Seguir a Dios

El amor de Dios es la fortaleza de mi vida

Deje que una vida “Mediocre” brille con gran esplendor

2019-11-16 21:52:54 | Reflexiones Cristianas

Un día de mayo, estaba montando una bici por la carretera camino a una reunión. Todo el trayecto estaba cubierto con una vegetación exuberante que no dejaba ver los rayos del sol. Mientras disfrutaba el escenario sonó la campana de un colegio lo que me hizo dejar de montar. Me paré a observar el gran edificio y me puse a imaginar a los alumnos en las salas de clases estudiando con mucho ahínco para su prueba de ingreso a la universidad. Entonces no pude evitar recordar mi vida en los últimos años de preparatoria…

En ese tiempo, tenía mucha tarea, era como un caracol con un caparazón muy pesado, arrastrándome lentamente hacia adelante. Muchas veces lo que los profesores enseñaban o lo que aparecía en los libros de clases, me aburría, por lo que una vez pensé en rendirme. Pero cada vez que pensaba en mi sueño de ir a la universidad, que era algo así como una bella aureola que me saludaba, me inspiró a querer estudiar de manera desesperada. Sin embargo, el hecho de haber reprobado por segunda vez la prueba de ingreso realmente me molestaba. Dos pruebas fallidas me hicieron sentir que estaba condenado a ser inferior al resto de mis compañeros. No quería enfrentar miradas extrañas de mis compañeros de clase. Entonces me esforzaría por mi sueño, no quería vivir una vida mediocre. ¡Quería que mi vida brillara! Por lo que decidí volver a estudiar. Pensé que ésta era mi única oportunidad y que fracasar o triunfar dependía de ello. No estaba dispuesto a renunciar al hecho de no poder estar a la misma altura que otras personas. Muchas veces estudié hasta muy tarde en la noche, muchas veces insistí en terminar mis tareas incluso cuando estaba enfermo, muchas veces hice lo posible por memorizar toda clase de conocimiento…

Sin embargo, era sólo un niño que había sido olvidado por el destino. Sin importar cuánto lo intentara, no podía obtener nada de lo que quería. Mi segundo resultado en la prueba anunciaba mi final destinado al fracaso. Esta vez había perdido completamente las esperanzas. No tenía opción más que mirar a otros ingresar a las universidades.

Sólo veía como sus figuras se desvanecían, y por ello muchas veces, derramé lágrimas mientras dormía, suspirando profundamente mientras me enfrentaba a encrucijadas, sintiendo que mi futuro era sombrío y preguntándome qué camino debía seguir…

Cuando me encontraba desvalido y con mucha angustia, un amigo me predicó la palabra de Dios, me aconsejó que creyera en Él y me regaló un libro que contenía el mensaje del Señor. Los mensajes que contenía éste libro me ayudaron a salir del peor momento de mi vida. Todavía recuerdo esas palabras: “De modo que Satanás usa fama y ganancia para controlar los pensamientos del hombre hasta que sólo puedan pensar en ellas. Por la fama y la ganancia luchan, sufren dificultades, soportan humillación, y sacrifican todo lo que tienen, y por obtener y mantener la fama y la ganancia harán cualquier juicio o decisión. De esta forma, Satanás ata al hombre con cadenas invisibles. Las personas las llevan en su cuerpo y no tienen la fuerza ni el valor de deshacerse de ellas. Por tanto, los seres humanos se mueven siempre hacia adelante con gran dificultad, cargando con esos grilletes sin saberlo. En aras de esta fama y ganancia, la humanidad se separa de Dios y le traiciona. Con cada generación que pasa, la humanidad se vuelve más y más perversa, más y más oscura; de esta forma se destruye una generación tras otra en la fama y la ganancia de Satanás”.

Estas palabras develaban el dolor, las dificultades y la desesperanza que había en mi corazón. Resultó ser que mis propios objetivos en la vida acerca de “rechazar la mediocridad” y “ser superior a los demás” me llevaron a crear un abismo que nublaba mi visión y que no me dejaba ver el hermoso cielo o sentir la alegría de vivir.

Deseando realizar mi sueño universitario, ser admirado por otros y sobresalir entre las personas, no escatimé en esfuerzos por estudiar y darlo todo ya que quería desarrollar mi carrera por mi propio mérito. Pero para mí desilusión, lo único que obtuve fue el fracaso en la prueba de acceso a la universidad y la indiferencia de mis compañeros. Para poder alcanzar mi sueño, estudié muy duro pero me sentía cada vez más agotado, angustiado, y me volví más humillado. Debido a esta experiencia me sentí acongojado, celoso y frustrado. Perdí el vigor que debí haber tenido en mi juventud y en cambio tuve problemas, melancolía y una carga espiritual insoportable en el corazón. De hecho la razón de mi dolor no era que el destino me diera la espalda, sino que no había escogido bien los objetivos de mi vida. No estaba dispuesto a entregarme a la mediocridad, estaba determinado a sobresalir entre los demás y quería librarme de la orquestación del Creador y de los arreglos que tenía para mí. Estos pensamientos, como cadenas me ataron fuertemente. Vivía por ellos, entonces me agobiaba y sentía mucho dolor. Entonces pensé en los jóvenes de hoy en día. Ya sea en el trabajo o en el colegio, todos están luchando por alcanzar la gloria y ser mejor que otros. El desgaste excesivo complica a algunas personas, y cada vez más mueren por este factor o por la presión en los estudios. Algunos sufren desórdenes mentales ya que no pueden soportar el impacto del fracaso, que les anuncia el fin de su fantástica juventud. Algunas personas incluso cometen suicidio debido a su realidad poco satisfactoria y por demasiada presión mental… Estos son todos resultados lamentables de nuestro rechazo a la mediocridad. Entonces ¿Qué es lo más significativo que deberíamos perseguir?

Ahora no dejo de pensar en Job, un personaje documentado en la Biblia. Recuerdo un pasaje en un libro que un amigo me dio:

Independientemente de lo que Job experimentó, sus búsquedas y objetivos en la vida fueron alegres, no dolorosos. Él no sólo estaba feliz por las bendiciones o los elogios concedidos a él por el Creador, sino más importante, por sus búsquedas y objetivos en la vida, por el conocimiento gradual y el entendimiento real de la soberanía del Creador que alcanzó a través del temor de Dios y del apartarse del mal, y además, por las maravillosas obras del Creador que Job experimentó personalmente durante su tiempo sometido a la soberanía del Creador, y las experiencias cariñosas e inolvidables, así como los recuerdos de la coexistencia, familiaridad y entendimiento mutuo entre él y Dios; por el consuelo y la felicidad que vinieron como consecuencia de conocer la voluntad de Dios; por la reverencia que surgió después de ver que Él es grande, maravilloso, adorable y fiel”(de “Dios mismo, el único VI”).

Job en algún momento gozó de muy buena salud, hermosos hijos, ganado y ovejas esparcidas por las montañas. Pero dos pruebas lo hicieron perder todo, incluso padeció de llagas en todo el cuerpo que lo tuvieron al borde de la muerte. Pasó de ser un hombre rico que todos admiraban a ser un hombre mediocre que no tenía nada. Además fue ridiculizado por su esposa y sus amigos. A pesar de que Job enfrentó estos pruebas, nunca planeó hacer nada por recuperar lo que había perdido. Nunca trató de luchar por regresar al grupo de personas adineradas o volver a ser respetado por otros. Porque sabía que todo estaba en las manos de Dios, tal como él dijo: “Desnudo salí del vientre de mi madre, y desnudo tornaré allá. Jehová dió, y Jehová quitó: sea el nombre de Jehová bendito” (Job 1:21). Ese era el conocimiento que él tenía de la autoridad del Creador y su pura obediencia hacia la soberanía del Dios y los arreglos que lo hacían insistir en seguir el camino de temer al Dios, evitar el mal, y aun así alabar a Dios en la mediocridad, sin importar su propio sufrimiento en cuerpo o alma. Además, a través de esta experiencia, él vio la autoridad del Creador, Su soberanía y Sus maravillosas hazañas y se terminaron los tiempos de escuchar sobre Dios sino que ahora lo escuchaba y se había convertido en un hombre que conocía al Creador, Le temía a Dios y evitaba el mal y era considerado por Dios como un hombre correcto. Job se sintió pleno por el resto de su vida, sin una pizca de arrepentimiento y miedo. Por lo que finalmente pasó su última etapa de manera pacífica.

Anteriormente pensaba que una vida mediocre estaría predestinada a ser normal y aburrida. Pero debido a los hechos puedo decir que una vida deslumbrante no tiene nada que ver con la posición, dinero, el número de seguidores o admiradores. Va a depender si uno puede considerarse como un tesoro ante los ojos de Dios, si uno puede entender la autoridad y la soberanía del Creador a través de las experiencias en toda su vida para así poder entregarse al reino del Creador. Incluso si aparentemente no tiene nada, hay paz y alivio en el corazón. Solo una vida así puede brillar con gran esplendor.

Pensando en esto, sonreí cordialmente, aparté la vista de la escuela, continué mi camino y empecé una nueva vida.

(Traducido del original en inglés al español por Pilar Andrea Pino Cutipa)

 

Fuente: Caminando con Jesucristo



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