes”. Cada vez que canto el himno de las palabras de Dios, no puedo evitar pensar en la maravillosa hazaña que obró una tarde de hace ya varios años, la cual ha dejado huella en mi corazón y que ha pasado a ser un recuerdo imborrable de mi vida…

El 28 de marzo de 2010 volví a casa después del trabajo y, cuando me dispuse a hacer la cena, me di cuenta de que no quedaba gas. Así que llamé a un equipo y le pedí que me trajera una bombona de gas. Cuando llegó, utilizó un encendedor para prevenir fugas y se marchó tras asegurarse de que no existía peligro alguno. Cuando, un poco más tarde, encendí la bombona para cocinar, escuché un chirrido y pensé, ¿será una fuga de gas? Le cogí un mechero a mi hijo y volví a intentarlo. Quién me iba a decir que, tan pronto como acerqué el mechero al lugar donde la manguera y la bombona se unían, iban a salir llamas de la manguera, quemando al instante la zona que rodeaba la válvula. Me empezó a palpitar el corazón debido al terror que me causaba lo que acababa de ocurrir y pensé que, al ser una bombona de gas, explotaría si el fuego no paraba. En ese caso, todo el edificio correría peligro. Se me salió el corazón por la boca al darme cuenta de eso y no me atreví a pensar en lo que sucedería después. En ese mismo instante, el fuego que rodeaba la bombona aumentó y la llama incrementó su altura. Toda la cocina estaba iluminada por la luz del fuego y no sabía qué hacer ante tal llamarada. De repente recordé las palabras de Dios: “El desastre se origina en Mí y, por supuesto, Yo lo orquesto”. ( de “Deberías preparar suficientes buenas obras para tu destino”). De esta forma me sentí mucho más relajada en mi interior y pensé que tenía razón, todo está en las manos de Dios. A día de hoy, sé que Dios también controlaba aquella bombona de gas ardiendo. Sin importar lo que suceda, estoy dispuesta a entregarme a Tu dirección y control, a comprometerme contigo. Guíame Señor… Mis nervios se apaciguaron gracias a ese pensamiento.

Entonces se me ocurrió una idea, tenía que sacar rápidamente la bombona al exterior, vivo en un primero, y evitar que explotara dentro, ya que las consecuencias serían terribles. En ese mismo instante, sin saber de dónde saqué el valor, me dirigí con rapidez hacia la bombona y quité la manguera que la conectaba con el fogón. Escuché un “bang”, el fuego era más intenso y la bombona estaba completamente rodeada por las llamas. Al ver la escena, no pude evitar preocuparme por los libros de las palabras de Dios que aún estaban en casa. ¿Qué iba a hacer si ardían? Si todo el edificio se quemara, no podría afrontar el gasto ni aún vendiendo todas mis pertenencias. Tenía que sacarla rápido…. Así que hice el esfuerzo de arrastrarla al exterior. Al ver eso, mi hijo se asustó y exclamó: “Mamá, ¿no quieres conservar tu vida? Sal rápido o arderás”. Al darme cuenta de que el fuego era cada vez más intenso, en vez de hacer caso a mi hijo, seguí intentando sacar la bombona de gas. Sentí como si estuviera ardiendo y el calor me rodeara. Mi hijo estaba atemorizado y salió corriendo de casa, y yo, aunque también estaba aterrorizada, no paraba de rezarle a Dios en mi interior: “Señor, tengo miedo al ver que el fuego no para de crecer. Si la bombona de gas explota, todo el edificio quedará reducido a cenizas. En mi casa hay libros que contienen Tus palabras y, en este momento, estoy dispuesta a comprometerme del todo contigo, aún sin saber si voy a ser capaz de sacar la bombona. Estoy dispuesta a un compromiso total contigo, para obedecerte en Tu control y dirección y para experimentar Tus hazañas en el peligro”. Después de rezar, puse todo mi empeño en sacar la bombona y rodó hacia la calle por inercia, formando una gran bola de fuego que atrajo de inmediato a bastante público. La gente estaba atemorizada ante la escena y algunos pensaban que lo que había sucedido era imposible, ya que me decían: “¡Tienes mucho valor! El fuego es muy intenso, ¿cómo has podido sacarlo de la casa?” Una media hora más tarde, una patrulla de bomberos apagó el fuego, sintiendo un gran alivio.

Una vez me relajé, volví a pensar en la escena de la lucha contra el fuego y en lo que acababa de pasar, sintiéndome como si estuviera en un sueño. Resultaba increíble que yo, una simple ama de casa, hubiera sido capaz de arrastrar la bombona de gas en llamas. Levantar una bombona era difícil incluso para un hombre, pero yo lo había logrado. No obstante, si Dios no me hubiera dado fuerza, no hubiera sido capaz de sacarla. Y encima, para mi asombro, la bombona estaba ardiendo muy intensamente y las llamas se me echaban encima, pero no tenía ni un solo rasguño, salvo mi ceja, que estaba un poco quemada. Era increíble. Todos los que conocen esta historia dirían que Dios me protegió gracias a mis buenas acciones del pasado. Pero yo sabía perfectamente que Dios había obrado un milagro para protegerme y le ofrecí agradecimientos y alabanzas en silencio en mi interior.

Una vez que el fuego se extinguió, comencé a preocuparme por el estado de mi casa y entré a todo correr. Pensé: debido a la intensidad del fuego, deberían haber ardido bastantes cosas. Pero, para mi sorpresa, tras examinar el interior y exterior de mi casa, me di cuenta de que no había ningún destrozo. No podía parar de pensar en las palabras de Dios: “El corazón y el espíritu del hombre están en la mano de Dios y toda la vida del hombre es contemplada a los ojos de Dios. Independientemente de si crees esto o no, cualquiera de todas las cosas, vivas o muertas, cambiarán, se moverán, se renovarán y desaparecerán de acuerdo con los pensamientos de Dios. Así es como Dios gobierna sobre todas las cosas”. Era aún más consciente de que Dios protege absolutamente todo y que el cielo, la tierra y todas las cosas se desplazan y cambian a su voluntad. Por ello había salido ilesa y mi casa no había sufrido ningún daño al sacar la bombona de gas, todo gracias a las maravillosas hazañas de Dios.

Pasados unos meses, una bombona de gas de uno de mis vecinos también ardió. El fuego se disparó de repente y los cristales se hicieron añicos. La ropa de mi vecino se había quemado de arriba abajo y todo su cuerpo se había despellejado como si lo hubieran hervido en agua caliente. Ambos sufrimos el mismo accidente; pero mi vecino no creyente quedó gravemente herido, mientras que yo obtuve la protección y ayuda de Dios en el peor momento. En ese momento, pensé en lo que predica la Biblia: “Aunque caigan mil a tu lado y diez mil a tu diestra, a ti no se acercará” (Salmos 91:7). Dios está justo a mi lado y todo lo que tenga que ver con la vida o la muerte lo controla él, lo viví en las manos de Dios. Incluso el hecho de que la bombona de gas ardiendo queme a la gente o no, hasta qué punto puede arder o si puede llegar a explotar, todas estas cosas las controla y domina por la autoridad de Dios. Por ello, uno puede transformar el peligro en seguridad si recibe el cuidado y la protección del Señor. Tal y como el Antiguo Testamento relata en la historia de los tres jóvenes judíos, a los cuales se lanzó a un horno en llamas y se salvaron, mientras que los soldados que los habían lanzado a las llamas ardieron hasta morir.

Gracias a esta experiencia, llegué a comprender realmente la condición de todopoderoso de Dios y Su soberanía. Pensé en que siempre me habían asaltado dudas cuando escuchaba a los hermanos y hermanas predicar que Dios está a nuestro lado a cada momento. Sin embargo, esta experiencia me hizo entender que Dios no es ni invisible ni intocable, sino que está a nuestro lado y nos cuida. Se encarga y controla absolutamente todo. Fue Dios el que me guió y me ayudó a superar los obstáculos, cuando me encontraba en apuros. Hubiera vivido en una fe difusa y no hubiera poseído un verdadero conocimiento de Dios sin esta experiencia. No obstante, ahora he comprobado de verdad las palabras de Dios, “La experiencia me ha hecho estar segura de Dios”. Solo a través de experiencias reales podemos presenciar las hazañas maravillosas del Señor y probar Su única autoridad.

(Traducido del original en inglés al español por Sofía Soldevilla García)

Scripture quotations taken from LBLA. Copyright by The Lockman Foundation.

Fuente: Evangelio de la Fuente de la Vida

 

En el cuarto día nacen las estaciones, los días, y los años de la humanidad,

2019-08-03 15:26:51 | Palabra de Dios

En el cuarto día nacen las estaciones, los días, y los años de la humanidad, al ejercer Dios una vez más Su autoridad

El Creador usó Sus palabras para cumplir Su plan, y así pasó los tres primeros días de Su plan. Durante ellos, no se ve que Dios estuviera ajetreado ni agotado; por el contrario, pasó tres maravillosos primeros días de Su plan, y logró la gran tarea de la transformación radical del mundo. Ante Sus ojos apareció un mundo totalmente nuevo y, poco a poco, la bella imagen que se había sellado en Sus pensamientos se reveló finalmente en las palabras de Dios. La aparición de cada nueva cosa fue como el nacimiento de un bebé recién nacido, y al Creador le agradó esa imagen que había estado una vez en Sus pensamientos, pero que ahora había cobrado vida. En ese momento, un asomo de satisfacción inundó Su corazón, pero Su plan no había hecho más que comenzar. En un abrir y cerrar de ojos había llegado un nuevo día, ¿cuál era la página siguiente en el plan del Creador? ¿Qué dijo Él? ¿Cómo ejerció Su autoridad? Y, al mismo tiempo, ¿qué nuevas cosas llegaron a este nuevo mundo? Siguiendo la dirección del Creador, nuestra mirada recae en el cuarto día de la creación de todas las cosas por parte de Dios, un día que suponía otro nuevo comienzo. Para el Creador, era indudablemente otro día maravilloso y de máxima importancia para la humanidad de hoy. Era, por supuesto, un día de inestimable valor. ¿En qué era maravilloso, tan importante, y de inestimable valor? Escuchemos primero las palabras pronunciadas por el Creador…

“Y Dios dijo: Que haya luces en el firmamento del cielo para separar el día de la noche; y que sean signos para las estaciones, los días y los años; y que ellas estén en el firmamento del cielo para que den luz a la tierra” (Génesis 1:14-15). Esto fue otro ejercicio de la autoridad de Dios mostrado por las criaturas una vez creada la tierra seca y las plantas dentro de ella. Para Él fue un acto igualmente fácil, porque Él tiene ese poder; Dios es tan bueno como Su palabra, y esta se cumplirá. Dios ordenó que aparecieran luces en el cielo, y estas no solo brillaron en él y sobre la tierra, sino que también sirvieron como señales para el día y la noche, para las estaciones, los días y los años. De esta forma, cuando Dios pronunció Sus palabras, todo acto que Dios deseó realizar se cumplió de acuerdo con el significado divino y de la manera designada por Él.

 

Las luces del cielo son materia celeste que puede irradiar luz; pueden iluminar el cielo, y alumbrar la tierra y los mares. Giran según el ritmo y la frecuencia ordenados por Dios, y alumbran diferentes períodos de tiempo sobre la tierra; de esta forma, los ciclos de rotación de las luces hacen que se produzca el día y la noche en el este y en el oeste de la tierra. No son tan solo señales para la noche y el día, sino que a través de estos distintos ciclos también se señalan las fiestas y los diversos días especiales de la humanidad. Son el complemento y el acompañamiento perfectos para las cuatro estaciones —primavera, verano, otoño, e invierno— dictadas por Dios, junto a las cuales las luces sirven armoniosamente como marcas regulares y precisas para los términos, los días, y los años lunares de la humanidad. Aunque no fue hasta la aparición de la agricultura cuando la humanidad comenzó a entender y a encontrarse con la separación de los términos, los días y los años lunares causada por las luces que Dios creó, que en realidad son los que el hombre entiende hoy, estos empezaron a producirse hace mucho tiempo, en el cuarto día de la creación de todas las cosas por parte de Dios. Del mismo modo, los ciclos alternos de la primavera, el verano, el otoño y el invierno, experimentados por el hombre, comienzan hace mucho, en el cuarto día de la creación de todas las cosas por parte de Dios. Las luces creadas por Dios le permitieron al hombre diferenciar con regularidad, precisión y claridad entre la noche y el día, contar los días, y seguir con nitidez los términos y los años lunares. (El día de la luna llena era la compleción de un mes, y a partir de ahí el hombre sabía que la iluminación de las luces comenzaba un nuevo ciclo; el día de la media luna era la compleción de una mitad del mes, y le señalaba al hombre que empezaba un nuevo término lunar del cual podía deducirse cuántos días y noches había en un término lunar, cuántos términos lunares había en una estación, y cuántas estaciones había en un año; y todo esto se manifestaba con regularidad.) De este modo, el hombre pudo seguir fácilmente los términos, los días y los años lunares marcados por las rotaciones de las luces. Desde ese momento en adelante, la humanidad y todas las cosas vivieron inconscientemente en medio del ordenado intercambio de la noche y el día, y la alternancia de las estaciones producidas por las rotaciones de las luces. Esta era la importancia de las luces que el Creador creó el cuarto día. De forma parecida, los objetivos y el significado de esta acción Suya seguían siendo inseparables de Su autoridad y Su poder. Y así, las luces creadas por Dios y el valor que pronto traerían al hombre fueron otra obra maestra en el ejercicio de la autoridad del Creador.

En este nuevo mundo en el que la humanidad aún tenía que hacer su aparición, el Creador había preparado “noche y día”, “el firmamento”, “tierra y mares”, “pasto, hierbas y diversos tipos de árboles”, y “las luces, las estaciones, los días y los años” para la nueva vida que pronto Él crearía. La autoridad y el poder del Creador se expresaron en cada nueva cosa que creó, y Sus palabras y logros se produjeron simultáneamente, sin la más mínima discrepancia ni intervalo. La aparición y el nacimiento de todas estas nuevas cosas eran la prueba de la autoridad y el poder del Creador: Él es tan bueno como Su palabra, y esta se cumplirá; y lo que se consuma dura para siempre. Esta realidad nunca ha cambiado: así fue en el pasado, así es hoy, y así será por toda la eternidad. Cuando miráis una vez más esas palabras de las Escrituras, ¿estas os resultan nuevas? ¿Habéis visto un nuevo contenido, y hecho nuevos descubrimientos? Esto es así, porque los hechos del Creador han despertado vuestro corazón, y guiado la dirección de vuestro conocimiento de Su autoridad y poder; han abierto la puerta de vuestro entendimiento del Creador, y Sus hechos y autoridad han concedido vida a estas palabras. Y así, el hombre ha percibido en ellas una expresión real y vívida de la autoridad del Creador, ha presenciado de verdad la supremacía del Creador, y contemplado lo extraordinario de Su autoridad y Su poder.

La autoridad y el poder del Creador producen milagro tras milagro, y Él atrae la atención del hombre; este no puede evitar limitarse a mirar fijamente los asombrosos hechos nacidos del ejercicio de Su autoridad. Su fenomenal poder provoca un deleite tras otro, y el hombre se queda sorprendido y encantado, y grita de admiración, está atónito y vitorea; más aún, el hombre se conmueve visiblemente, y en él se ocasionan respeto, reverencia, y apego. La autoridad y los hechos de Dios tienen un gran impacto sobre el espíritu del hombre, lo purifican, y, además, lo satisfacen. Cada uno de Sus pensamientos, cada una de Sus afirmaciones, y cada revelación de Su autoridad son una obra maestra entre todas las cosas, y una gran tarea sumamente digna del profundo entendimiento y conocimiento de la humanidad creada. Cuando contamos cada criatura nacida de las palabras del Creador, nuestros espíritus son atraídos por la maravilla del poder de Dios, y nos encontramos siguiendo Sus pisadas hasta el siguiente día: el quinto día de la creación de todas las cosas por parte de Dios.

Fuente: Evangelio de la Fuente de la Vida