Dios Todopoderoso es mi salvador

Que el amor y la misericordia de DIOS estén siempre contigo

inteligente de contrarrestar la radiación de la pantalla del ordenador y liberar mis ojos del dolor

2019-12-31 21:33:21 | Reflexiones Cristianas

Reflexione cristiana:Una forma inteligente de contrarrestar la radiación de la pantalla del ordenador y liberar mis ojos del dolor

Tras el continuo avance de la tecnología de la información, las computadoras y los teléfonos celulares se han vuelto indispensables, y ahora ningún hombre, mujer o niño puede vivir sin ellos. Nací en los años ochenta y también solía estar obsesionada con ellos. Trabajo con mi computadora todos los días, sin duda siento la conveniencia que trae, porque me permite buscar rápidamente los materiales de estudio, contactarme con mis amigos, llenar formularios, y así sucesivamente. ¡Qué útil es!

Aunque siempre disfruté de la conveniencia que me daba, empezaron a aparecer algunas molestias. Cuando trabajaba en mi computadora durante mucho tiempo, la radiación de su pantalla hacía que mis ojos se pusieran secos y dolorosos, y también me dolía la cabeza. Sin embargo, tenía que usarla para el trabajo, así que no podía hacer más que soportar el sufrimiento todos los días.

Más tarde, vi que mis colegas a mi alrededor empezaron a tener daños visuales debido al largo tiempo en el uso de computadoras y teléfonos celulares. A algunos se les prescribieron lentes a prueba de radiación; otros se hicieron cirugía ocular; y algunos, debido al uso de anteojos, durante mucho tiempo, tenían ojos saltones, que alguna vez fueron brillantes y penetrantes, pero que ahora se volvieron vidriosos y sin alma. Me preocupaba que, si mi situación continuaba, yo sufriría el mismo destino que mis colegas, así que comencé a pensar en maneras de aliviar la fatiga visual.

Al principio, probé esto: después de cada hora de mirar mi pantalla de la computadora, pasaba diez minutos mirando hacia afuera a las plantas verdes y los árboles en la distancia para descansar mis ojos y aliviar la molestia. Después de algún tiempo, mis ojos se sintieron temporalmente un poco mejor, pero todavía se hinchaban y dolían después. Entonces intenté utilizar un lapicero en lugar de la computadora para hacer mi trabajo, pero la eficacia en mi trabajo se vio reducida a la mitad, y más aún, cierto trabajo no se podría hacer con un lapicero. Más tarde, vi unas gotas de ojos anunciadas en la televisión, y que algunos de mis amigos cercanos estaban usando. Así que, pregunté qué tipo de gotas oculares eran efectivas, las compré y me las puse en los ojos. Sin embargo, debido a que tuve una reacción adversa al medicamento, no sólo no tuve mucho efecto positivo, sino que mis ojos se sentían más y más doloroso... Al final, aunque intenté varias maneras, mi sufrimiento todavía no se había resuelto.

Por casualidad, un amigo vino a verme. Durante una conversación, le dije: “Mis ojos están con tanto dolor, que incluso ni quiero mirar mi computadora, pero sin una computadora no puedo hacer mi trabajo”. Mi amigo dijo: “Déjame darte una receta secreta: hay que hacer una taza de té verde y dejarla que se enfríe, luego dejar caer algunas gotas en los ojos y tomar un descanso durante diez minutos. Más tarde, tus ojos se sentirán más aliviados. El té verde es una planta y no tiene efectos secundarios. Lo he intentado, con buenos resultados”. Me sentí muy feliz y pensé que finalmente había encontrado una solución secreta. Hice lo que mi amigo me había dicho, y mis ojos realmente se sintieron muy aliviados y después de dos semanas sentí claramente que mis ojos ya no estaban secos. Más adelante, seguí aplicándome estas gotas, y los síntomas tales como sequedad y dolor nunca han aparecido otra vez. No pude evitar suspirar con emoción: ¡Qué milagrosa es esta pequeña planta! Mucha gente usa anteojos a prueba de radiación o usa gotas para los ojos, pero no encuentro que sean útiles. ¿Quién habría pensado que el té verde tiene un efecto medicinal tan maravilloso y no tiene efectos secundarios? Mis largos años de sufrimiento han terminado.

Te verde

Luego, busqué en línea sobre los efectos del té verde. Solamente entonces, pude conocer, que aparte de proporcionar protección contra la radiación, puede también reducir la insolación, reduce “el ardor por acidez”, alimenta la parte del Yin, promueve la producción de líquidos corporales, elimina la sed, detiene la diarrea y la disentería, y cura úlceras. Por otra parte, tiene un valor terapéutico considerable para el tratamiento de la disforia e intranquilidad en noches de verano, y puede ayudar a curar las enfermedades causadas por el clima caliente, la humedad y los patógenos en verano, tales como varias formas de diarrea, enfermedad de la piel (pyocutaneous), hinchazón e inflamación, y así sucesivamente. Por lo tanto, el té verde es lo mejor para beber en verano. ¡Qué efectos extraordinarios tiene realmente el té verde!

Un día, leí estas palabras de Dios: “[...] entre todas las cosas, sean animales, plantas o todo tipo de hierbas, Dios también creó algunas plantas necesarias para curar las lesiones o las enfermedades del cuerpo humano. ¿Qué haces, por ejemplo, si te quemas? ¿Puedes lavar la quemadura con agua? ¿Puedes simplemente buscar un trozo de tela y envolverla? Así podría llenarse de pus o infectarse. ¿Qué haces, por ejemplo, si te quemas accidentalmente con una llama o con agua caliente? ¿Puedes enjuagarte con agua? Por ejemplo, si tienes fiebre, te resfrías, te lesionas a causa del trabajo físico, tienes dolor estomacal por haber comido algo indebido o desarrollas ciertas enfermedades por culpa de hábitos de vida o asuntos emocionales, como enfermedades vasculares, condiciones psicológicas o enfermedades de los órganos internos, existen plantas correspondientes que curan todo esto. Hay plantas que mejoran la circulación de la sangre para eliminar la paralización, plantas que alivian el dolor, que restañan el sangrado, plantas anestésicas, otras que ayudan a las personas a recuperar la normalidad en su piel, que eliminan la hemostasia y otras que eliminan las toxinas del cuerpo. En resumen, pueden usarse todas en la vida cotidiana. Las personas pueden utilizarlas y Dios las ha preparado para el cuerpo humano en caso de que las necesiten. Él permitió que el hombre descubriera algunas de ellas accidentalmente, mientras que otras llegaron a conocerse gracias a ciertos fenómenos o por ciertas personas preparadas por Dios. Tras su descubrimiento, la humanidad las transmitiría, y muchas personas sabrían de las mismas. De esta manera, la creación de estas plantas por Dios tiene valor y sentido. En resumen, todas estas cosas son de Dios y Él las preparó y plantó cuando creó un entorno de vida para la humanidad. Todas estas cosas son muy necesarias”.

Leyendo las palabras de Dios, sentí la misericordia y protección de Dios hacia nosotros, y sentí calor en mi corazón. Dios es como una madre amorosa que ama a Sus hijos de todas las maneras posibles. Para permitirnos vivir una vida mejor, antes de que Él nos creara, Él preparó todo lo que necesitaríamos en nuestras vidas, así como las diversas hierbas medicinales que pueden curar cualquier daño o enfermedad a nuestros cuerpos. Por ejemplo, después de usar una computadora por un largo períodos, la radiación de su pantalla conducirá a la sequedad y al dolor penetrante en los ojos. Para resolver este problema, la planta de té que Dios creó es útil. El té verde no sólo puede ser utilizado como gotas de ojos naturales, sino también tiene las características de reducir calor interno, aliviando la insolación, reduciendo “ardor por acidez” y otras funciones, todas sin efectos secundarios. Aparte de las hojas de té, las otras hierbas medicinales en nuestras vidas fueron también meticulosamente creadas por Dios para nosotros. Pueden resolver varias dolencias que aparecen en nuestros cuerpos, y aliviar nuestro dolor, para que podamos vivir sanos y salvos. Dios realmente nos ama tanto; la consideración de Dios por cada aspecto de nuestras vidas es tan maravillosa.

Mientras tanto, también he ganado experiencia práctica de la humildad oculta de Dios, y cómo Él siempre hace todo para nosotros silenciosamente. Cuando estaba en la escuela, admiré mucho al autor del Compendio de Materia Médica porque sentía que había hecho una gran contribución a la humanidad al descubrir todo tipo de hierbas medicinales. Pero ahora, entendí que detrás de esto estaba la meticulosa preparación de Dios. Sin embargo, Dios nunca ha expresado esto, abiertamente, a la humanidad, ni tiene la más mínima intención de tomar el crédito. En cambio, nos permite disfrutar directamente de todo esto. Cada pequeña acción que Dios realiza para nosotros refleja totalmente el inmenso amor del Creador hacia la humanidad.

El amor de Dios está con nosotros toda nuestra vida y nos trae inmensa ayuda práctica. Ofrezco mi agradecimiento y alabanzas a Dios desde mi corazón.

(Traducido del original en inglés al español por Xinia Arias Quirós)

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Guía devocional: ¿Qué es la verdadera devoción espiritual?

2019-12-30 20:01:25 | Reflexiones Cristianas

El Señor Jesús es Dios mismo. Entonces, ¿por qué el Señor Jesús ora al Dios del cielo?

Dios dice: “Cuando Jesús llamaba a Dios en el cielo por el nombre de Padre al orar, sólo lo hacía desde la perspectiva de un hombre creado, sólo porque el Espíritu de Dios se había vestido como un hombre ordinario y normal y tenía el envoltorio exterior de un ser creado. Incluso si dentro de Él estaba el Espíritu de Dios, Su apariencia externa seguía siendo la de un hombre ordinario; en otras palabras, había pasado a ser el ‘Hijo del Hombre’ del que todos los hombres, incluido el propio Jesús, hablaban. [...] Por muy grande que fuera la autoridad de Jesús en la tierra, antes de la crucifixión, Él era simplemente un Hijo del Hombre, dominado por el Espíritu Santo (es decir, Dios), y uno de los seres creados de la tierra, porque aún tenía que completar Su obra. Así pues, que llamara Padre a Dios en el cielo, era simplemente por Su humildad y obediencia. Que se dirigiera a Dios (es decir, al Espíritu en el cielo) de esa manera no demuestra, sin embargo, que Él sea el Hijo del Espíritu de Dios en el cielo. Más bien, Su perspectiva es diferente y no es que Él sea una persona distinta. ¡La existencia de personas diferentes es una falacia! Antes de Su crucifixión, Jesús era un Hijo del Hombre sujeto a las limitaciones de la carne, y Él no poseía la plena autoridad del Espíritu. Por esta razón, Él sólo podía buscar la voluntad de Dios Padre desde la perspectiva de un ser creado. Es como cuando oró tres veces en Getsemaní: ‘No sea Mi voluntad, sino la tuya’. Antes de que lo pusieran en la cruz, Él no era más que el Rey de los judíos; Él era Cristo, el Hijo del Hombre, y no un cuerpo de gloria. Esa es la razón por la que, desde el punto de vista de un ser creado, llamaba Padre a Dios”.

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“Jesús oró desde la perspectiva de la carne. Como se había revestido de una carne de humanidad normal, fue desde la perspectiva de la carne desde donde Él dijo: ‘Mi caparazón corporal es el de un ser creado. Como me revestí de carne para venir a la tierra, ahora estoy lejos, muy lejos del cielo’. Por esta razón, Él sólo podía orar a Dios Padre desde la perspectiva de la carne. Este era Su deber y aquello con lo que el Espíritu encarnado de Dios debía estar equipado. No puede decirse que Él no es Dios simplemente porque oraba al Padre desde la perspectiva de la carne. Aunque se le llama el Hijo amado de Dios, sigue siendo Dios mismo, porque Él no es sino la encarnación del Espíritu y Su esencia sigue siendo el Espíritu”.

De “La Palabra manifestada en carne”

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Película evangélica "No os metáis en mis asuntos" Escena 2

2019-12-29 21:39:57 | Películas Evangélicas

(II) - ¿Es apostasía aceptar el evangelio de la segunda venida de Jesucristo?

Película evangélica "No os metáis en mis asuntos" Escena 2 - La aceptación del evangelio de la segunda venida del Señor Jesús y el arrebatamiento ante Dios

Pablo afirmó en la Biblia: "Me maravillo de que tan pronto hayáis abandonado al que os llamó por la gracia de Cristo, para seguir un evangelio diferente" (Gálatas 1:6).Los pastores y ancianos malinterpretan estas palabras de Pablo y condenan a todo aquel que acepte el evangelio de la segunda venida del Señor Jesús, diciendo que sería apostasía y una traición al Señor. Por tanto, algunos creyentes pierden la ocasión de recibir al Señor porque los han engañado. Evidentemente, es de enorme importancia que entendamos de forma clara el verdadero significado de este texto para poder recibir el regreso del Señor. Entonces, ¿cuál es el verdadero significado de este pasaje de la Escritura? Este vídeo te revelará la respuesta.

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¿Es el Señor Jesús el Hijo de Dios o Dios mismo?

2019-12-28 16:04:14 | Reflexiones Cristianas

¿Es el Señor Jesús el Hijo de Dios o Dios mismo?

Muchos creyentes creen que el Señor Jesús es el Hijo de Dios, porque en la Biblia se registra que después de que el Señor Jesús bautizara, se escuchó una voz que decía: “Este es mi Hijo amado en quien me he complacido” (Mateo 3:17). Y el Señor Jesús llamaba a Dios en el cielo por el nombre de Padre, pero cuando Sus discípulos le pidieron a Él que mostrara al Padre a ellos, Él dijo: “[...] El que me ha visto a mí, ha visto al Padre; […] ¿No crees que yo estoy en el Padre, y el Padre en mí? […]” (Juan 14:9-10). “Yo y el Padre somos uno” (Juan 10:30). ¿Por qué el Señor Jesús dijo esto? ¿Qué misterio se oculta detrás del testimonio del Espíritu Santo?

Dios Todopoderoso dice: “Cuando Jesús llamaba a Dios en el cielo por el nombre de Padre al orar, sólo lo hacía desde la perspectiva de un hombre creado, sólo porque el Espíritu de Dios se había vestido como un hombre ordinario y normal y tenía el envoltorio exterior de un ser creado. Incluso si dentro de Él estaba el Espíritu de Dios, Su apariencia externa seguía siendo la de un hombre ordinario; en otras palabras, había pasado a ser el ‘Hijo del hombre’ del que todos los hombres, incluido el propio Jesús, hablaban. Dado que es llamado el Hijo del hombre, Él es una persona (sea hombre o mujer, en cualquier caso una con el caparazón corporal de un ser humano) nacida en una familia normal de personas ordinarias. Por tanto, que Jesús llamara a Dios en el cielo por el nombre de Padre era lo mismo que cuando vosotros lo llamasteis Padre al principio; Él lo hizo desde la perspectiva de un hombre de la creación. ¿Recordáis todavía la oración del Señor que Jesús os enseñó para memorizar? ‘Padre nuestro que estás en los cielos…’. Él pidió a todos los hombres que llamaran a Dios en el cielo por el nombre de Padre. Y como Él también lo llamaba Padre, lo hacía desde la perspectiva de uno que está en igualdad de condiciones con todos vosotros. Como llamasteis a Dios en el cielo por el nombre de Padre, esto muestra que Jesús se consideraba estar en igualdad de condiciones con todos vosotros, como un hombre escogido por Dios (es decir, el Hijo de Dios) sobre la tierra. Si llamáis a Dios ‘Padre’, ¿no es porque sois un ser creado? Por muy grande que fuera la autoridad de Jesús en la tierra, antes de la crucifixión, Él era simplemente un Hijo del hombre, dominado por el Espíritu Santo (es decir, Dios), y uno de los seres creados de la tierra, porque aún tenía que completar Su obra. Así pues, que llamara Padre a Dios en el cielo, era simplemente por Su humildad y obediencia. Que se dirigiera a Dios (es decir, al Espíritu en el cielo) de esa manera no demuestra, sin embargo, que Él sea el Hijo del Espíritu de Dios en el cielo. Más bien, Su perspectiva es diferente y no es que Él sea una persona distinta. ¡La existencia de personas diferentes es una falacia! Antes de Su crucifixión, Jesús era un Hijo del hombre sujeto a las limitaciones de la carne, y Él no poseía la plena autoridad del Espíritu. Por esta razón, Él sólo podía buscar la voluntad de Dios Padre desde la perspectiva de un ser creado. Es como cuando oró tres veces en Getsemaní: ‘No sea Mi voluntad, sino la tuya’. Antes de que lo pusieran en la cruz, Él no era más que el Rey de los judíos; Él era Cristo, el Hijo del hombre, y no un cuerpo de gloria. Esa es la razón por la que, desde el punto de vista de un ser creado, llamaba Padre a Dios”.

Recomendación: Caminando con Jesucristo

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Cristiano en el lugar de Trabajo: Un Rincón de la Oficina

2019-12-25 22:31:37 | Reflexiones Cristianas

Cristiano en el lugar de Trabajo: Un Rincón de la Oficina

Por Panpan, Italy

El Señor Jesús dijo: "La sal es buena; pero si la sal se vuelve insípida, ¿con qué la sazonaréis? Tened sal en vosotros y estad en paz los unos con los otros" (Marcos 9:50). Nos enseñó a ser la luz del mundo y la sal de la tierra, a tener un efecto de reconciliación como la sal en nuestros hermanos y hermanas, parientes y amigos, a ser tolerantes con los demás y a amarlos como a nosotros mismos. Sin embargo, debido a nuestra naturaleza pecaminosa, frecuentemente somos incapaces de poner en práctica Sus enseñanzas. Me di cuenta por experiencia propia que sólo a través de la oración al Señor y confiando en Él podemos verdaderamente llegar a ser la luz del mundo y la sal de la tierra.

He estado trabajando en una compañía cinematográfica durante casi dos años, y soy el principal responsable del procesamiento de post-video. Un día, nuestro gerente nos dijo que tendríamos una nueva colega, y el lugar donde se sentaría después de su llegada se convirtió en un problema, ya que nuestro estudio era muy pequeño y no tenía asientos disponibles. Entonces mis colegas empezaron a decir: "Que se siente aquí". "Que se siente ahí". Viéndonos preocupados por esto, el gerente dijo que no necesitábamos preocuparnos, y que seguramente habría un asiento para la nueva colega cuando ella llegara. Después de escucharle decir esto, dejamos de discutir el problema.

Varios días después, el gerente llegó a nuestro departamento con la nueva colega. Mientras miraba alrededor de nuestro estudio, descubrió mi computadora portátil. Entonces, bromeando, dijo: "¿Podría sentarse en el rincón de allí aquel cuya computadora es pequeña?" Al escuchar estas palabras, forcé una sonrisa, sin embargo, en mi corazón, me sentí extremadamente ansioso y molesto. Aunque sabía que el gerente estaba diciendo esto sin pensarlo, la ira dentro de mi corazón comenzó a aumentar. Pensé: "¿Por qué le ofrece el asiento del que usa una computadora pequeña? ¡Soy un veterano! Será injusto para mí si me piden que me vaya al rincón". Debido a que la nueva colega necesitaba familiarizarse primero con el trabajo, por ahora el gerente no dispuso una computadora o un asiento para ella, y aún así trabajamos como siempre lo hacíamos. Sin embargo, el chiste del gerente me hizo empezar a preocuparme por mi asiento.

Después de una semana, mi nueva colega ya tenía un buen conocimiento acerca del trabajo, y el gerente encontró una computadora de escritorio de otro departamento para que ella trabajara en ella. Cuando descubrió que todos mis colegas usaban computadoras de escritorio y que moverlas era inconveniente, el gerente me dijo que era fácil para mí mover mi computadora portátil. Por lo tanto, me pidió que me mudara al rincón, y me prometió que me conseguiría un asiento en unos días. Al escuchar las palabras del gerente, me sentí a la vez agraviado y renuente, pensando: "No esperaba que me arrinconara. Entre tantos asientos en esta oficina, ¿por qué ha elegido el mío? ¡Humph! ¡Es sólo un rincón de todos modos, me mudaré allí!" Como resultado, me mudé a ese rincón con resistencia.

En el momento en que me senté en el rincón, mirando las espaldas de mis colegas, empecé a sentirme fatal: Ellos se sientan juntos, hablando y riendo, mientras yo me he sentado tan lejos de ellos. Ni siquiera sé si pueden oírme cuando hablo. Cuanto más pensaba así, más molesto me sentía, sintiéndome como una quinta rueda.

Por la tarde, el gerente nos llamó para discutir un nuevo proyecto. Todos mis colegas hablaban activamente, mientras que yo no tenía el más mínimo interés. El descontento ocupaba mi mente, y tardé en unirme a ellos. Yo, como un pollo de madera, me senté solo en mi lugar, pensando: "Ustedes pueden seguir hablando sobre este nuevo programa. No importa si me uno o no". Mientras escuchaba el sonido de la lluvia que caía afuera, mis emociones eran sombrías como el clima. Me quedé en el rincón, congelado, sin decir una palabra. Aunque los escuchaba, no podía evitar empezar a hacer otras cosas. Cuando me preguntaron por mi opinión, me resistí a responderles. Me sentí extremadamente desequilibrado: ¿Podría ser que todavía me siente aquí para trabajar en el futuro? He estado trabajando en esta compañía por tanto tiempo, y cuento como un veterano, pero ¿por qué me tratan peor que a un recién llegado? ¿Soy así de inútil? En ese momento, mis lágrimas comenzaron a brotar en mis ojos.

Así como realmente no pude soportar este sufrimiento, dejé el estudio y oré al Señor con lágrimas, diciéndole el dolor en mi corazón. Después de mi oración, mi corazón se volvió un poco más tranquilo. Me dije a mí mismo: "Independientemente de lo angustiado que esté, no puedo hacer caso omiso de mi trabajo, sino que debo concentrarme en el panorama general. Ahora es un momento crucial para prepararse para el nuevo proyecto. No puedo crearles un mal ambiente, no sea que el avance del trabajo se retrase sólo por mi estado de ánimo pasivo". Mientras pensaba así, me sentí un poco mejor en mi corazón. Sin embargo, después de regresar al estudio, todavía no podía seguir adelante para discutir el proyecto con ellos. Toda la tarde me quedé callado, sentado, solo a un a un lado y escuchándolos.

Finalmente, seguí hasta el momento de salir del trabajo. Después de regresar a casa, oré de nuevo, y le conté este asunto al Señor. Después de terminar de orar, consideré por qué tenía una reacción tan grande y me angustió tanto que ni siquiera podía trabajar normalmente sólo porque el gerente cambió mi asiento. El Señor Jesús dijo: "¿Y por qué miras la mota que está en el ojo de tu hermano, y no te das cuenta de la viga que está en tu propio ojo? ¿O cómo puedes decir a tu hermano: 'Hermano, déjame sacarte la mota que está en tu ojo', cuando tú mismo no ves la viga que está en tu ojo? ¡Hipócrita! Saca primero la viga de tu ojo y entonces verás con claridad para sacar la mota que está en el ojo de tu hermano" (Lucas 6:41-42). El Señor enseñó que en nuestras interacciones con los demás, cuando hay un distanciamiento o un conflicto entre nosotros y los demás, primero debemos reflexionar acerca de si lo que hemos hecho está en línea con las enseñanzas del Señor en lugar de encontrar primero los problemas y deficiencias de los demás. Aquellos que primero resuelvan sus propios problemas son personas que se conforman a la voluntad del Señor.

Luego tranquilicé mi corazón y recordé el proceso de cambiar de asiento esa tarde. Me di cuenta de que la razón por la que me sentía tan mal y con tanto dolor al cambiar de asiento era porque pensaba que el gerente no me trataba como a un veterano, sino incluso peor que a la nueva colega, y porque pensaba que mi imagen y dignidad estaban dañadas. Por consecuencia, estaba insatisfecho y agonizaba en mi corazón. El Señor Jesús nos enseñó a ser la luz y la sal de la tierra ante el mundo, a resplandecer sobre las personas que nos rodean, como la lámpara en un candelero, con nuestra tolerancia y paciencia genuinas, y a usar nuestras acciones reales en la vida para probar que somos verdaderos cristianos y creer en Dios que ama a otros como a Él mismo. Recordé que el Señor Jesús era Cristo, y que su identidad y condición sobrepasaban con creces a todas las criaturas. No obstante, Él resistió el rechazo del pueblo judío y los insultos de los soldados, e incluso fue clavado en la cruz, sin embargo, Él todavía oró por el mundo, pidiéndole a Dios Padre que perdonara su ignorancia. Cuando pensé en esto, la humildad del Señor Jesús me dejó avergonzado. Fui demasiado egoísta. Hasta armé un gran escándalo por un asiento y por eso me dolía mucho. Yo no puse en práctica las enseñanzas del Señor en absoluto. En este momento, le rogué a Dios: "Estoy dispuesto a humillarme y a ceder mi puesto a mi nueva colega, ya dejar de alardear de mis cualidades de veterano. Dondequiera que me siente, aunque mi espacio de trabajo sea pequeño, haré mi trabajo tan bien como antes". Se dice en el libro del Eclesiastés: "Hay un tiempo señalado para todo, y hay un tiempo para cada suceso bajo el cielo" (Eclesiastés 3:1). En cuanto al momento en que el gerente me consiga otro asiento, está en las manos de Dios, y estoy dispuesto a esperar a que Él actúe.

En los días siguientes, cumplí con mi deber como siempre, y hablé de nuestro trabajo con mis colegas. Después de hacerlo así durante algún tiempo. Me sentía muy firme en mi corazón. En ese momento, me di cuenta de que el rincón era realmente bueno para mí porque era lo suficientemente grande como para poner muchas cosas. Mientras tanto, poco a poco me sentía feliz y tenía una sonrisa en la cara.

Después de unos días, el gerente nos informó que había un ajuste de personal en nuestra compañía, y que una de mis colegas iba a ser reasignada a otro departamento y luego podría mudarme a su lugar y usar una computadora de escritorio. Después de escuchar esto, me conmovió mucho. De hecho, sentí que el Señor está a mi lado observando mis acciones. Cuando seguí las palabras del Señor para obedecer el ambiente que me parecía injusto, mi corazón se liberó. ¡Gracias a Dios! Estoy dispuesto a ser siempre la luz y la sal de la tierra ante la multitud de acuerdo con las palabras del Señor. ¡Amén!

(Traducido del original en inglés al español por Luis Carlos Villegas)

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Recomendación: Devocionales Cristianos


Cuando veas el cuerpo espiritual de Jesús será cuando Dios haya hecho de nuevo el cielo y la tierra

2019-12-24 22:02:59 | Reflexiones Cristianas

 

La Palabra de Dios |Cuando veas el cuerpo espiritual de Jesús será cuando Dios haya hecho de nuevo el cielo y la tierra (Fragmento 1)

Dios dice: “Los que no conocían al Mesías fueron todos capaces de oponerse a Jesús, de rechazarlo, de difamarlo. Las personas que no le entienden a Jesús son capaces de negarlo, y vilipendiarlo. Además, son capaces de ver el retorno de Jesús como el engaño de Satanás, y más personas condenarán el retorno de Jesús a la carne. ¿No os asusta todo esto? Lo que afrontáis será blasfemia contra el Espíritu Santo, la ruina de las palabras de este a las iglesias, y el rechazo de todo lo expresado por Jesús. ¿Qué podéis obtener de Él si estáis tan confundidos? ¿Cómo podéis entender la obra de Jesús cuando Él vuelva a la carne sobre una nube blanca, si os negáis obstinadamente a ser conscientes de vuestros errores? Os digo esto: las personas que no aceptan la verdad, pero que esperan ciegamente la llegada de Jesús sobre nubes blancas, blasfemarán sin duda contra el Espíritu Santo, y son la raza que será destruida”.


Película cristiana en español latino | "Bautismo de fuego" Basada en una historia real

2019-12-22 01:26:46 | la Fuente de la Vida

Película cristiana en español latino | "Bautismo de fuego" Basada en una historia real

El Señor Jesús dijo: "No todo el que me dice: 'Señor, Señor', entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos" (Mateo 7:21). ¿Pero cómo debemos buscar para convertirnos en personas cumplidoras de la voluntad del Padre Celestial y obedientes a Dios, de modo que Dios nos lleve al reino de los cielos? El cristiano Song Enze fue detenido y encarcelado por el Partido Comunista de China durante siete años por creer en Dios y predicar Su evangelio. Cuando lo soltaron, se empeñó en seguir con su entrega a Dios difundiendo el evangelio. A su parecer, abandonar su hogar y su profesión, afanarse y trabajar significa hacer la voluntad de Dios, y da por seguro que recibirá la aprobación de Dios y Él lo llevará al reino de los cielos. Más adelante, el hijo de Song Enze enferma de gravedad, con riesgo para su vida, por lo cual Song Enze guarda rencor a Dios, trata de rebatirlo y hasta pierde el deseo de cumplir con sus deberes. Con lo que le muestra la realidad de su situación y las revelaciones de la palabra de Dios, Song Enze se da cuenta de que sus muchos años de abandono y entrega a Dios fueron, en un principio, un intento de intercambiarlos por la gracia y las bendiciones de Dios y de que no es obediente a Él. Al final, por medio de la búsqueda, aprende a buscar con el fin de escapar a su carácter corrupto, hacerse verdaderamente obediente a Dios y ser salvado por Él.

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Mi enfermedad se recuperó milagrosamente mientras oraba a Dios y confiando en Él

2019-12-21 14:26:36 | Profecías Bíblicas

El poder de la oración: Mi enfermedad se recuperó milagrosamente mientras oraba a Dios y confiando en Él

Soy cristiana y tengo setenta años. Una vez me quedé paralítica debido a una enfermedad y poco faltó para sufrir muerte cerebral. Durante ese período, renuncié a cualquier esperanza de sobrevivir, pero en un momento crítico, las palabras de Dios me dieron fe y me permitieron recuperar milagrosamente mi vida. Si Dios no me hubiera salvado, yo habría dejado este mundo hace mucho tiempo.

Anciano en silla de ruedas

De repente, me desmayé y me quedé paralítica

El 19 de abril de 2017, después de levantarme de la cama, tuve un terrible dolor de cabeza. De repente, tropecé y me caí sobre la cama. No podía mover la mitad de mi cuerpo, y gradualmente perdí el conocimiento.

Más tarde, mis familiares me llevaron a la sala de emergencias del hospital, donde me hicieron una tomografía computarizada. El médico dijo que la hemorragia en mi tronco cerebral fue causada por una ruptura de una pared arterial, y que si no detenían el sangrado, mi vida estaría en peligro. Mi hija sollozó al escuchar eso, pues estaba desconsolada. El médico no se arriesgó a aplazar el tratamiento y les dijo a las enfermeras que me llevaran a la unidad de reanimación de emergencia.

Allí, el médico les dijo a las enfermeras: “vigilen a la anciana, porque está a punto de perder la capacidad de respirar. Quítenle los pendientes, los anillos y el collar, y entréguenlos a su familia para que puedan prepararse mentalmente y comenzar con los preparativos para el fallecimiento”. Aunque no podía abrir mis ojos ni moverme en absoluto, yo estaba totalmente consciente. Cuando escuché que estaba a punto de morir, sentí miedo y tristeza. Aunque sabía que todas las personas mueren, no esperaba hacerlo de una manera tan rápida y repentina. No había tenido tiempo de despedirme de mis seres queridos, todavía no había contemplado este mundo por última vez y, a pesar de creer en Dios, no había adquirido la verdad ni la comprensión de Dios... En ese momento, sentí que mi vida era demasiado corta. La idea de tener que abandonar este mundo de una manera tan repentina, con tantas cosas que quedaban por hacer, me dejó el corazón cargado de pena y arrepentimiento.

Pero en ese momento recordé las palabras de Dios: “El destino del hombre está en las manos del Creador, por tanto, ¿cómo podría el hombre controlarse a sí mismo?” Las palabras de Dios me dieron un poco de consuelo. Aunque el doctor había renunciado a tratar de salvarme, yo tenía a Dios para confiar en Él, así que no había nada que temer. La vida y la muerte del hombre están en manos de Dios, por lo que no tenemos la capacidad de controlar nuestro propio destino. Que yo viviera o muriera no dependía del médico ni de mí misma. Solo Dios tenía el control sobre ese asunto. Una y otra vez, oré en silencio a Dios en mi corazón: “¡Dios! ¡Dios! Mi vida y mi muerte están en Tus manos, y sin importar si vivo o muero, obedeceré Tus orquestaciones y arreglos”. Después de orar, me sentí mucho más segura.

En medio de la desesperación, las palabras de Dios me dieron confianza y esperanza

Permanecí siete días en la unidad de reanimación de emergencia, oscilando entre la conciencia y la inconsciencia. Llamaba a Dios tan pronto me despertaba. En el séptimo día, el médico me trasladó de la unidad de reanimación de emergencia a la unidad de cuidados intensivos. A esas alturas, yo estaba paralizada en la cama como una muerta viviente, y caí en la negatividad y la debilidad: mi esposo padecía de un cáncer avanzado y yo estaba paralizada. No podíamos cuidarnos ni movernos libremente, y nuestra hija estaba ocupada con sus propios asuntos, así que, ¿cómo podía cuidar de estos dos muertos vivientes? Las lágrimas se deslizaban desde mis ojos hasta mis oídos, y no pude limpiarlas con mis manos. ¿Cuál era el punto de vivir? Pensé que estaría mejor muerta, y la sensación de que preferiría morir antes que vivir era muy amarga. ¡Dios! ¿Cómo podría sufrir yo una enfermedad tan grave? ¡Dios! ¿Cuál es Tu voluntad en esto?

Después de sentirme desgraciada por un tiempo, comprendí de repente que mi actitud no era la correcta, y rápidamente oré a Dios: “¡Dios! Ahora me siento especialmente negativa y débil, y he perdido la confianza y el coraje para vivir. Dios, por favor, ilumíname y déjame entender Tu voluntad”.

Cuando terminé de orar, recordé algunas de las palabras de Dios: “Cuando las personas atraviesan pruebas, es normal que sean débiles, internamente negativas o que carezcan de claridad sobre la voluntad de Dios o sobre la senda en la que practicar. Pero en cualquier caso, como Job, debes tener fe en la obra de Dios, y no negarlo. Aunque Job era débil y maldijo el día de su propio nacimiento, no negó que Jehová le concedió todas las cosas en la vida humana, y que también es Él quien las quita. Independientemente de cómo fue probado, él mantuvo esta creencia. […] Él exige la fe de las personas. De esta forma, lo que perfecciona es la fe de las personas y sus aspiraciones. Cuando no puedes tocarlo ni verlo, en esas circunstancias se exige tu fe”. Las palabras de Dios tranquilizaron mucho mi corazón y me hicieron entender que Dios quiere que tengamos fe en Él, tanto en el bienestar como en el sufrimiento, sin quejarnos ni negar a Dios, y poder mantener nuestro temor de Dios y la obediencia a las orquestaciones y arreglos de Dios. Al igual que Job, cuyos enormes rebaños de ganado y ovejas fueron tomados por ladrones, cuyos hijos murieron bajo los escombros de la casa que se derrumbó y cuyo cuerpo estaba cubierto de furúnculos. En medio de esta prueba, y aunque estaba muy atormentado, Job no pecó con su boca culpando a Dios, nunca perdió la fe en Dios, se sometió a Dios aceptando lo que le concedía y quitaba, y alabó el santo nombre de Dios. Me avergoncé mucho al pensar que mi situación me debilitaba y me desilusionaba, que era autodestructiva, y que incluso quería usar la muerte para aliviar mi dolor. Fue entonces cuando vi que era muy importante tener fe como Job si quería continuar experimentando esta enfermedad. Pero, ¿cómo podría tener la misma confianza que Job?

Gracias a la guía de Dios, recordé las palabras de Dios: “Job no habló de negocios con Dios, y no le pidió ni le exigió nada. Alababa Su nombre por el gran poder y autoridad de este en Su dominio de todas las cosas, [...] Job no le ponía exigencias a Dios. Lo que se exigía a sí mismo era esperar, aceptar, afrontar, y obedecer todas las disposiciones que procedieran de Él; creía que esa era su obligación, y que era precisamente lo que Él quería”. Entendí que la fe de Job se basaba en el hecho de que él conocía la soberanía y la autoridad de Dios. Es decir, que él podía levantarse y dar testimonio de Dios en medio de las pruebas y tener fe en Dios debido a su comprensión de la soberanía de Dios, y sabía también que sus hijos, sus propiedades e incluso su vida están dominados y gobernados por Dios. Entonces, cuando perdió su propiedad y a sus hijos, y cuando los dolores en todo su cuerpo aumentaron, él pudo aceptar y obedecer los arreglos de Dios y no exigirle nada. Mientras tanto, mi comprensión de la soberanía de Dios era solo una admisión superficial, en lugar de creer decididamente y sin la menor duda que mi vida estaba en manos de Dios, por lo que, durante esta enfermedad, no pude entregar completamente mi vida a Dios ni experimentar el entorno con una actitud de espera u obediencia. Finalmente, entendí cómo enfrentar esta enfermedad. Tengo que entregar completamente mi vida a Dios, no ser autodestructiva y renunciar a mi vida, no pedirle a Dios que la preserve, y sobre todo, no culpar a Dios por este entorno. Más bien, debería esperar pacientemente y experimentar con confianza lo que sucediera. Sin importar el resultado, debería obedecer la soberanía y los arreglos de Dios, para poder tener una fe sincera en Dios y permanecer firme y testificar de Dios.

Después de comprender esto, mi negatividad, mi debilidad y mis exigencias irrazonables a Dios se desvanecieron, y en su lugar obtuve obediencia y confianza en Dios. En mi corazón, oré a Dios en silencio: “¡Dios! En este entorno que organizaste, vi que cuando las circunstancias que no encajan con mis nociones llegan a mí, no puedo obedecer y sigo exigiéndote. Verdaderamente no tengo conciencia ni razón. Deseo arrepentirme y cambiar a partir de ahora, y seguir entendiéndote y satisfaciéndote, para poder permanecer firme y testificar por Ti en este entorno doloroso. Seré obediente, sin importar si me recupero o no de mi enfermedad”. Después de orar, me sentí mucho más tranquila ...

Un milagro y una recuperación completa

Inesperadamente, después de unos días, pude mover un poco mis manos y pies. Cuando el director de rehabilitación vio que podía hacer esto, me dijo: “Existe la posibilidad de que puedas recuperarte y tal vez incluso caminar”. Cuando escuché esto, me emocioné mucho y le di gracias a Dios una y otra vez. Cuando llegué por primera vez al hospital, el médico dijo que pronto dejaría de respirar y que no había esperanza para mí. Ahora, no sólo no estaba muerta, sino que estaba completamente consciente, y podía comer incluso como de costumbre y mostraba signos de recuperación. Sabía que si no fuera por la obra milagrosa de Dios, nadie podría haberme salvado de mi enfermedad. Experimenté real y verdaderamente la autoridad de Dios, y pude experimentar lo que sucedió a continuación con mayor confianza.

Cuatro o cinco días después de esto, fui trasladada al departamento de rehabilitación. Después de estar en mi habitación, vi a una mujer tendida en la cama frente a mí, de unos cincuenta años, que también había quedado paralizada por un derrame cerebral. Ni siquiera podía reconocer a su familia y tenía tubos en todo su cuerpo. Cuando vi esto, derramé lágrimas de gratitud a Dios. Su enfermedad era la misma que la mía, y yo tenía setenta años, pero podía sentarme en mi cama y mi mente seguía funcionando. Con tan solo cincuenta años, ella tenía muerte cerebral y estaba en estado de coma. Una vez más, ofrecí agradecimiento y alabanza a Dios en mi corazón.
A continuación, comencé a someterme al plan de tratamiento del médico en el departamento de rehabilitación. Hice ejercicio apoyándome contra una puerta. Pero después de estar cuarenta minutos de pie, siempre sentía un dolor indescriptible y realmente no tenía la seguridad para continuar con mis ejercicios. La enfermera me dijo: “Sigue haciendo ejercicio. Esta es una etapa crítica en tu rehabilitación, y si no lo haces, nunca te recuperarás”. Más tarde, le pedí a Dios que me diera fuerza y confianza, y logré persistir. También hice muchos otros ejercicios, levantamiento de pies durante veinte minutos, movimientos de las muñecas por otros veinte, y luego media hora de masajes que me hacía el médico. Independientemente de los ejercicios coordinados por el médico, confié en que Dios continuaría obrando.

Después de unos días, pude moverme. Los doctores me vieron y dijeron con asombro: “Su recuperación es un milagro. Algunas personas con su condición no pueden hablar ni caminar, y otras se quedan en estado vegetativo. Es realmente sorprendente que haya podido recuperarse tan bien”. Los otros pacientes también me miraron con envidia. Cuando vi todo esto, supe claramente en mi corazón que no se trataba de mi propia condición física, sino de la obra milagrosa de Dios y de Su bendición.
No pasó mucho tiempo antes de que me dieran de alta. Cuando llegué a casa, pude ocuparme de mis propias necesidades y no me hizo falta ayuda para lavar la ropa o cocinar.

Después de esta enfermedad, tengo un entendimiento más práctico de la omnipotencia y la soberanía de Dios, y veo que Dios me cuidó y protegió durante mi enfermedad. Cuando me sentía débil y negativa, fueron las palabras de Dios las que me iluminaron y me dieron confianza y fortaleza. Cuando estuve paralizada, fue la protección de Dios lo que me permitió recuperar mi salud poco a poco. Cuando no tuve la perseverancia para seguir haciendo ejercicio, Dios me dio la confianza y la fortaleza para seguir adelante. Vi las buenas intenciones de Dios para salvarme y también Su autoridad y poder que aumentaron mi fe en Él. ¡Deseo usar el resto de mi tiempo en esta vida para buscar la verdad y cumplir con el deber de un ser creado para retribuir el amor de Dios! ¡Que toda la gloria sea para Dios!

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Mi hija estuvo al borde de la muerte durante 20 días después de sufrir una hemorragia cerebral

2019-12-19 02:17:28 | Profecías Bíblicas

“Señora, Xiaowei ha sufrido una hemorragia cerebral. Ahora mismo está en el hospital y el médico dice que tienen que operarla inmediatamente...” Cuando recibí una llamada de la amiga de mi hija en Tailandia me quedé conmocionada. Esto explicaba por qué no había podido localizar a mi hija por teléfono en varios días. Mi hija estaba enferma y muy grave. 

En ese momento no sabía qué hacer. Cuando colgué el teléfono, fui rápidamente ante Dios y oré: “¡Dios! Mi hija ha sufrido una hemorragia cerebral en Tailandia y la tienen que operar. Tú sabes que soy pequeña en estatura y no sé qué hacer con esto que me está pasando. Sólo puedo acudir a Ti y confiártelo. La vida y la muerte de mi hija están en Tus manos. Por favor, esclaréceme y guíame mientras confío en Ti.”

Poco después, mi teléfono sonó de nuevo y la amiga de mi hija dijo deprisa: “Señora, Xiaowei está muy grave y quizás no sobreviva a la operación. ¡Debería abrir WeChat para verla por última vez!”

Cuando la oí decir que esa podría ser la última vez que veía a mi hija, me sentí aterrorizada de repente. Sentí como me quedaba sin fuerzas y brotaban lágrimas de mis ojos. Rápidamente abrí WeChat en mi teléfono y vi a mi hija postrada en la cama de un hospital conectada a una máquina de oxígeno. Me quedé estupefacta y me empezó a temblar el cuerpo entero. No paraba de preguntarme: “¿De verdad es esta la última vez que voy a ver a mi hija?”

Alegría y tristeza al ver a mi hija aferrándose a la vida en un país extranjero

Al día siguiente fui a solicitar un pasaporte con mi sobrina. La tarde del 31 de enero subimos a un avión para ir de China a Tailandia. Estaba confusa y oré a Dios en silencio: “¡Dios! Estoy preocupada por mi hija. ¿Ha ido bien su operación? ¿Voy a llegar para ver a mi hija viva? ¡Dios! Estoy muy confusa en estos momentos. Por favor, tranquiliza mi corazón en Tu presencia.”

Después de orar, pensé en estas palabras de Dios: “[...] porque Yo soy vuestro Padre, Yo soy vuestra torre fuerte, Yo soy vuestro refugio, Yo soy vuestro respaldo y, además, Yo soy vuestro Todopoderoso y Yo soy vuestro todo!” ¡Sí! Dios era mi respaldo y mi mayor apoyo. El que mi hija estuviese sana o enferma, viviese o muriese, estaba en manos de Dios. Dios es omnipotente y debería confiar a mi hija a Dios. Poco a poco, mi corazón aterrorizado se calmó. 

Llegamos al hospital en Tailandia por la mañana temprano el 1 de febrero. Mi hija estaba tumbada en la cama sin moverse, tenía los ojos cerrados, su cara estaba amarillenta y delgada, su pelo completamente rasurado, y la herida donde le habían abierto estaba cosida con punto densos. Me dolía en el corazón verla así. Le toqué la mano con la mía, y cuando no reaccionó, me brotaron lágrimas de los ojos. La amiga de mi hija me dijo dulcemente para consolarme: “El médico ha dicho que la operación de Xiaowei ha ido muy bien. Solamente tiene un dolor de cabeza fuerte y no durmió la noche pasada, así que necesita dormir un rato. Usted debería descansar un poco también.” Cuando escuché la buena noticia de que la operación de mi hija había ido bien se alivió la ansiedad de mi corazón. 

Poco más de dos horas más tarde, volví al hospital. Mi hija estaba despierta. Me vio y me dijo con voz débil: “Mamá, ¿qué haces aquí? No estoy soñando, ¿verdad? Mamá, por favor, ayúdame, tengo mucho dolor.” Me acosté al lado de mi hija y le dije con preocupación: “Cariño, las vidas de las personas están en manos de Dios. Acude a Dios y Dios nos ayudará.”

madre e hija enferma

En las revelaciones de las palabras de Dios descubrí que mis intenciones y mi creencia en Dios son incorrectas

Después de eso, miré a mi hija, quien todavía parecía estar sufriendo mucho dolor, y me puse muy triste. Pensé para mí misma: “Sólo tengo una hija. Mi marido y yo creemos en Dios y cumplimos nuestros deberes, y por muchos hermanos y hermanas que tengamos que recibir, siempre estamos contentos de gastarnos y hacer lo que sea necesario, entonces, ¿por qué nos ha pasado un desastre como este? Si le pasa algo a mi hija y muere aquí mi vida no tendrá sentido, así que yo también podría morir aquí.” En el momento en que tuve ese pensamiento, sentí que mi estado no era el correcto. Me di cuenta de que esto era culpar y malinterpretar a Dios, y caer en la trampa de la tentación de Satanás. Fui rápidamente ante Dios y supliqué: “¡Dios! Por favor, guárdame para que mi corazón esté tranquilo ante Ti. Aunque mi hija viva o muera, creo que todo está en Tus manos. Hagas lo que hagas, es justo. Sé que Tus buenas intenciones están detrás de esto, así que pido Tu esclarecimiento y dirección para que pueda entender las lecciones que debo aprender de esto.”

Más tarde, vi estas palabras de Dios: “Esperas que tu fe en Dios no acarree ningún reto o tribulación o la más mínima dificultad. Siempre buscas aquellas cosas que no tienen valor, y no le fijas ningún valor a la vida, poniendo en cambio tus propios pensamientos extravagantes antes que la verdad. ¡Eres tan despreciable! […] Lo que buscas es poder ganar la paz después de creer en Dios, que tus hijos no se enfermen, que tu esposo tenga un buen trabajo, que tu hijo encuentre una buena esposa, que tu hija encuentre un esposo decente, que tu buey y tus caballos aren bien la tierra, que tengas un año de buen clima para tus cosechas. Esto es lo que buscas. Tu búsqueda es sólo para vivir en la comodidad, para que a tu familia no le sucedan accidentes, para que los vientos te pasen de largo, para que el polvillo no toque tu cara, para que las cosechas de tu familia no se inunden, para que no te afecte ningún desastre, para vivir en el abrazo de Dios, para vivir en un nido acogedor. […] ¿No eres una bestia? Yo te doy el camino verdadero sin pedirte nada a cambio, pero no buscas. ¿Eres uno de los que creen en Dios?

Después de leer las palabras de Dios, me di cuenta de lo que había buscado al creer en Dios eran las bendiciones de Dios. Quería utilizar los deberes que cumplía, mi abandono propio y mi dedicación como cosas para intercambiar por las bendiciones de Dios. Esto era intentar negociar con Dios. Normalmente, cuando todo iba bien, mi familia estaba a salvo y mi hija estaba sana y no estaba en peligro, nunca ponía condiciones cuando me gastaba por Dios, y pensaba que tenía amor y obediencia verdaderos hacia Dios. Pero ahora, al ver a mi hija en peligro, tenía miedo de perderla, así que malinterpreté a Dios, culpé a Dios por no mantener a mi hija sana, e incluso pensé que si mi hija moría, yo pondría fin a mi vida también. Hice un juramento de muerte para forzar la mano de Dios. Estaba siendo completamente irracional. Al mismo tiempo, también vi que me faltaba fe y obediencia verdaderas hacia Dios. ¡Si creía en Dios de esta manera, nunca obtendría la aprobación de Dios! Dios nos habla en los últimos días para purificar y cambiar los caracteres satánicos corruptos dentro de nosotros, para permitirnos obedecer y amar a Dios sinceramente, y para finalmente ser completamente salvados por Dios. Pero, aunque creía en Dios, no conocía a Dios, y todavía seguía intentando negociar con Dios. Si Dios no me lo hubiese revelado, nunca me habría dado cuenta de mis opiniones e ideas equivocadas acerca de la creencia en Dios o de mi propio carácter satánico egoísta y despreciable, que habría condenado mi creencia a ser inútil. Cuando reconocí estas cosas, rápidamente hice un juramento en mi corazón para confiar la vida de mi hija a Dios y obedecer las orquestaciones y arreglos de Dios. 

Después de esto, oré a Dios todos los días, y también le enseñé a mi hija a cantar himnos de la palabra de Dios, le hablé sobre la autoridad de Dios al crear todo en los cielos y la tierra, y le hablé acerca del milagro que hizo el Señor Jesús cuando resucitó a Lázaro después de que este hubiera estado muerto durante cuatro días. Mi hija me escuchó en silencio y también aprendió a orar a Dios. Al ver que la enfermedad de mi hija mejoraba cada día, que sus dolores de cabeza desaparecían, que podía hablar con normalidad y que podía comer de nuevo, me puse muy contenta y di gracias a Dios en mi corazón. Tenía la esperanza de que mi hija sobreviviría. 

Cuando el estado de mi hija deteriora los hechos revelan que todavía hago demandas a Dios

Una semana más tarde, el médico vino a quitarle los puntos a mi hija y ella sentía mucho dolor. Inesperadamente, después de quitarle los puntos, mi hija empezó a tener una fiebre que empeoraba cada vez más. Cada vez que la tocaba sentía un calor ardiente. Los médicos le administraron un gotero de 24 horas para bajarle la fiebre, pero su fiebre alta no bajaba. Tenía el cuerpo lleno de marcas rojas, dolor de cabeza y la voz ronca. Decía con voz débil: “No quiero morir aquí, quiero irme a casa. Por favor, llévame a casa.” Finalmente, no tenía ni fuerzas para hablar. 

Dos días antes, había tenido la esperanza de que sobreviviese a su enfermedad. Nunca pensé que su estado empeoraría tan de repente. Ver a mi hija al borde de la muerte, atormentada por el dolor, me provocó una tristeza indescriptible. Estaba muy preocupada de que mi hija no sobreviviese, de que muriese en un país extranjero, y me sentí muy triste. Supliqué constantemente a Dios: “¡Dios! ¡Salva a mi hija! ¡Pongo la vida de mi hija en Tus manos!”

Pero, por mucho que suplicase, la enfermedad de mi hija no mejoraba. En realidad, empeoraba cada vez más. Me volví débil otra vez y malinterpreté y culpé a Dios de nuevo. Si mi hija se moría en un país extranjero, no sabría qué hacer. Oré a Dios en silencio: “¡Dios! Cuando vi que había esperanza de que mi hija sobreviviese, me sentí muy agradecida hacia Ti, pero ahora que su estado ha empeorado de repente, he perdido mi fe en Ti. No reconocí Tu autoridad y poder para gobernar todas las cosas, y no tengo obediencia verdadera. Veo que mi conocimiento anterior de Ti era simplemente un conocimiento de letras y doctrinas memorizadas. Los hechos me han revelado mi verdadera estatura espiritual. ¡Dios! Sólo pido que me des fe y fuerzas...”

El estado de mi hija, en vez de mejorar, siguió empeorando. Los resultados del electrocardiograma son extremadamente inestables, sus signos vitales siguieron deteriorándose y los médicos todavía no habían venido a la sala. Fui a buscar a los médicos, pero no entendían lo que les decía. Estaba tan nerviosa que iba dando alrededor del hospital. Más tarde, me encontré con una enfermera, y traduciendo del chino al tailandés con nuestros teléfonos móviles, pudimos hablar con el médico. El médico dijo que no podía salvar a mi hija y que habían hecho todo lo que podían. La enfermera también preguntó si necesitábamos su ayuda. Entre lágrimas le dije: “Mientras mi hija tenga el aliento de la vida, no nos daremos por vencidos, así que necesitará que la cuiden.” Mientras estaba tumbada, débil e inerte en la cama del hospital, al borde de la muerte, recibiendo goteros todos los días, yo le daba masajes en el cuerpo para estimular la circulación de la sangre. Cuando veía que la vida de mi hija estaba colgando de un hilo, no podía comer, mi estado mental se colapsó y la tristeza y la desesperación se apoderaron de mí. 

Después de dejar atrás completamente mis intenciones incorrectas, ocurrió un milagro

Me di cuenta de que quizás nunca más volvería a escuchar a mi hija llamarme “mamá” y ese pensamiento me dejó profundamente angustiada. Pero, ver el líquido del gotero cayendo gota a gota demostraba que mi hija seguía viva, y todavía podía tener un rayo de esperanza en mi corazón. Todos los días, me secaba las lágrimas de los ojos mientras permanecía en su cabecera y le daba masajes. No me atrevía a dormir por la noche porque tenía miedo de que me dejase en cualquier momento. 

En medio de mi tormento, recordé las palabras de Dios: “Cuando las personas atraviesan pruebas, es normal que sean débiles, internamente negativas o que carezcan de claridad sobre la voluntad de Dios o sobre la senda en la que practicar. Pero en cualquier caso, como Job, debes tener fe en la obra de Dios, y no negarlo. Aunque Job era débil y maldijo el día de su propio nacimiento, no negó que Jehová le concedió todas las cosas en la vida humana, y que también es Él quien las quita. Independientemente de cómo fue probado, él mantuvo esta creencia. Cualquiera que sea el tipo de refinamiento al que te sometas en tus experiencias de las palabras de Dios, Él exige la fe de las personas. De esta forma, lo que perfecciona es la fe de las personas y sus aspiraciones. Cuando no puedes tocarlo ni verlo, en esas circunstancias se exige tu fe. Se exige la fe de las personas cuando algo no puede verse a simple vista, cuando no puedes abandonar tus propias nociones. Cuando no tienes clara la obra de Dios, lo que se requiere es tu fe y que adoptes una posición firme y que seas testigo”. La dirección que encontré en la palabra de Dios me hizo recordar la tentación de Satanás que sufrió Job cuando lo perdió todo. Job no se quejó. Permaneció en la fe verdadera en Dios y dijo como testimonio: “Jehová dio y Jehová quitó; bendito sea el nombre de Jehová” (Job 1:21), lo que humilló a Satanás. Finalmente, Job obtuvo la aprobación y las bendiciones de Dios, y su fe en Dios fue mayor que nunca. Vi que tenía sentido que Dios le hubiese dado permiso a Satanás para tentarle. El objetivo perfeccionar su fe. De la misma manera, Dios había permitido que mi hija enfermara tan gravemente para averiguar si mi fe en Dios era verdadera y si podía mantenerme firme, testificar por Dios y vencer a Satanás. Cuando entendí la voluntad de Dios, le oré entre lágrimas: “¡Dios! He sido estúpida e ignorante. No he tenido verdadera fe en Ti. La vida de mi hija está en Tus manos, así que te la confío. Ya viva o muera, obedeceré Tus arreglos. Quiero mantenerme firme, dar testimonio y glorificarte.” Después de orar, sentí fe y fuerza en mi corazón. 

Cuando estuve dispuesta a mantenerme firme y testificar por Dios, vi la obra milagrosa de Dios: La fiebre alta de mi hija de repente bajó, su eritema desapareció gradualmente y recobró el conocimiento. Estaba tan emocionada que se me llenaron los ojos de lágrimas, y sentí una gratitud hacia Dios que era imposible expresar con palabras. El médico vino a ver a mi hija y dijo: “Debido a la gravedad de su estado, aunque haya mejorado, no podrá caminar. Tendrá que ir en silla de ruedas.” Después de escuchar al médico, oré en silencio a Dios: “Dios, aunque mi hija se quede en silla de ruedas el resto de su vida, obedeceré Tus arreglos. Creo en que Tú eres un Dios justo y no tengo ninguna queja.” Mi hija me pidió con insistencia que comprase una silla de ruedas, pero yo le dije: “El que estés confinada a una silla de ruedas o paralizada no depende del médico, sino de Dios. Después de todo, Dios gobierna todo lo relacionado con nosotros y debemos confiar en Dios en todo momento. No compraré una silla de ruedas hasta el día que volvamos a casa.”

Otros dos días después vi otro milagro. Mi hija pudo levantarse de la cama y yo estaba tan contenta que no tengo palabras para expresarlo. Vi la autoridad y el poder de Dios en mi hija, que había destrozado la determinación de la ciencia y había reprochado el punto de vista del médico. Como todo lo que hay en el cielo y en la tierra está en manos de Dios, Él tiene la última palabra en todo. Como dice la palabra de Dios: “Dios Todopoderoso, la Cabeza de todas las cosas, ejerce Su poder real desde Su trono. Él gobierna sobre el universo y sobre todas las cosas y nos está guiando en toda la tierra”. A medida que mejoraba su estado día tras día, las enfermeras y los médicos nos dieron el visto bueno y le di gracias a Dios con todo mi corazón. ¡Sabía que todo esto era posible gracias a las obras milagrosas y las bendiciones de Dios!

Cuando mi hija iba a hacer sus ejercicios de rehabilitación, conoció a otra paciente hospitalizada. Cuando ella vio que mi hija podía caminar y ella no, dijo con envidia: “Su hija estaba muy grave hace unos días. ¿Cómo puede estar caminando de repente después de tan poco tiempo?” Le di testimonio de las obras milagrosas de Dios. Fue Dios quien sacó a mi hija del borde de la muerte. Mi hija fue dada de alta del hospital el 19 de febrero y todos los pacientes nos miraron con envidia. No era nada menos que un milagro el que mi hija pudiese escapar del borde de la muerte y recuperarse tan rápidamente. 

Esta experiencia especial me permitió ver que creía en Dios sólo para buscar bendiciones, que intentar negociar con Dios era una idea equivocada, y que al creer de esta manera, nunca podría obtener la aprobación de Dios. Después de esto, poco a poco, abandoné mis intenciones incorrectas en mi creencia en Dios, confié a mi hija a Dios completamente, y decidí no culpar a Dios sin importar si mi hija vivía o moría, fui testigo de un milagro de Dios, y mi hija se recuperó milagrosamente. ¡Verdaderamente experimenté el poder y la autoridad por los que Dios gobierna todas las cosas! ¡De ahora en adelante quiero obedecer las orquestaciones y arreglos del Creador y cumplir los deberes de un ser creado para retribuir a Dios por Su amor!

Recomendación: como buscar a Dios


Un testimonio cristiano impactante: 17 días al borde de la muerte

2019-12-18 23:05:19 | Profecías Bíblicas

Después de aceptar la obra de Dios en los últimos días, aunque asistí a reuniones, mi corazón no estaba a menudo en ellas. En vez de eso, siempre estaba pensando en cómo hacer mucho dinero y vivir mi vida como un líder. Nunca traté la creencia en Dios seriamente. Sólo cuando me encontré a las puertas de la muerte tuve finalmente un despertar.

El poder de Dios

Septiembre es la mejor época para recoger castañas. Para aprovechar al máximo esta oportunidad de ganar dinero, una mañana llevé a mis dos hijos a la montaña para que me ayudaran en esa labor. Una vez en la montaña, subí a un castaño de más de nueve metros de altura y, de pie sobre una rama que colgaba a más de seis metros del suelo, golpeé vigorosamente al árbol con un palo de bambú para hacer que las castañas cayesen al suelo. Después de golpear el árbol durante una hora, de repente oí un chasquido e instantáneamente me di cuenta de que la rama sobre la que estaba parado se había roto. Pensé para mí mismo: Estoy perdido. Hay rocas a ambos lados y estacas de bambú rotas. Ya sea que caiga en las rocas o en las estacas de bambú, moriré... Mientras caía con la rama, me apresuré a pedirle a Dios que me salvara. Caí en un pedazo de tierra sin rocas ni estacas de bambú, pero mi cabeza golpeó la rama que se había roto, y fui golpeado por un estallido de dolor. Me costaba respirar y me sentía sofocado. Mi mano derecha comenzó a hincharse mucho y se entumeció. Lentamente, levanté mi mano y mi pierna izquierda y descubrí que todavía podía moverlas. Todo lo que pude oír en ese momento fue a mis dos hijos llorar y gritar: “¡Papá! Papá se ha caído del árbol...” Al escuchar los lamentos de mis hijos, quise responder, pero no pude emitir ningún sonido. Me apresuré a elevar una oración a Dios: “Oh Dios, ahora me he caído de un árbol y tengo miedo de morir. Me siento muy angustiado y débil. ¡Por favor, dame fe!” Después de orar, pensé en las palabras de Dios¡Dios Todopoderoso es un médico lleno de poder! […] Si aún tienes aunque sea un aliento de vida, Dios no te dejará morir”. Sí, pensé. Dios es un Dios todopoderoso; Él gobierna sobre todas las cosas y controla los destinos de la humanidad. Debo tener fe en Dios, porque mi vida y mi muerte están en Sus manos. Si no es mi hora todavía, entonces Dios no me dejará morir si solo me queda un respiro... Las palabras de Dios me dieron esperanza y valor, y el temor que sentía en mi corazón se aplacó enormemente.

Entonces, mi familia me llevó al Hospital Popular del Condado. Después de examinarme, el médico vio que yo estaba en mal estado y me dijo que me trasladaría al hospital municipal. Aunque no podía hablar, mi mente aún estaba muy clara, y cuando me dijo esto, sentí mucho miedo y seguí clamando a Dios. Más tarde, mi familia me trasladó al hospital municipal. Para entonces, ya eran más de las cinco de la tarde. Después de conocer mi condición, el doctor dijo: “Este paciente fue herido a las diez de la mañana y ya son más de las cinco de la tarde. Está en estado crítico y no podemos tardar más. ¡Rápido, vayan y paguen la tarifa de hospitalización!”

Alrededor de una hora después, llegaron los resultados del examen. El médico los revisó y luego le dijo a mi esposa: “Su marido está en una condición muy crítica. Tiene sangrado en el cerebro, y una vez que la sangre se coagula y bloquea los vasos sanguíneos, podría morir en cualquier momento. También tiene una fisura delgada en las vértebras cervicales derechas, una luxación posterior del cuello y un fragmento de hueso roto en la parte posterior de su cráneo que está presionando un nervio importante. Si este fragmento de hueso se mueve un centímetro hacia abajo, su marido morirá”. El médico le pidió a mi esposa que firmara un formulario y le dijo: “Si quiere que sigamos tratándolo, entonces tendrá que firmar este formulario para demostrar que usted entiende la gravedad de la condición de su esposo...”. Sentí mucho dolor y desesperación cuando le oí decir esto. Si un vaso sanguíneo se bloqueara, entonces mi vida terminaría; nuestras vidas humanas son verdaderamente muy frágiles e insignificantes. Aunque yo estaba mal, si no hubiera sido por la maravillosa protección de Dios ese día, entonces habría muerto allí mismo bajo ese árbol. Al pensar en esto, y con sentimientos de gratitud y autorreproche, le dije una oración a Dios: “¡Oh, Dios! Aunque creo en Ti, no te conozco. Cada vez que asistí a las reuniones, mi corazón no estaba allí, y cada vez que leía Tus palabras, me limitaba a cumplir con las formalidades y les daba una lectura superficial, y en vez de eso solo pensaba en cómo hacer dinero. Hoy caí de un árbol muy alto y no morí, todo por Tu gran protección. No me trataste de acuerdo a mi rebeldía, sino que me salvaste con un corazón misericordioso y perdonador, dándome la oportunidad de arrepentirme. ¡Oh Dios! Me has dado mi vida, y ya sea que viva o muera, la pongo en Tus manos. Deseo someterme a tus arreglos”.

Una vez que fui admitido en el hospital, el médico me insertó un tubo de goteo que me ayudaría a detener el sangrado y a nutrir mi cuerpo al mismo tiempo. Esa primera noche, la sangre que se coagulaba en mi cerebro salió de mi boca, y usé diez rollos de papel higiénico en una sola noche. El día siguiente fue el Día Nacional de China y el médico que me atendía se tomó tres días de vacaciones. Durante estos tres días, la sangre siguió saliendo de mi boca. Al cuarto día, el médico vino de nuevo a examinarme. Las pruebas mostraron que aún tenía sangrado en el cerebro, y él me dijo que yo aún no estaba fuera de peligro. Me examinó otra vez una semana después del accidente. Cuando miró los resultados, sacudió la cabeza y dijo: “Te hemos dado los medicamentos que deberías tomar, pero aún no hemos podido detener el sangrado en tu cerebro. Todavía estás en estado crítico. Los otros médicos que te atienden y yo hemos estado discutiendo tu caso y no hay nada más que podamos hacer por ti. Tu mejor opción es que te transfieran a otro hospital”. Mientras escuchaba lo que el doctor decía, mi esposa no sabía qué hacer para que yo mejorara. Tenía miedo de que me muriera, así que exigió al médico que me operara. El doctor dijo: “Su marido no puede ser operado en este momento. Su cabeza es como una cáscara de huevo rota. Todo lo que podemos hacer es ponerle inyecciones para detener la hemorragia y nutrir su cuerpo. Operarlo sería demasiado peligroso”. Las palabras del doctor vinieron como un rayo desde la nada. Había pasado una semana y aun así yo no estaba fuera de peligro. ¿Podría ser posible que no me curara? ¿Es así como dejaría este mundo? Pero luego pensé en todo lo que había sucedido desde el accidente. Había pasado una semana y los médicos me habían dicho muchas veces que yo estaba en estado crítico y que podía morir en cualquier momento. Y, sin embargo, había llegado hasta aquí y aún no estaba muerto, ¿no había presenciado ya el gran poder de Dios? En ese momento, me di cuenta de la poca fe que tenía en Dios. El hecho de que yo viviera o muriera no dependía de los médicos, sino de Dios. Como dicen las palabras de Dios: “Desde hoy, permitiré que todas las personas empiecen a conocerme a Mí, el único Dios verdadero que lo creó todo, [...] quien controla y dispone todas las cosas, el Rey que está a cargo del reino, Dios mismo, quien dirige el cosmos; más aún, el Dios que controla la vida y la muerte de los seres humanos, quien tiene la llave del Hades”. Sí, pensé. Dios estaba a cargo de mi vida y de mi muerte, y a menos que Dios lo permitiera, no perdería mi vida sin importar el peligro que corriera. En ese momento, mi fe en Dios aumentó un poco. Sin importar lo que pasara, yo quería recurrir a Dios y buscarlo.

Después de eso, me examinaron cada tres días. Cada vez que lo hacían, solo tenía que mover la cabeza un poco y la herida de mi cabeza que acababa de empezar a sangrar se abría y sangraba de nuevo, y yo sentía un dolor tremendo. Ningún analgésico que tomé tuvo efecto. El undécimo día, el médico dijo que yo todavía tenía sangrado en el cerebro y que estaba en una condición muy crítica. Nos pidió de nuevo que me trasladaran a otro hospital lo antes posible.

Mi esposa vio que cada vez que yo hacía el menor movimiento con mi cabeza, comenzaba a sangrar de nuevo y sentía un dolor tremendo. Si me sacudían de camino a otro hospital, entonces ella temía que yo muriera en el camino, y por eso dudaba en acceder a la petición del médico. Me puse muy agitado y sentí que la muerte me llamaba a cada momento cuando ella me habló de sus preocupaciones. También me preocupaba que, como seguía sangrando y no podía ser operado, mi estado empeoraría aún más si me trasladaban al hospital provincial, que estaba tan lejos. Cuanto más lo pensaba, más angustiado me sentía, así que le dije una oración a Dios en mi corazón: “Oh Dios, mi condición es grave en este instante y estoy en constante peligro de morir. Me siento muy dolorido y acorralado. Los médicos de aquí no se atreven a tratarme y han pedido que me trasladen a otro hospital. Oh Dios, me siento muy ansioso y asustado en vista de esta situación. No entiendo Tu voluntad y no sé cómo vivir esta situación. Por favor, dame Tu guía. Quiero actuar de acuerdo a Tu deseo”. Entonces pensé en las palabras de Dios: “La fe es como un puente de un solo tronco: aquellos que se aferran miserablemente a la vida tendrán dificultades para cruzarlo, pero aquellos que están dispuestos a sacrificarse pueden pasar sin preocupación. Si el hombre tiene pensamientos de duda y de temor, es un engaño de Satanás. Él teme que crucemos el puente de la fe para entrar en Dios. Satanás diseña todos los medios posibles para enviarnos sus pensamientos; siempre debemos orar para que la luz que Dios brille sobre nosotros, y siempre debemos confiar en Dios para purificarnos del veneno de Satanás. Siempre debemos practicar en nuestros espíritus el acercarnos a Dios. Debemos permitir que Dios domine todo nuestro ser”. Las palabras de Dios me dieron fe y me di cuenta de que toda mi ansiedad y preocupaciones se debían a las perturbaciones de Satanás. Satanás quería usar mi condición para derribar mi fe, para hacerme vivir en un estado de inquietud y para que yo perdiera mi fe y rechazara a Dios. Todo era un engaño de Satanás. Habían pasado más de diez días desde el accidente y la sangre en mi cerebro seguía saliendo. Pero yo no solo no había muerto, sino que en realidad había estado siempre muy consciente: ¿no era esta la maravillosa obra de Dios? El doctor estaba diciendo ahora que yo todavía estaba en peligro, y esto era una prueba para ver si yo tenía o no verdadera fe en Dios y si confiaba o no verdaderamente en Él. Tenía que evitar caer en la tentación de Satanás, y llegué a estar dispuesto a recurrir a Dios y a buscarlo, y a no perder mi fe en Él. Decidí confiar totalmente mi vida y mi muerte en las manos de Dios y someterme a Su soberanía. Al final, decidimos que no me trasladaran al hospital provincial.

Posteriormente, mi esposa a menudo mojaba una toalla con agua caliente salada y la aplicaba a mi mano derecha lesionada. Poco a poco, los coágulos de sangre en mi mano desaparecieron y el dolor no fue tan intenso. El duodécimo día, mi esposa mojó una toalla y me la puso en la cabeza como una compresa caliente. Había hecho esto durante dos días, los coágulos de sangre en mi cabeza finalmente comenzaron a dispersarse debido al calor, y el dolor en mi cabeza disminuyó lentamente. Esa noche, empecé a sentir un poco de hambre y logré comer un tazón de sopa. No había comido nada, pues había tenido mucho dolor desde que me internaron en el hospital, y ver cómo mejoraba un poco mi condición hizo que mi esposa se sintiera muy feliz. En la mañana del decimotercer día, mi hermano mayor llevó mis escáneres al hospital provincial, se los mostró a cuatro médicos que trabajaban allí y les explicó mi condición. Todos los médicos dijeron: “Llevamos veinte años viendo pacientes y es la primera vez que nos encontramos con un paciente como este. Es un milagro que no haya muerto después de una lesión tan grave en la cabeza. Realmente debe tener a alguien que lo cuide”. Cuando escuché esto, seguí dando gracias a Dios en mi corazón.

Después de estar diecisiete días en el hospital, el médico vio que mi condición ya no era crítica y me pidió que regresara al hospital del condado para recibir tratamiento continuo. Sin embargo, después de que me dieron de alta del hospital, no fui al hospital del condado ni me puse inyecciones nutricionales. Pagué algunos cientos de yuanes por una receta de medicina occidental para llevar a casa y mi esposa me hacía sopa de hueso de cerdo todos los días, y de esta manera, me cuidó hasta recuperar la salud en casa.

Mientras me recuperaba de mis heridas, pensé en un hombre que había estado en la misma sala que yo y que solo tenía cuarenta y tantos años. Cuando estrelló su coche, pudo llamar a su familia y, después de llegar al hospital, se sometió a varias operaciones en su cerebro. Tenía que recibir oxígeno todos los días para poder respirar, y después de eso estaba constantemente en la UCI. Luego había un joven de treinta y tantos años que había estado en la sala junto a la mía. Se había caído y herido los nervios cerebrales. Había sido sometido a una operación fallida en su hospital local y luego trasladado al hospital municipal, pero a pesar de haber sido sometido a dos operaciones sucesivas, murió ocho días después. Yo, en cambio, me había caído de una rama de castaño a más de seis metros del suelo y también me había hecho daño en la cabeza. Mi condición había sido peor que la de ellos y, sin embargo, ahora había salido sano y salvo. Dios realmente me estaba protegiendo. Como dicen las palabras de Dios: “El corazón y el espíritu del hombre están en la mano de Dios y toda la vida del hombre es contemplada a los ojos de Dios. Independientemente de si crees esto o no, cualquiera de todas las cosas, vivas o muertas, cambiarán, se moverán, se renovarán y desaparecerán de acuerdo con los pensamientos de Dios. Así es como Dios gobierna sobre todas las cosas”. Todas las cosas, tanto en el cielo como en la tierra, sean vivas o muertas, están bajo el control de Dios y cambian constantemente con el pensamiento de Dios. Pensé que a cada lado de donde yo me había caído había rocas y estacas de bambú. Solo había alrededor de un metro de espacio sin rocas en él y yo había caído exactamente en ese hueco. El médico había dicho que si el fragmento de hueso roto en la parte posterior de mi cráneo se hubiera movido un centímetro más abajo, entonces habría muerto. Después de mi accidente, tuve un sangrado constante en el cerebro y no había podido comer nada. Todos los médicos habían dicho que mis vasos sanguíneos podían bloquearse en cualquier momento y que no había nada más que pudieran hacer por mí. Y sin embargo, contra toda expectativa, yo había sobrevivido milagrosamente. ¿No había sido todo esto debido al gran poder de Dios? En mis experiencias, vi que Dios era muy vívido, real y que estaba a mi lado, vigilándome y protegiéndome constantemente, permitiéndome aferrarme apasionadamente a la vida. Vi que mi vida estaba controlada en las manos de Dios y esto era un hecho que nadie podía negar.

Después, leí estas palabras de Dios: “El requisito primordial de la creencia del hombre en Dios es que tenga un corazón sincero, que se entregue por completo y que obedezca realmente. Lo más difícil para el hombre es entregar toda su vida a cambio de una creencia verdadera, a través de la cual puede obtener toda la verdad y cumplir con su deber como criatura de Dios. Esto es inalcanzable para aquellos que fracasan y lo es incluso más para quienes no pueden encontrar a Cristo. Como el hombre no es bueno para entregarse totalmente a Dios, como no está dispuesto a cumplir con su deber para con el Creador, como ha visto la verdad pero la evita y camina por su propia senda, como siempre busca siguiendo la senda de los que han fracasado y como siempre desafía al cielo, por eso es que él siempre fracasa y cae en las artimañas de Satanás, atrapado en su propia red”. Las palabras de Dios fueron como una espada de dos filos que atravesó mi corazón y me hizo sentir autorreproche y culpa. Como creyente en Dios, uno debe perseguir la verdad, tener fe en Dios y adorar a Dios con un corazón honesto, realizar el deber de un ser creado y estar dispuesto a dedicarse a la obra de Dios, porque solo de esta manera puede uno ganar la alabanza de Dios y alcanzar Su salvación. Aunque yo había creído en Dios, había estado bajo el dominio de la filosofía satánica de que “el dinero es supremo”, y siempre había querido ganar más dinero y vivir como un líder. Había creído que asistir a las reuniones de la iglesia me había quitado tiempo para ganar dinero y nunca me había enfocado en leer las palabras de Dios. Resultó que no solo no gané más dinero, sino que terminé gastando la pequeña cantidad de ahorros que tenía, y si no hubiera sido por la protección de Dios, ya estaría muerto. Finalmente vi que el dinero, la fama y la fortuna eran tan transitorios como una nube en la brisa y que, si uno pierde la vida, sin importar cuánto dinero gane, no sirve para nada; solo creer en Dios, perseguir la verdad, tratar de conocer a Dios, obtener la verdad y vivir por las palabras de Dios es el camino correcto para transitar en la vida. Entonces hice una resolución silenciosa ante Dios de que mi fe en Él sería diferente de como había sido antes. Cada día, me tranquilicé ante Dios y leí Sus palabras, y oré a Dios y confié mi condición en Sus manos. Milagrosamente, después de un mes pude levantarme de la cama y caminar despacio. Más tarde, mi esposa fue conmigo al hospital para otro chequeo y los médicos y enfermeras me miraron sorprendidos. El médico de cabecera les dijo a los otros: “¡Nunca lo hubiera pensado! Creíamos que este hombre tendría muerte cerebral o quedaría paralizado. Y sin embargo, contrariamente a lo que se esperaba, ha podido venir aquí muy pronto y sin ayuda para un nuevo chequeo. Realmente es un milagro...” Al escucharlos hablar de mi caso, supe que todo esto se debía al gran amor de Dios. Dos meses después, pude hacer algunas labores en casa y cumplí con todas las tareas de la iglesia que pude manejar. Entonces, mis hermanos y hermanas de la iglesia encontraron algunas hierbas medicinales para que yo las tomara, y seis meses más tarde me había recuperado completamente y pude hacer trabajos manuales una vez más.

Cada vez que pienso en mi experiencia, me siento en deuda con Dios, y odio aún más a Satanás por usar el dinero, la fama y la fortuna para engañarme y atarme, y para hacerme rechazar a Dios. Mi vida casi se arruina por el daño que causa Satanás. Al mismo tiempo, sentí aún más el amor y la misericordia de Dios por mí, ya que me había salvado de las garras de la muerte. Tomé la resolución de buscar la verdad en serio y nunca más dejar de estar a la altura de los arduos esfuerzos a los que Dios se dedica. Ahora deseo predicar el evangelio con mis hermanos y hermanas para conducir a más personas ante Dios.